Miren: ESTO es un gustazo en medio de todo el desastre. O sea, la gente que adora lo que hace y que encima lo que hace es bueno, y que no funciona de forma mecánica, y que no es egoísta con su trabajo, y que no va dándoselas de importante.
En la elaboración de este libro han participado Marisa, Joan, Ferran, Albert, José Luis, Eduard y Enrique. Yo he tenido la suerte de estar también ahí en el ajo.
Lo mejor es que creo que los dos amigos que lo escribieron (Charles Dickens y Wilkie Collins) estarían bien contentos de vernos tan contentos a nosotros ahora por tener de nuevo en las manos aquello que ellos escribieron hace un porrón de años.
Yo últimamente me estoy haciendo muy rica por todos lados con un tipo de activos de los que, según los hombres de negro, no cotizan nada de nada.
divendres, 31 d’agost del 2012
Once y media de la noche.
Un crío en el balcón de enfrente de casa, saltando encima de una garrafa de agua vacía. El ruido es infernal: como el que hace una botella de agua al ser chafada para meterla en la bolsa del reciclaje del plástico, multiplicado por diez y constante -un salto, otro salto, otro salto... así durante media hora; los críos, cuando se ponen a saltar son imparables-. Salgo al balcón, le llamo la atención, no me oye. Espero a los intervalos entre saltito y saltito y voy haciendo eh, sht, sht, nene, nene, de manera acompasada con su "música" -momento ridículo, me hace hasta gracia-. Por fin, para y me mira. No saltes, le digo, que haces mucho ruido. Sigue mirándome. Sale su madre, me mira y le digo: es que hace mucho ruido con la garrafa. Le da un soberano bofetón, le arrastra de un brazo para dentro de casa y, antes de que cierre el balcón, cortinas y todo, delante de mis narices, acierto a decir bajito: ¿gracias?
Joder.
Mi sobrina de dos años ha aprendido a saltar la valla de seguridad de la escalera de su casa. Mi hermana le ha hecho un vídeo, lo ha colgado en el facebook y todo el mundo comenta lo mona que es.
Y luego, de mayores, queremos entendernos todos; y luego, de mayores, hacemos todos como si nos entendiéramos.
Un crío en el balcón de enfrente de casa, saltando encima de una garrafa de agua vacía. El ruido es infernal: como el que hace una botella de agua al ser chafada para meterla en la bolsa del reciclaje del plástico, multiplicado por diez y constante -un salto, otro salto, otro salto... así durante media hora; los críos, cuando se ponen a saltar son imparables-. Salgo al balcón, le llamo la atención, no me oye. Espero a los intervalos entre saltito y saltito y voy haciendo eh, sht, sht, nene, nene, de manera acompasada con su "música" -momento ridículo, me hace hasta gracia-. Por fin, para y me mira. No saltes, le digo, que haces mucho ruido. Sigue mirándome. Sale su madre, me mira y le digo: es que hace mucho ruido con la garrafa. Le da un soberano bofetón, le arrastra de un brazo para dentro de casa y, antes de que cierre el balcón, cortinas y todo, delante de mis narices, acierto a decir bajito: ¿gracias?
Joder.
Mi sobrina de dos años ha aprendido a saltar la valla de seguridad de la escalera de su casa. Mi hermana le ha hecho un vídeo, lo ha colgado en el facebook y todo el mundo comenta lo mona que es.
Y luego, de mayores, queremos entendernos todos; y luego, de mayores, hacemos todos como si nos entendiéramos.
dijous, 30 d’agost del 2012
Alucino con Núvol.
De vez en cuando van pidiendo por el Twitter voluntarios para cubrir tal o cual festival en lugares más o menos recónditos de Catalunya. Voluntarios; que no cobran un euro por ello, vaya. Y suelen encontrarlos. Supongo que les gestionan el pase de prensa o les pagan las entradas; eso espero.
Lo de trabajar gratis es curioso.
Hace poco me escribieron de un sitio en el que, desde el año pasado, escribo sobre libros. Me decían que este curso no tenían presupuesto para pagar a los colaboradores pero que querían seguir tirando adelante la revista hasta que esta situación se solucionara; que si quería seguir haciendo lo mío, con la periodicidad que yo quisiera, eso sí, estarían encantados, pero que el plan era el que era.
Les dije que sí quería por tres motivos:
Uno: Desde el principio -incluso cuando cobraba- me han dejado hacer lo que me ha dado la gana.
Dos: Me caen bien (seguramente por eso primero que acabo de decir).
Y tres: Me lo paso bomba pensando que hago una cosa un poco puñetera: me ponga a escribir sobre el libro que me ponga a escribir, siempre acabo metiendo en el articulito alguna referencia que sé seguro que no encaja para nada en la selección de lecturas del público habitual de la revista. O sea, les miento a catalanes o a españoles de la primera mitad del siglo XX, incluso a algún americano de principios de siglo, a la que se despistan: se piensan, por ejemplo, que estoy hablando de Foster Wallace y resulta que una línea antes ya he cambiado a Sherwood Anderson; y les está gustando, e igual, a lo mejor, hasta alguno acaba leyéndoselo.
O sea que, al final, acabo siempre escribiendo sobre algo que a mí me gusta y pasándomelo bomba. ¿Esto es trabajo? Sí pero hecho con gusto: no pica nada y anula la sensación de esclavitud que podría provocar hacer esto mismo -sin cobrar, recuerden- a disgusto y para alguien con pasta. Supongo que esto último es lo mismo que debe de pensar -si se para a pensarlo en absoluto- el colaborador voluntario de turno que cubre el festival de su pueblo para Núvol.
Un día después de decirme que no podía pagarme durante los próximos meses y de que yo le dijera que aún así seguiría escribiendo, la redactora jefa de aquella revista que les contaba me mandó un mail con el asunto: "La vida es rara". Me decía que justo esa mañana, les habían aprobado un cierto presupuesto para colaboradores, y que podía ofrecerme las mismas condiciones que el curso anterior. Le contesté que la vida era rara, sí, pero rara rollo guay a veces; y que yuju. Me envió una respuesta en la que se leía claramente el mal trago que había sido para ella pedirme que trabajara para ellos gratis en el mail del día anterior.
No sé cómo les va a Núvol en plan financiero, la verdad, y no sé qué planes tienen para el futuro. Sí sé que les está quedando una revista bien maja en cuanto a contenidos. También sé que una redactora jefa como la de esta otra revista que les decía, no podría dormir traquila trabajando en el plan en el que ellos trabajan. Así que si es por pagar a los colaboradores activos o pasivos (también van recopilando por aquí y por allá entradas de blog ya escritas) aunque sea una remuneración simbólica, yo, ahora que sé que sí que cobraré por este otro lado que les contaba, me apuntaría a gusto a pagar una cuota de subscripción.
Es que, en serio, el trabajo, por mucho que guste, se debería pagar. Es una cuestión de dignidad.
De vez en cuando van pidiendo por el Twitter voluntarios para cubrir tal o cual festival en lugares más o menos recónditos de Catalunya. Voluntarios; que no cobran un euro por ello, vaya. Y suelen encontrarlos. Supongo que les gestionan el pase de prensa o les pagan las entradas; eso espero.
Lo de trabajar gratis es curioso.
Hace poco me escribieron de un sitio en el que, desde el año pasado, escribo sobre libros. Me decían que este curso no tenían presupuesto para pagar a los colaboradores pero que querían seguir tirando adelante la revista hasta que esta situación se solucionara; que si quería seguir haciendo lo mío, con la periodicidad que yo quisiera, eso sí, estarían encantados, pero que el plan era el que era.
Les dije que sí quería por tres motivos:
Uno: Desde el principio -incluso cuando cobraba- me han dejado hacer lo que me ha dado la gana.
Dos: Me caen bien (seguramente por eso primero que acabo de decir).
Y tres: Me lo paso bomba pensando que hago una cosa un poco puñetera: me ponga a escribir sobre el libro que me ponga a escribir, siempre acabo metiendo en el articulito alguna referencia que sé seguro que no encaja para nada en la selección de lecturas del público habitual de la revista. O sea, les miento a catalanes o a españoles de la primera mitad del siglo XX, incluso a algún americano de principios de siglo, a la que se despistan: se piensan, por ejemplo, que estoy hablando de Foster Wallace y resulta que una línea antes ya he cambiado a Sherwood Anderson; y les está gustando, e igual, a lo mejor, hasta alguno acaba leyéndoselo.
O sea que, al final, acabo siempre escribiendo sobre algo que a mí me gusta y pasándomelo bomba. ¿Esto es trabajo? Sí pero hecho con gusto: no pica nada y anula la sensación de esclavitud que podría provocar hacer esto mismo -sin cobrar, recuerden- a disgusto y para alguien con pasta. Supongo que esto último es lo mismo que debe de pensar -si se para a pensarlo en absoluto- el colaborador voluntario de turno que cubre el festival de su pueblo para Núvol.
Un día después de decirme que no podía pagarme durante los próximos meses y de que yo le dijera que aún así seguiría escribiendo, la redactora jefa de aquella revista que les contaba me mandó un mail con el asunto: "La vida es rara". Me decía que justo esa mañana, les habían aprobado un cierto presupuesto para colaboradores, y que podía ofrecerme las mismas condiciones que el curso anterior. Le contesté que la vida era rara, sí, pero rara rollo guay a veces; y que yuju. Me envió una respuesta en la que se leía claramente el mal trago que había sido para ella pedirme que trabajara para ellos gratis en el mail del día anterior.
No sé cómo les va a Núvol en plan financiero, la verdad, y no sé qué planes tienen para el futuro. Sí sé que les está quedando una revista bien maja en cuanto a contenidos. También sé que una redactora jefa como la de esta otra revista que les decía, no podría dormir traquila trabajando en el plan en el que ellos trabajan. Así que si es por pagar a los colaboradores activos o pasivos (también van recopilando por aquí y por allá entradas de blog ya escritas) aunque sea una remuneración simbólica, yo, ahora que sé que sí que cobraré por este otro lado que les contaba, me apuntaría a gusto a pagar una cuota de subscripción.
Es que, en serio, el trabajo, por mucho que guste, se debería pagar. Es una cuestión de dignidad.
Ando liada con la historia de un dictador. Los protas son el dictador, su hija, un taxidermista, una maestra, un país sin estado y otro con estado pero ridículo. Todo acaba en la orilla derecha del Sena, con un perro ladrando y un montón de papeles volando.
En los ratos libres leo a D'Ors y me convenzo de que la estructura de todo debería ir de glosa en glosa. Leo a Santiago Lorenzo y pienso que todo debería tener ese tono tragicómico. Leo el Ara y pienso que debería haber un periodista de paternalismo desaforado. Pienso en historias reales que ya no van a ninguna parte y veo claro que debo eliminar a tal o a cual personaje.
La vida, si no contuviera material novelable, sería tan aburrida como tener un gato, si tener un gato no diera pie a hacer cosas como esta que esta noche me ha pasado Jan:
(Nevermore/Alwayspee... Es puro Poe).
En los ratos libres leo a D'Ors y me convenzo de que la estructura de todo debería ir de glosa en glosa. Leo a Santiago Lorenzo y pienso que todo debería tener ese tono tragicómico. Leo el Ara y pienso que debería haber un periodista de paternalismo desaforado. Pienso en historias reales que ya no van a ninguna parte y veo claro que debo eliminar a tal o a cual personaje.
La vida, si no contuviera material novelable, sería tan aburrida como tener un gato, si tener un gato no diera pie a hacer cosas como esta que esta noche me ha pasado Jan:
(Nevermore/Alwayspee... Es puro Poe).
dimecres, 29 d’agost del 2012
Por lo visto, hoy se cumplen treinta años de la muerte de Ingrid Bergman. Yo, a Ingrid Bergman, siempre la he confundido con Grace Kelly y con Natalie Wood: con la primera, por el rollito europeo que cruza el charco; y con la segunda, por puritica propiedad transitiva: a la Kelly y a la Wood las confundo por el asunto drama familiar.
En cambio, a Aurora Bautista, que murió ayer, miren por dónde, no la confundo con nadie. Joder, como para confundirla: menuda tía era.
En cambio, a Aurora Bautista, que murió ayer, miren por dónde, no la confundo con nadie. Joder, como para confundirla: menuda tía era.
dimarts, 28 d’agost del 2012
Tampoooooooco hay que ser una lumbrera para pensar que ya lo tenían todo hablado desde aquel día que se vieron en la Moncloa. Que si uno con el 'yo te pediré el pacte fiscal pero, mira que nunca había habido tanta gente pidiendo mucho más, ¿eh?', que si el otro con el 'bah, tanta gente, tanta gente... eso te parece por las redes sociales: si lo miras de mi lado, parece que nunca había habido tanta gente que quisiera que os torrarais vivos'.
No sé. También yo hasta hace unos días estaba convencida de que nunca antes se había muerto tanta gente en accidentes de tráfico en verano; luego me dí cuenta de que no, que en realidad lo que pasaba es que estoy suscrita a los tuits de la Agència Catalana de Notícias, que ésta va cantando los muertos de uno en uno a lo largo del día y que un muerto cada tres horas en tiempo real parece mucho más que dieciséis muertos de golpe en el telediario del domingo por la noche.
Total, que Mas pide el pacto fiscal y deja que sea la gente quien ladre (relativamente, ya lo he explicado) después por la independencia. En mi pueblo así no se regatea. En mi pueblo, se pide lo gordo primero y quien te regatea a la baja, es quien da. O sea, iría así la cosa: déjame quedarme hasta las dos de la mañana/ni hablar, te dejo hasta las once. Pero hay otra cosa aquí que no cuadra: si quien quiere la independencia pide la independencia, es que reconoce que depende de que alguien que se la dé, esta independencia. ¿Ven la contradicción?
Así que Mas no tiene que pedir la independencia, hasta ahí, bien. De hecho, por eso no va a la mani, porque sabe que en la mani se pedirá la independencia y él a Rajoy, como mucho, lo que puede pedirle es el pacto fiscal, que lo demás sería reconocerle cosas. Además, la independencia que va a pedir la gente en la calle, tampoco se la va a pedir a Rajoy ni a España (porque no tendría sentido, la independencia quedaría devaluada, ¿recuerdan?), se la va a pedir a Mas, que es quien debería hacerla, declararla, proclamarla, el que sigui. Y ¿qué sentido tendría entonces que Mas fuera a la mani? Ni uno. Sería una tomadura de pelo; tendría el mismo efecto que un vídeo de Mas gritando i-inde-independència delante del espejo, colgado en youtube: ridículo.
¿Que estaría bien que Mas estuviera para dejar claro que él lo que quiere es la independencia? Ridículo también: ya ha dejado claro que no la quiere, ¿no acaba de pedir también el rescate?
Lo genial sería que ahora, el mismo día que se hiciera efectivo el rescate, Mas declarara la independencia: sería un coge el dinero y corre en toda regla. Pero para eso -Sales tenía taaaaanta razón, insisto- nos haría falta un buen ejército porque, señores, si ese día llega, se nos tira la Merkel encima con toda la artillería.
Todo esto estos dos lo tienen más que hablado. O todo esto estos dos se lo tienen requetesabido. Mas ha pasado la pelota directamente a la próxima generación, a ver qué hacen ellos. Yo lo siento por la Carulla, que parecía que le hacía ilusión verlo a la pobre mujer.
No sé. También yo hasta hace unos días estaba convencida de que nunca antes se había muerto tanta gente en accidentes de tráfico en verano; luego me dí cuenta de que no, que en realidad lo que pasaba es que estoy suscrita a los tuits de la Agència Catalana de Notícias, que ésta va cantando los muertos de uno en uno a lo largo del día y que un muerto cada tres horas en tiempo real parece mucho más que dieciséis muertos de golpe en el telediario del domingo por la noche.
Total, que Mas pide el pacto fiscal y deja que sea la gente quien ladre (relativamente, ya lo he explicado) después por la independencia. En mi pueblo así no se regatea. En mi pueblo, se pide lo gordo primero y quien te regatea a la baja, es quien da. O sea, iría así la cosa: déjame quedarme hasta las dos de la mañana/ni hablar, te dejo hasta las once. Pero hay otra cosa aquí que no cuadra: si quien quiere la independencia pide la independencia, es que reconoce que depende de que alguien que se la dé, esta independencia. ¿Ven la contradicción?
Así que Mas no tiene que pedir la independencia, hasta ahí, bien. De hecho, por eso no va a la mani, porque sabe que en la mani se pedirá la independencia y él a Rajoy, como mucho, lo que puede pedirle es el pacto fiscal, que lo demás sería reconocerle cosas. Además, la independencia que va a pedir la gente en la calle, tampoco se la va a pedir a Rajoy ni a España (porque no tendría sentido, la independencia quedaría devaluada, ¿recuerdan?), se la va a pedir a Mas, que es quien debería hacerla, declararla, proclamarla, el que sigui. Y ¿qué sentido tendría entonces que Mas fuera a la mani? Ni uno. Sería una tomadura de pelo; tendría el mismo efecto que un vídeo de Mas gritando i-inde-independència delante del espejo, colgado en youtube: ridículo.
¿Que estaría bien que Mas estuviera para dejar claro que él lo que quiere es la independencia? Ridículo también: ya ha dejado claro que no la quiere, ¿no acaba de pedir también el rescate?
Lo genial sería que ahora, el mismo día que se hiciera efectivo el rescate, Mas declarara la independencia: sería un coge el dinero y corre en toda regla. Pero para eso -Sales tenía taaaaanta razón, insisto- nos haría falta un buen ejército porque, señores, si ese día llega, se nos tira la Merkel encima con toda la artillería.
Todo esto estos dos lo tienen más que hablado. O todo esto estos dos se lo tienen requetesabido. Mas ha pasado la pelota directamente a la próxima generación, a ver qué hacen ellos. Yo lo siento por la Carulla, que parecía que le hacía ilusión verlo a la pobre mujer.
dilluns, 27 d’agost del 2012
Recuperan en Núvol el artículo que, antes del verano, escribió Isern sobre el libro nuevo de Piñol, y yo me pregunto: ¿esto querrá decir que ha conseguido que se le manden un ejemplar en agosto, igual que consiguió que le mandaran el Jo confesso para meterlo con calzador aquí, igual que ha sido colado en tantos otros articulitos, tooodos con Cabré en la punta de la lengua?
¿Querrá decir eso y que están a punto de publicar lo que este señor tenga que decir sobre Victus? Porque ja friso; la espera se me hace interminable; preveo que se van a decir tantas tonterías al respecto como tonterías sobre La pell freda ya se han soltado en esta previa. ¿En serio que La pell freda triunfó -como dice el crítico- porque a falta de Verne, buenos son piñoletes? ¿No triunfaría La pell freda precisamente gracias a que hubo -y hay- Verne, y la gente ha visto pelis de ciencia ficción de serie b y lo que sea que haya leído y visto, que cada uno se prepara para la ciencia ficción como buenamente puede?
Va, va, que publique ya Isern la crítica, a ver si ha conseguido entender de qué va esto de escribir desde el lado catalanista; a ver si reconoce que ya lo sabía, que le costó un ratico y hasta hizo ejercicio ponderación para soltarse a escribir "el senyor Sánchez Piñol té tot el dret del món a escriure en la llengua que més li plagui i ni jo ni ningú tenim cap dret a interferir o pontificar sobre els motius de la seva tria".
No puedo esperar.
¿Querrá decir eso y que están a punto de publicar lo que este señor tenga que decir sobre Victus? Porque ja friso; la espera se me hace interminable; preveo que se van a decir tantas tonterías al respecto como tonterías sobre La pell freda ya se han soltado en esta previa. ¿En serio que La pell freda triunfó -como dice el crítico- porque a falta de Verne, buenos son piñoletes? ¿No triunfaría La pell freda precisamente gracias a que hubo -y hay- Verne, y la gente ha visto pelis de ciencia ficción de serie b y lo que sea que haya leído y visto, que cada uno se prepara para la ciencia ficción como buenamente puede?
Va, va, que publique ya Isern la crítica, a ver si ha conseguido entender de qué va esto de escribir desde el lado catalanista; a ver si reconoce que ya lo sabía, que le costó un ratico y hasta hizo ejercicio ponderación para soltarse a escribir "el senyor Sánchez Piñol té tot el dret del món a escriure en la llengua que més li plagui i ni jo ni ningú tenim cap dret a interferir o pontificar sobre els motius de la seva tria".
No puedo esperar.
diumenge, 26 d’agost del 2012
¿Se acuerdan de aquella famosa ola de tuits del tipo 'así os queméis todos' que se montó el día del incendio de la Jonquera? Había alguno que hacía referencia al idioma de manera muy insidiosa y salchichera, que decía algo así como 'Si pedís ayuda en catalán, va a ir con los cubos de agua vuestra madre' (introduzcan improperios al gusto y ya lo tienen) y, hala, ya estaba liada: que si ecos nazis, que si se empieza por el idioma y se acaba fumando porros, y tal y cual.
Pues va y ahora aparece una campaña animando a la gente a llevar muchas pancartas en inglés a la manifestación del 11 de setembre porque, dicen, es de vital importancia la imagen que demos ese día al mundo, y yo, salvando las distancias y reconociendo las diferencias, le veo los paralelismos a esta última cosa con la primera, la que nos mandaba al infierno, la que nos venía a decir que en catalán no nos entiende ni Dios y que no podemos ir por el mundo pidiendo aigua si nos estamos quemando.
Que sí, que ya, que esta última campaña que digo no es faltona y no quita de que se lleve cosa escrita en catalán ese día, pero es que estamos de nuevo perdiéndonos en el festival en que se han convertido las manis; que nos ponemos tan nerviositos cuando se acercan como cuando tocaba meter la cantimplora al congelador porque al día siguiente había excursión; que nos apuntamos a las manualidades extraescolares con el entusiasmo del tonto que no se para a pensar un poco antes de darle al retuit.
¿Que no les parece de tontos la campaña 'vamos todos a pintar en inglés'? Hagan este ejercicio: imaginen que son ustedes un señor británico que no habla ni una palabra de catalán, lean la consigna que viene a continuación y díganme cómo de incomprensible les resulta:
CATALUNYA INDEPENDENT
Así que, ¿hace falta realmente pancartas en inglés cuando podríamos llevarlas en catalán y que todo el mundo (todo el mundo que quiera enterarse, que esa es otra) se entere igual? ¿Hace falta, como dice también Salvador Cardús en su artículo, ir sonriente -'evitar semblar gent malhumorada'- detrás de estas pancartas?
En serio, si caemos en estas bobadas, me imagino el clam:
I-INDE-INDE-PEN-DENCE, PLEASE. :)
Pues va y ahora aparece una campaña animando a la gente a llevar muchas pancartas en inglés a la manifestación del 11 de setembre porque, dicen, es de vital importancia la imagen que demos ese día al mundo, y yo, salvando las distancias y reconociendo las diferencias, le veo los paralelismos a esta última cosa con la primera, la que nos mandaba al infierno, la que nos venía a decir que en catalán no nos entiende ni Dios y que no podemos ir por el mundo pidiendo aigua si nos estamos quemando.
Que sí, que ya, que esta última campaña que digo no es faltona y no quita de que se lleve cosa escrita en catalán ese día, pero es que estamos de nuevo perdiéndonos en el festival en que se han convertido las manis; que nos ponemos tan nerviositos cuando se acercan como cuando tocaba meter la cantimplora al congelador porque al día siguiente había excursión; que nos apuntamos a las manualidades extraescolares con el entusiasmo del tonto que no se para a pensar un poco antes de darle al retuit.
¿Que no les parece de tontos la campaña 'vamos todos a pintar en inglés'? Hagan este ejercicio: imaginen que son ustedes un señor británico que no habla ni una palabra de catalán, lean la consigna que viene a continuación y díganme cómo de incomprensible les resulta:
CATALUNYA INDEPENDENT
Así que, ¿hace falta realmente pancartas en inglés cuando podríamos llevarlas en catalán y que todo el mundo (todo el mundo que quiera enterarse, que esa es otra) se entere igual? ¿Hace falta, como dice también Salvador Cardús en su artículo, ir sonriente -'evitar semblar gent malhumorada'- detrás de estas pancartas?
En serio, si caemos en estas bobadas, me imagino el clam:
I-INDE-INDE-PEN-DENCE, PLEASE. :)
dissabte, 25 d’agost del 2012
Yo: Aina, mira: el cementerio.
Aina: ¿Qué hay?
Yo: Gente enterrada.
Aina: ¿Por qué?
Yo: Porque se han muerto.
Aina: ¿Por qué?
Yo: Porque la gente primero vive y después se muere.
Aina: ¿Por qué?
Yo: (Saliéndome por la tangente, a mi hermana) ¿Hay alguien conocido?
Nuria: No, pero mira qué hay aquí. (Rodeamos la tapia) El cementerio judío.
Aina: ¿Qué hay?
Yo: Judíos enterrados.
Aina: ¿Judíoooos?
Yo: Sí. ¿Tú conoces a algún judío?
Aina: ¿Judíooo?
Yo: Sí, es una religión y tienen otro cementerio.
Aina: ¿Por qué?
Yo: ... ¿Vamos a buscar almendras?
Aina: Vale.
Aina: ¿Qué hay?
Yo: Gente enterrada.
Aina: ¿Por qué?
Yo: Porque se han muerto.
Aina: ¿Por qué?
Yo: Porque la gente primero vive y después se muere.
Aina: ¿Por qué?
Yo: (Saliéndome por la tangente, a mi hermana) ¿Hay alguien conocido?
Nuria: No, pero mira qué hay aquí. (Rodeamos la tapia) El cementerio judío.
Aina: ¿Qué hay?
Yo: Judíos enterrados.
Aina: ¿Judíoooos?
Yo: Sí. ¿Tú conoces a algún judío?
Aina: ¿Judíooo?
Yo: Sí, es una religión y tienen otro cementerio.
Aina: ¿Por qué?
Yo: ... ¿Vamos a buscar almendras?
Aina: Vale.
Too much.
Vengo de pasar cuatro días de inmersión infantil, rollo familiar de familión, de numeroso inflado: son tres pero cuando coinciden despiertos parecen una docena; más que manos hay para sujetarlos a todos, parencen, más que cabezas hay para responder a tantas preguntas, y eso que uno aún no se mueve demasiado y eso que ese uno aún no habla. Vengo de allá donde parece que el crío manda y que la cabeza que se vuelve loca es la del adulto. Vengo. Llego. Un pie en el aeropuerto, otro en casa y el primero en seguida en casa de un amigo. Dos amigas más a la mesa y un tema: la madre. La madre eterna. El eterno femenino de Pombo con salto generacional de por medio. Y hablando, hablando, los cuatro días anteriores se giran: que resulta que no, que la cabeza del adulto ya estaba montada y las mochilas que se estaban llenando allá eran las de los pequeños. Y cuatro días jijí jajá, que a saber si acaban en cena (suya, de los tres que parecen docena) de vaciar el buche de aquí a treinta años. Cena de acabar diciendo cosas como que no es que, de mayores, entendamos mejor a nuestros padres, que lo que entendemos mejor son sus traumas bestiales.
Qué responsabilidad, ¿eh? Yo no puedo.
Prefiero gato. Gato y sobrinos. Llámenme tieta.
Vengo de pasar cuatro días de inmersión infantil, rollo familiar de familión, de numeroso inflado: son tres pero cuando coinciden despiertos parecen una docena; más que manos hay para sujetarlos a todos, parencen, más que cabezas hay para responder a tantas preguntas, y eso que uno aún no se mueve demasiado y eso que ese uno aún no habla. Vengo de allá donde parece que el crío manda y que la cabeza que se vuelve loca es la del adulto. Vengo. Llego. Un pie en el aeropuerto, otro en casa y el primero en seguida en casa de un amigo. Dos amigas más a la mesa y un tema: la madre. La madre eterna. El eterno femenino de Pombo con salto generacional de por medio. Y hablando, hablando, los cuatro días anteriores se giran: que resulta que no, que la cabeza del adulto ya estaba montada y las mochilas que se estaban llenando allá eran las de los pequeños. Y cuatro días jijí jajá, que a saber si acaban en cena (suya, de los tres que parecen docena) de vaciar el buche de aquí a treinta años. Cena de acabar diciendo cosas como que no es que, de mayores, entendamos mejor a nuestros padres, que lo que entendemos mejor son sus traumas bestiales.
Qué responsabilidad, ¿eh? Yo no puedo.
Prefiero gato. Gato y sobrinos. Llámenme tieta.
divendres, 17 d’agost del 2012
Este es un buen artículo informativo de Jordi Nopca, en el Ara, sobre el sentir de la cuestión por gente con criterio más o menos libre.
Conozco a escritores y a escritores e, igual que lo pensé aquel año de Frankfurt (qué caminatas, eh Pau?), pienso esto ahora: los buenos -los buenos, buenos-, ante la pregunta de ¿esto debería de ser así o asá? tuercen un poco el morro, expresan su opinión al respecto, sí, que para eso la tienen, pero contestan con la cosa esta de quitarse el tema de encima; un poco como diciendo: sí, sí, la cosa editorial anda fatal y ahora, si me disculpan, voy a seguir escribiendo.
Conozco a escritores y a vendedores. Los primeros, van a lo suyo: a escribir; los segundos también: a vender. Igual los primeros pecan de inconsciencia de clase obrera (o empresaria, mejor), yo qué sé. En este punto recuerdo siempre a aquel gurú del coaching a quien una vez tuve que acompañar en taxi desde Sants hasta el centro comercial La Maquinista: tres cuartos de hora en un atasco con él, respondiéndole a preguntas sobre el programa de libros en el que yo había trabajado hasta poco antes y escuchando cómo me decía que no le extrañaba que nos hubieran quitado de enmedio, que con nuestra fórmula tan poco populista, era imposible que triunfáramos. Y yo respondiendo: pero hacíamos un programa buenísimo. Y él contestando: bah, bien gestionado, con otros contenidos y en otro idioma, podríais haber llegado a una cadena estatal. Imposible entendernos: lo que para mí era un triunfo rotundo para él era motivo de fracaso absoluto.
Conozco a escritores y a escritores. Seguro que unos escriben pensando en los premios a los que pueden optar, se prestan a hacer el paripé pasándose horas firmando en una haima en mitad de paseo de Gràcia, se sortean para cenar con el ganador de los diez primeros que dejen un comentario allí y ponen de título a su último libro el que elija la gente de entre tres, por votación popular; que, a partir de ahora, si la cosa Premi Nacional pasa a ser también para catalanes castellanos, pondrán el grito en el cielo más que porque ello suponga un pasito p'atrás en la cosa de la manutención del idioma (que a veces parece que más que de trabajo y constancia se alimente de reconocimiento público), porque ello, en su imaginario de fama y de salir en los diarios, reduce sus posibilidades de ganarlo, sin pensar que esas posibilidades, ya de entrada, si el mundo fuera como debería ser, las tendrían más que vetadas porque aunque lo que escriben lo escriben en catalán, es una porquería.
Nopca ha hecho justo el artículo que hacía falta para hablar del tema: ha preguntado a escritores que ya han ganado el premio. Están un poco libres de la esperanza de que un día les caiga y juegan desde el yo pienso que tal, ahora que hagan lo que quieran. Son las opiniones más válidas, son las opiniones que debería tener todo escritor premiado o no, igual que la más válida fue la de Marsé cuando habló sobre Frankfurt sabiendo que pasara lo que pasara, él ya tenía silla en esa plaza; Marsé ya estaba en Frankfurt aunque nadie le hubiera invitado, igual que Marsé ya es un Premio Nacional de las Letras Catalanas aunque nunca se lo hayan dado; así que Marsé podría decir ante una figurada pregunta de Nopca lo mismo que dijo cuando la feria: que se lo den solo a catalanes, siempre y cuando no se lo den a tal y a cual, que son un horror. Esa es la buena defensa de la literatura y del idioma ante cosas que últimamente tienden a no ir ni de literatura ni de idioma.
Como decía mi entrenador de natación (un entrenador malísimo para los capitostes del club): con lo bien que nos lo pasamos nadando, yo no sé por qué estáis tan locos con lo de ganar medallas; yo prefiero mil veces un bocadillo de chorizo después de cada entrenamiento.
Conozco a escritores y a escritores e, igual que lo pensé aquel año de Frankfurt (qué caminatas, eh Pau?), pienso esto ahora: los buenos -los buenos, buenos-, ante la pregunta de ¿esto debería de ser así o asá? tuercen un poco el morro, expresan su opinión al respecto, sí, que para eso la tienen, pero contestan con la cosa esta de quitarse el tema de encima; un poco como diciendo: sí, sí, la cosa editorial anda fatal y ahora, si me disculpan, voy a seguir escribiendo.
Conozco a escritores y a vendedores. Los primeros, van a lo suyo: a escribir; los segundos también: a vender. Igual los primeros pecan de inconsciencia de clase obrera (o empresaria, mejor), yo qué sé. En este punto recuerdo siempre a aquel gurú del coaching a quien una vez tuve que acompañar en taxi desde Sants hasta el centro comercial La Maquinista: tres cuartos de hora en un atasco con él, respondiéndole a preguntas sobre el programa de libros en el que yo había trabajado hasta poco antes y escuchando cómo me decía que no le extrañaba que nos hubieran quitado de enmedio, que con nuestra fórmula tan poco populista, era imposible que triunfáramos. Y yo respondiendo: pero hacíamos un programa buenísimo. Y él contestando: bah, bien gestionado, con otros contenidos y en otro idioma, podríais haber llegado a una cadena estatal. Imposible entendernos: lo que para mí era un triunfo rotundo para él era motivo de fracaso absoluto.
Conozco a escritores y a escritores. Seguro que unos escriben pensando en los premios a los que pueden optar, se prestan a hacer el paripé pasándose horas firmando en una haima en mitad de paseo de Gràcia, se sortean para cenar con el ganador de los diez primeros que dejen un comentario allí y ponen de título a su último libro el que elija la gente de entre tres, por votación popular; que, a partir de ahora, si la cosa Premi Nacional pasa a ser también para catalanes castellanos, pondrán el grito en el cielo más que porque ello suponga un pasito p'atrás en la cosa de la manutención del idioma (que a veces parece que más que de trabajo y constancia se alimente de reconocimiento público), porque ello, en su imaginario de fama y de salir en los diarios, reduce sus posibilidades de ganarlo, sin pensar que esas posibilidades, ya de entrada, si el mundo fuera como debería ser, las tendrían más que vetadas porque aunque lo que escriben lo escriben en catalán, es una porquería.
Nopca ha hecho justo el artículo que hacía falta para hablar del tema: ha preguntado a escritores que ya han ganado el premio. Están un poco libres de la esperanza de que un día les caiga y juegan desde el yo pienso que tal, ahora que hagan lo que quieran. Son las opiniones más válidas, son las opiniones que debería tener todo escritor premiado o no, igual que la más válida fue la de Marsé cuando habló sobre Frankfurt sabiendo que pasara lo que pasara, él ya tenía silla en esa plaza; Marsé ya estaba en Frankfurt aunque nadie le hubiera invitado, igual que Marsé ya es un Premio Nacional de las Letras Catalanas aunque nunca se lo hayan dado; así que Marsé podría decir ante una figurada pregunta de Nopca lo mismo que dijo cuando la feria: que se lo den solo a catalanes, siempre y cuando no se lo den a tal y a cual, que son un horror. Esa es la buena defensa de la literatura y del idioma ante cosas que últimamente tienden a no ir ni de literatura ni de idioma.
Como decía mi entrenador de natación (un entrenador malísimo para los capitostes del club): con lo bien que nos lo pasamos nadando, yo no sé por qué estáis tan locos con lo de ganar medallas; yo prefiero mil veces un bocadillo de chorizo después de cada entrenamiento.
Ayer andaba yo mirando a la nada desde un patio del Eixample, cuando me da por apuntar por ahí algo así como: No sé cómo los barceloneses pueden vivir tan tranquilos: desde un patio interior, por defininición, no debe verse tanto cielo.
Sigo un rato escribiendo, en la misma terraza, sobre patios interiores, catalanismo y delirios varios.
Hoy me da por escribir sobre ciudades-estado en el blog.
Me dicen en seguida que de eso ya hablaban los noucentistes; este noucentista en concreto: Rubió i Tudurí.
Pido referencias.
Me pasan links sobre el Noucentisme.
Voy a parar a Eugeni d'Ors, claro.
Me trago el 'El meu avi' sobre D'Ors, de TV3.
Mientras crece mi tirria por el nieto cura y por el nieto director de teatro, voy descubriendo al D'Ors de Umbral, de Bohigas y de Vallcorba.
Ya está. Lo quiero todo. ¿Por qué nadie me había hablado de las glosas?
Coño, tengo casi cuarenta años y es como si me hubiera empezado a educar en catalán hace sólo diez: ¿podríais ir más al grano conmigo, por favor?
Gracias.
(I gràcies, Mixkin, Cibernautajoan i jaguimera. Quin portalot m'heu obert, nois!).
Sigo un rato escribiendo, en la misma terraza, sobre patios interiores, catalanismo y delirios varios.
Hoy me da por escribir sobre ciudades-estado en el blog.
Me dicen en seguida que de eso ya hablaban los noucentistes; este noucentista en concreto: Rubió i Tudurí.
Pido referencias.
Me pasan links sobre el Noucentisme.
Voy a parar a Eugeni d'Ors, claro.
Me trago el 'El meu avi' sobre D'Ors, de TV3.
Mientras crece mi tirria por el nieto cura y por el nieto director de teatro, voy descubriendo al D'Ors de Umbral, de Bohigas y de Vallcorba.
Ya está. Lo quiero todo. ¿Por qué nadie me había hablado de las glosas?
Coño, tengo casi cuarenta años y es como si me hubiera empezado a educar en catalán hace sólo diez: ¿podríais ir más al grano conmigo, por favor?
Gracias.
(I gràcies, Mixkin, Cibernautajoan i jaguimera. Quin portalot m'heu obert, nois!).
dijous, 16 d’agost del 2012
Soy anti ir al médico total.
Ya lo era desde jovencita y mi hermana, médico, me acabó de convencer (es de las que les dices me duele la cabeza y te responde ah, a mí ayer también me dolía; pero, sigues tú, ¿me tomo algo?; noooo, dice ella, a mí se me pasó solo. Y así). Así que voy por la vida convencida de que, menos los dientes, que es la única cosa del cuerpo humano que no se regenera sola, si algo te duele y no le haces caso, se cura. Punto.
Total, que antes de ayer estaba yo en la consulta del cap pidiendo que me miraran una mancha que tengo en el pecho que, con el sol, se me había inflamado y me picaba. La conversación con el médico fue así:
-Tengo esta mancha que se me ha inflamado y me pica.
-Te has rascado.
-Sí, porque me pica.
-Como te has rascado, tienes una heridita y no puedo ver la mancha.
-Es que me picaba.
-Claro, ya, pero no te la puedo ver.
-Es que me picaba y me he rascado.
-Bueno, no importa. Ven que te pese y que te mida.
-¿Qué?
-Es que hace mucho que no vienes y hace mucho que no te pesamos ni te medimos.
-Pues creo que ni he crecido ni he engordado desde hace años.
-Pues qué suerte, anda, quítate los zapatos y sube... 1,59, 54 kilos.
-Pues eso, lo mismo.
-¿En qué trabajas?
-En una oficina.
-¿Cuándo te pusiste la antitetánica?
-Ni idea.
-¿Hace más de diez años?
-Supongo.
-¿Quieres que te ponga un recordatorio?
-¿Ahora?
-Sí, va bien, es de precaución.
-Bueno.
Pinchazo.
-Si se te inflama, ponte hielo.
-Vale.
-Te voy a pedir unos análisis de sangre también.
-...
-A la salida pide hora para que te los hagan y luego para venir a ver los resultados y así, cuando vengas, ya tendrás curado lo de la mancha y la podremos mirar.
Y eso hice.
Ayer me pincharon y tengo que volver en quince días.
Y ahora estoy acojonada, claro.
Ya lo era desde jovencita y mi hermana, médico, me acabó de convencer (es de las que les dices me duele la cabeza y te responde ah, a mí ayer también me dolía; pero, sigues tú, ¿me tomo algo?; noooo, dice ella, a mí se me pasó solo. Y así). Así que voy por la vida convencida de que, menos los dientes, que es la única cosa del cuerpo humano que no se regenera sola, si algo te duele y no le haces caso, se cura. Punto.
Total, que antes de ayer estaba yo en la consulta del cap pidiendo que me miraran una mancha que tengo en el pecho que, con el sol, se me había inflamado y me picaba. La conversación con el médico fue así:
-Tengo esta mancha que se me ha inflamado y me pica.
-Te has rascado.
-Sí, porque me pica.
-Como te has rascado, tienes una heridita y no puedo ver la mancha.
-Es que me picaba.
-Claro, ya, pero no te la puedo ver.
-Es que me picaba y me he rascado.
-Bueno, no importa. Ven que te pese y que te mida.
-¿Qué?
-Es que hace mucho que no vienes y hace mucho que no te pesamos ni te medimos.
-Pues creo que ni he crecido ni he engordado desde hace años.
-Pues qué suerte, anda, quítate los zapatos y sube... 1,59, 54 kilos.
-Pues eso, lo mismo.
-¿En qué trabajas?
-En una oficina.
-¿Cuándo te pusiste la antitetánica?
-Ni idea.
-¿Hace más de diez años?
-Supongo.
-¿Quieres que te ponga un recordatorio?
-¿Ahora?
-Sí, va bien, es de precaución.
-Bueno.
Pinchazo.
-Si se te inflama, ponte hielo.
-Vale.
-Te voy a pedir unos análisis de sangre también.
-...
-A la salida pide hora para que te los hagan y luego para venir a ver los resultados y así, cuando vengas, ya tendrás curado lo de la mancha y la podremos mirar.
Y eso hice.
Ayer me pincharon y tengo que volver en quince días.
Y ahora estoy acojonada, claro.
Miren, si las sesiones con la psicóloga me han enseñado algo es que la mayoría de problemas, más que problemas en sí que vengan de fuera, soy yo encaparrada perdida creándome círculos viciosos, cayendo en pensamientos circulares que no van a ninguna parte sino a volver todo el rato al mismo sitio -hámster en la rueda-, y que la única manera de solucionarlos no es solucionarlos, que me los he inventado, sino salir de ellos, fijar la mirada en otro sitio o mirarlos desde otro punto de vista.
Ahora ya llevamos una temporadita (una temporadita casi de era histórica) que si Catalunya, Catalunya, Catalunya: cops de cap contra la paret. Hemos perdido fuelle, estamos mareando la perdiz: antes estas cosas se solucionaban a cop de falç y de bayoneta, pendón en ristre; ahora, como mucho, salimos a la calle y en vez de ¡pacte fiscal! gritamos ¡i-indé-blablablà! -uy que malotes, uy que a gusto dormimos luego-, y mañana, vuelta a empezar; la rueda del hámster, ¿lo ven? Incluso estamos educando a nuestros hijos para seguir con el rollito una vez faltemos nosotros. Nos hemos perdido en las formas, hemos diluído los objetivos: la independencia de Catalunya ahora es simplemente el acto de pedir la independencia de Catalunya, o sea, pasar una tarde al aire libre, paseando por la ciudad sin coches, que nos toque a todos el sol menos a los malos, que llevan casco.
Está claro que la idea Catalunya independiente está viciadísima, encima, nos están desmontando los argumentos: si uno de los que había ganado peso ahora era el expolio fiscal al que nos somete España, ahora va El País -aguafiestas- y nos dice: para expolio fiscal, el de Barcelona para con Catalunya, guapos. Mi primera reacción ayer, leyendo esta noticia, fue: Vaya mamones... La segunda, en cambio, fue saltar de la rueda y pensar: Hostia, claro, nos estábamos confundiendo de objetivo; gracias, El País: lo que tenemos que hacer es ir a por la ciudad-estado.
Que el Pujolismo no acabó de tal, ya ha quedado claro. Que desde entonces -un pasito para alante y dos para atrás- no hemos avanzado apenas, también. Se impone un cambio de dirección. ¿Mirarnos en Escocia? No: vamos a mirarnos en Singapur. Piénsenlo: para empezar, es una república, eso ya nos mola. Es una isla; bueno, Barcelona, con mar por un lado, ríos por otro y por otro y montañita patrás, hace casi una península, así que la frontera natural ya la tenemos; de extensión y de habitantes, Barcelona es más de la mitad de Singapur; bien, bien; aceptable. Tenemos idioma propio y hemos organizado unos Juegos Olímpicos, cosas que Singapur, no. No sé si esto de los méritos para ser ciudades-estado va de sumar puntos, pero si lo fuera, con esto, aunque ellos sumen un punto más por tener ejército (cuánta razón tenías, Joan Sales) ya les ganamos. Luego está la ley cívica: apretamos un par de tuercas por aquí y otro par por allá y no tenemos nada que envidiar al régimen prohibicionista singapurés, qué les voy a contar.
A mí me convence. Es que imagínense que llegamos a algo con la cosa Catalunya. Quiten, quiten; me veo dentro de nada vuelta a empezar: que si se nos va la pasta con el PER lleidatà, que si eso de los incendios empordanencs es un forat a la butxaca... Y vuelta a empezar.
Ciutat-estat: incluso rima (y todo lo que rima...).
Yo lo veo clarísimo.
Ahora ya llevamos una temporadita (una temporadita casi de era histórica) que si Catalunya, Catalunya, Catalunya: cops de cap contra la paret. Hemos perdido fuelle, estamos mareando la perdiz: antes estas cosas se solucionaban a cop de falç y de bayoneta, pendón en ristre; ahora, como mucho, salimos a la calle y en vez de ¡pacte fiscal! gritamos ¡i-indé-blablablà! -uy que malotes, uy que a gusto dormimos luego-, y mañana, vuelta a empezar; la rueda del hámster, ¿lo ven? Incluso estamos educando a nuestros hijos para seguir con el rollito una vez faltemos nosotros. Nos hemos perdido en las formas, hemos diluído los objetivos: la independencia de Catalunya ahora es simplemente el acto de pedir la independencia de Catalunya, o sea, pasar una tarde al aire libre, paseando por la ciudad sin coches, que nos toque a todos el sol menos a los malos, que llevan casco.
Está claro que la idea Catalunya independiente está viciadísima, encima, nos están desmontando los argumentos: si uno de los que había ganado peso ahora era el expolio fiscal al que nos somete España, ahora va El País -aguafiestas- y nos dice: para expolio fiscal, el de Barcelona para con Catalunya, guapos. Mi primera reacción ayer, leyendo esta noticia, fue: Vaya mamones... La segunda, en cambio, fue saltar de la rueda y pensar: Hostia, claro, nos estábamos confundiendo de objetivo; gracias, El País: lo que tenemos que hacer es ir a por la ciudad-estado.
Que el Pujolismo no acabó de tal, ya ha quedado claro. Que desde entonces -un pasito para alante y dos para atrás- no hemos avanzado apenas, también. Se impone un cambio de dirección. ¿Mirarnos en Escocia? No: vamos a mirarnos en Singapur. Piénsenlo: para empezar, es una república, eso ya nos mola. Es una isla; bueno, Barcelona, con mar por un lado, ríos por otro y por otro y montañita patrás, hace casi una península, así que la frontera natural ya la tenemos; de extensión y de habitantes, Barcelona es más de la mitad de Singapur; bien, bien; aceptable. Tenemos idioma propio y hemos organizado unos Juegos Olímpicos, cosas que Singapur, no. No sé si esto de los méritos para ser ciudades-estado va de sumar puntos, pero si lo fuera, con esto, aunque ellos sumen un punto más por tener ejército (cuánta razón tenías, Joan Sales) ya les ganamos. Luego está la ley cívica: apretamos un par de tuercas por aquí y otro par por allá y no tenemos nada que envidiar al régimen prohibicionista singapurés, qué les voy a contar.
A mí me convence. Es que imagínense que llegamos a algo con la cosa Catalunya. Quiten, quiten; me veo dentro de nada vuelta a empezar: que si se nos va la pasta con el PER lleidatà, que si eso de los incendios empordanencs es un forat a la butxaca... Y vuelta a empezar.
Ciutat-estat: incluso rima (y todo lo que rima...).
Yo lo veo clarísimo.
dimecres, 15 d’agost del 2012
Dicen que ladro. Aquí, en dos comentarios a esta entrada.
Sí. Podría callarme, la verdad, pero yo qué sé: es una cuestión de conciencia o algo así.
Una amiga trabaja en un departamento de prensa que hace unos meses se tuvo que encargar de hacerle unas fotos promocionales a Miguel Bosé. Llegó el día. Se encontraron con un Bosé envejecido, operadísimo, que no se veía bien en ninguna foto. El propio Bosé iba descartando las fotos, todas, de una en una, tal como se las enseñaban. Al final tuvieron que coger una y modificarla a base de capas de photoshop hasta que la imagen de Bosé se pareciera a cualquiera menos al Bosé que tenían delante. Le pregunté a mi amiga ¿pero está tan mal? Me respondió: Sí. Ha envejecido fatal.
Pocas semanas después, Bosé hace un concierto en Cap Roig. Esta es la crónica que se publicó en el Ara.
La foto es lo suficientemente explícita pero bueno, para gustos colores y las crónicas de verano, crónicas de verano son, y hace calor, y estamos de buen humor, y no hay que hacer sangre, y si Miguel Bosé está guapo o no es el ultimísimo tema en nuestra lista de preocupaciones vitales. Vale.
El problema es que luego, este mismo criterio a la hora de opinar parece que es el que se aplica al escribir artículos en la sección de cultura de verdad, la de los meses que no hace calor, por lo visto, cuando se reclama un Nobel para Cabré, o cuando se habla de la de Rafel Nadal como una buena novela. Es el criterio del 'pues a mí me ha gustado' y punto.
Es una bobada: con una visión un poco global, podríamos llegar a la conclusión de que, si ella lo dice, las novelas de Nadal y Cabré son tan buenas como guapo está Miguel Bosé.
La verdad es que no me haría falta ni ladrar, pero ya he ladrado un poco más. Debe de ser la conciencia, ya les digo, si no ladrara, me quedaría con el runrún, la obligación moral pendiente de protestar al saber que la cultura que nos están vendiendo en masa es una porquería.
Sí. Podría callarme, la verdad, pero yo qué sé: es una cuestión de conciencia o algo así.
Una amiga trabaja en un departamento de prensa que hace unos meses se tuvo que encargar de hacerle unas fotos promocionales a Miguel Bosé. Llegó el día. Se encontraron con un Bosé envejecido, operadísimo, que no se veía bien en ninguna foto. El propio Bosé iba descartando las fotos, todas, de una en una, tal como se las enseñaban. Al final tuvieron que coger una y modificarla a base de capas de photoshop hasta que la imagen de Bosé se pareciera a cualquiera menos al Bosé que tenían delante. Le pregunté a mi amiga ¿pero está tan mal? Me respondió: Sí. Ha envejecido fatal.
Pocas semanas después, Bosé hace un concierto en Cap Roig. Esta es la crónica que se publicó en el Ara.
La foto es lo suficientemente explícita pero bueno, para gustos colores y las crónicas de verano, crónicas de verano son, y hace calor, y estamos de buen humor, y no hay que hacer sangre, y si Miguel Bosé está guapo o no es el ultimísimo tema en nuestra lista de preocupaciones vitales. Vale.
El problema es que luego, este mismo criterio a la hora de opinar parece que es el que se aplica al escribir artículos en la sección de cultura de verdad, la de los meses que no hace calor, por lo visto, cuando se reclama un Nobel para Cabré, o cuando se habla de la de Rafel Nadal como una buena novela. Es el criterio del 'pues a mí me ha gustado' y punto.
Es una bobada: con una visión un poco global, podríamos llegar a la conclusión de que, si ella lo dice, las novelas de Nadal y Cabré son tan buenas como guapo está Miguel Bosé.
La verdad es que no me haría falta ni ladrar, pero ya he ladrado un poco más. Debe de ser la conciencia, ya les digo, si no ladrara, me quedaría con el runrún, la obligación moral pendiente de protestar al saber que la cultura que nos están vendiendo en masa es una porquería.
Jordi Florit lo decía muy bien ayer. Decía 'popcorn' y lincaba el artículo de Enric Vila en El Punt. No tendría que ser así: las promesas de debate serio que suscitan ciertas cosas, hoy, se quedan en eso: promesas. Me hace pensar en la planta de fresas que tengo en el balcón: hoy sale una y dentro de un mes otra. Una fresa al mes no hace desayuno igual que palomitas tan espaciadas no hacen película.
(Además, sabiendo cómo puede escribir Vila, aquel artículo tenía pinta de haber sido hecho en plena canícula, a la hora de la siesta, o de haber sido rescatado directamente del cajón de descartes del articulista de vacaciones).
Qué lástima.
(Además, sabiendo cómo puede escribir Vila, aquel artículo tenía pinta de haber sido hecho en plena canícula, a la hora de la siesta, o de haber sido rescatado directamente del cajón de descartes del articulista de vacaciones).
Qué lástima.
dimarts, 14 d’agost del 2012
Capital y Estival #1: La Paresse
En la toma de conciencia de los propios actos, a veces, hay dos pasos.
El primero, suele ser un espejismo inducido: Uno, si cree tener la suficiente confianza con el otro como para ser graciosamente espontáneo, hace de manera bastante inconsciente, tal como sale; al otro le sienta mal eso que uno hace, lo dice, protesta, con lo que el sujeto agente, una vez superado el estupor por la exagerada reacción del otro, obtiene de esta primera toma de conciencia a la que le obligan la idea inicial de que ha hecho algo malo. Luego viene el segundo: El sujeto agente piensa de nuevo, pasada la tormenta, qué ha hecho; analiza sus intenciones y ve lo que ya sabía desde el principio: que en ellas no había nada de lo que le ha acaba de reprochar el otro.
Llegados a este punto, hay dos caminos: uno, sentirse mal por el daño inconsciente que le haya podido hacer a la otra persona; dos, quedarse tranquilo porque no ha sido él en realidad el responsable del daño que el otro cree haber recibido.
Habría un tercer camino: pensar que el otro ha utilizado cualquier excusa para poner tierra de por medio, que su daño es fingido. Pero este, especialmente en verano, con este calor, y más siendo una situación que tiende a repetirse con ya cansina frecuencia, es un verdadero incordio: mejor ignorarlo.
Capital y Estival #2: La Luxure
Saber qué y cómo, que el cuándo, en cambio, parezca que llegue de manera espontánea. Que se vayan sucediéndo caras, voces y hasta frases en procesión perfectamente coordinada; acudiendo sin llamada justo en el momento en el que les toca.
Es rápido porque es exacto. Es perfecto porque es imaginado.
Las siestas, luego -y más en verano- suelen ser de campeonato.
Capital y Estival #3: La Gourmandise
Hora de comer. A punto de acabarse Idiot Wind, de Dylan, en el tocadiscos. Hambre. Comida preparada en la nevera. Me levanto para calentarla, abro la nevera, se acaba la canción. Me he perdido el final; ni lo he escuchado. Cojo una cerveza, cierro la nevera, vuelvo a poner la canción desde el principio. Bebo, voy cantando. A ver si está en el Tube. No; en el Tube no hay Dylan. Hay un par de covers, eso sí, que no avisan de que no son Dylan. He parado el tocadiscos para empezar a escuchar las dos. He cerrado el tube, casi con rabia, y he vuelto a poner Idiot Wind desde el principio, en el disco. A ver si está en el Grooveshark y la cuelgo en Twitter. Sí. La escucho entera antes de colgarla, la cuelgo, la vuelvo a escuchar una vez en el Grooveshark y otra en el tocadiscos. Acabo la cerveza. La canción a la mitad. Espero sentada a que acabe. Voy a echarme una siesta. La vuelvo a escuchar desde el principio mientras me quedo dormida.
Agosto, Dylan. I can't even feed myself.
Capital y Estival #4: La Colère
(aka. Tú no eres mi amo)
-Hola, Gamera.
-Bufido.
-¿Tienes hambre?
-Bufido.
-A ver, vamos a buscar el plato.
-Bufido.
-Espera, que te lo lleno.
-Bufido.
-Vamos, al cuarto.
-Bufido.
-Mira, ¡sube!
-Bufido.
-¡Muy bien!
-Maullido rabioso.
-Hasta mañana, nena.
Capital y Estival #5: L'Orgueil
París, 5 de agosto.
Pierdo la cartera.
Pierdo la cartera en pleno Le Marais.
Por suerte, he dejado el pasaporte y la reserva del vuelo en el hotel, y estoy a tres calles de donde vive mi ex.
La última vez que mi ex estuvo en Barcelona, perdió la cartera y me llamó. Le dije que cómo tenía la jeta de llamarme después de cuatro años para pedirme pasta.
Eso no es nada. Le dije también que veía que seguía siendo el inútil de siempre: perder la cartera... igual que no ser capaz de mantener la nevera mínimamente surtida ni el lavabo mínimamente no asqueroso.
París, 5 de agosto.
Es mediodía, hace 35º a la sombra y el hotel está a unos diez kilómetros de donde yo he perdido la cartera.
Llego tres horas más tarde con el orgullo intacto pero deshidratada. A lo largo del camino he pasado por todos los sitios que mi ex me había ido enseñando en mi tiempo en París: la ópera, la sorbona, el barco en el que vivió su padre, aún amarrado en el Sena, les Halles, el mercado de flores...
París, 5 de agosto, 7pm.
He caminado diez kilómetros. La cabeza bien alta. Me siento miserable; debe de ser que estoy deshidratada.
Capital y Estival #6: L'Envie
(aka. La del escritor peninsular ante Xesca Ensenyat)
Peixatera, punyetera,
m'has venut el peix pudent
si no em tornes la pesseta ho diré a tota la gent.
Aquelles tripes d'en Pasqual -a l'endemig de les cames- havien espantat na Laida.
L'altre dia sa criada
va pixar dins un tassó
i li va dir, an es senyor
vat aquí sa llimonada.
Jo tenc un revolver d'or
que tira pòlvora blanca
si te l'atrac devers s'anca
se dispara i no fa tro
Capital y Estival #7: L'Avarice
He soñado con la presentación del libro. Se hacía en un teatro enorme. Estaba llenísimo de gente y a mí me ponían en la concha del apuntador, escondida. Protestaba. Decía que todo el mundo me había venido a ver a mí y no a ese tío que estaba en el escenario y que me miraba de reojo para que yo le fuera cantando qué tenía que decir. Eso cuando me miraba: la mayor parte del tiempo soltaba su rollo, que no tenía nada que ver conmigo.
Todo el mundo tenía ya el libro; yo me removía pensando 'han venido a verme a mí, quiero que me vean, quiero que me aplaudan'.
Tienen que saber dos cosas: Esto ha sido una pesadilla no tan referida al afán de protagonismo como a pavorcete que me da que llegue el día de la presentación.
Y: las pesadillas, en agosto, tienen más de pesadilla de despertarse sudando: realmente uno duerme ya sudando directamente.
En la toma de conciencia de los propios actos, a veces, hay dos pasos.
El primero, suele ser un espejismo inducido: Uno, si cree tener la suficiente confianza con el otro como para ser graciosamente espontáneo, hace de manera bastante inconsciente, tal como sale; al otro le sienta mal eso que uno hace, lo dice, protesta, con lo que el sujeto agente, una vez superado el estupor por la exagerada reacción del otro, obtiene de esta primera toma de conciencia a la que le obligan la idea inicial de que ha hecho algo malo. Luego viene el segundo: El sujeto agente piensa de nuevo, pasada la tormenta, qué ha hecho; analiza sus intenciones y ve lo que ya sabía desde el principio: que en ellas no había nada de lo que le ha acaba de reprochar el otro.
Llegados a este punto, hay dos caminos: uno, sentirse mal por el daño inconsciente que le haya podido hacer a la otra persona; dos, quedarse tranquilo porque no ha sido él en realidad el responsable del daño que el otro cree haber recibido.
Habría un tercer camino: pensar que el otro ha utilizado cualquier excusa para poner tierra de por medio, que su daño es fingido. Pero este, especialmente en verano, con este calor, y más siendo una situación que tiende a repetirse con ya cansina frecuencia, es un verdadero incordio: mejor ignorarlo.
Capital y Estival #2: La Luxure
Saber qué y cómo, que el cuándo, en cambio, parezca que llegue de manera espontánea. Que se vayan sucediéndo caras, voces y hasta frases en procesión perfectamente coordinada; acudiendo sin llamada justo en el momento en el que les toca.
Es rápido porque es exacto. Es perfecto porque es imaginado.
Las siestas, luego -y más en verano- suelen ser de campeonato.
Capital y Estival #3: La Gourmandise
Hora de comer. A punto de acabarse Idiot Wind, de Dylan, en el tocadiscos. Hambre. Comida preparada en la nevera. Me levanto para calentarla, abro la nevera, se acaba la canción. Me he perdido el final; ni lo he escuchado. Cojo una cerveza, cierro la nevera, vuelvo a poner la canción desde el principio. Bebo, voy cantando. A ver si está en el Tube. No; en el Tube no hay Dylan. Hay un par de covers, eso sí, que no avisan de que no son Dylan. He parado el tocadiscos para empezar a escuchar las dos. He cerrado el tube, casi con rabia, y he vuelto a poner Idiot Wind desde el principio, en el disco. A ver si está en el Grooveshark y la cuelgo en Twitter. Sí. La escucho entera antes de colgarla, la cuelgo, la vuelvo a escuchar una vez en el Grooveshark y otra en el tocadiscos. Acabo la cerveza. La canción a la mitad. Espero sentada a que acabe. Voy a echarme una siesta. La vuelvo a escuchar desde el principio mientras me quedo dormida.
Agosto, Dylan. I can't even feed myself.
Capital y Estival #4: La Colère
(aka. Tú no eres mi amo)
-Hola, Gamera.
-Bufido.
-¿Tienes hambre?
-Bufido.
-A ver, vamos a buscar el plato.
-Bufido.
-Espera, que te lo lleno.
-Bufido.
-Vamos, al cuarto.
-Bufido.
-Mira, ¡sube!
-Bufido.
-¡Muy bien!
-Maullido rabioso.
-Hasta mañana, nena.
Capital y Estival #5: L'Orgueil
París, 5 de agosto.
Pierdo la cartera.
Pierdo la cartera en pleno Le Marais.
Por suerte, he dejado el pasaporte y la reserva del vuelo en el hotel, y estoy a tres calles de donde vive mi ex.
La última vez que mi ex estuvo en Barcelona, perdió la cartera y me llamó. Le dije que cómo tenía la jeta de llamarme después de cuatro años para pedirme pasta.
Eso no es nada. Le dije también que veía que seguía siendo el inútil de siempre: perder la cartera... igual que no ser capaz de mantener la nevera mínimamente surtida ni el lavabo mínimamente no asqueroso.
París, 5 de agosto.
Es mediodía, hace 35º a la sombra y el hotel está a unos diez kilómetros de donde yo he perdido la cartera.
Llego tres horas más tarde con el orgullo intacto pero deshidratada. A lo largo del camino he pasado por todos los sitios que mi ex me había ido enseñando en mi tiempo en París: la ópera, la sorbona, el barco en el que vivió su padre, aún amarrado en el Sena, les Halles, el mercado de flores...
París, 5 de agosto, 7pm.
He caminado diez kilómetros. La cabeza bien alta. Me siento miserable; debe de ser que estoy deshidratada.
Capital y Estival #6: L'Envie
(aka. La del escritor peninsular ante Xesca Ensenyat)
Peixatera, punyetera,
m'has venut el peix pudent
si no em tornes la pesseta ho diré a tota la gent.
Aquelles tripes d'en Pasqual -a l'endemig de les cames- havien espantat na Laida.
L'altre dia sa criada
va pixar dins un tassó
i li va dir, an es senyor
vat aquí sa llimonada.
Jo tenc un revolver d'or
que tira pòlvora blanca
si te l'atrac devers s'anca
se dispara i no fa tro
Capital y Estival #7: L'Avarice
He soñado con la presentación del libro. Se hacía en un teatro enorme. Estaba llenísimo de gente y a mí me ponían en la concha del apuntador, escondida. Protestaba. Decía que todo el mundo me había venido a ver a mí y no a ese tío que estaba en el escenario y que me miraba de reojo para que yo le fuera cantando qué tenía que decir. Eso cuando me miraba: la mayor parte del tiempo soltaba su rollo, que no tenía nada que ver conmigo.
Todo el mundo tenía ya el libro; yo me removía pensando 'han venido a verme a mí, quiero que me vean, quiero que me aplaudan'.
Tienen que saber dos cosas: Esto ha sido una pesadilla no tan referida al afán de protagonismo como a pavorcete que me da que llegue el día de la presentación.
Y: las pesadillas, en agosto, tienen más de pesadilla de despertarse sudando: realmente uno duerme ya sudando directamente.
dilluns, 13 d’agost del 2012
divendres, 10 d’agost del 2012
Lluvia de ideas (qué nombre más feo: suena a entre práctica sexual y concurso de niños prodigio. Es verdad, llámale BRAINSTORM!!!)
THE MNAC RENAMING BRAINSTORM
(rebranding, mejor)
¡¡¡THE MNAC REBRANDING BRAINSTORM!!!
-Màrius Serra propone que pase a llamarse MANC, por lo del caballero de la mano en el pecho.
-Ese tenía mano.
-Ah, pues por el Manco de Lepanto.
-Ese era escritor, además, tiene que decir Barcelona en algún sitio.
-Pues Màrius Serra, fuera del comité.
Querer cambiarle el nombre a un museo porque es feo y si le pones un nombre bonito crees que vendrá más gente es muy de ponerse a gritar ¡mandahuevos! Es muy de tener un nivel de cerebro similar al nivel de cerebro del tío (vale, tía) que dice que Miguel Bosé, a sus sesenta o cincuentaymuchos, no sé, ha hecho un concierto y estaba muy guapo. Quiero decir, tanto el director del MNAC como la periodista que ha escrito el artículo sobre el concierto de Bosé se ponen en la cabeza de sus visitantes, uno, y de sus lectores, la otra, y ven que lo que a la gente le gusta es lo bonito de oír, leer y ver de buenas a primeras, sin profundizar demasiado en el asunto, pero NO lo bonito, de calidad, que pueda encontrarse dentro de un museo o de repertorio en un concierto, qué va, lo bonito superficial y punto: el nombre y la facha.
Piensan que la gente tiene conversaciones del tipo:
-¿Tocaba Miguel Bosé?
-Sí.
-¿Y qué tal para la edad que tiene?
-Guapísimo.
-Pues en la foto sale feo.
-Es que gana en persona.
-Ah, qué bien, iré a verle la próxima vez.
O que las tendrán del tipo:
-¿Vamos a ver el MACBA o vamos a ver este nuevo BCN OLD TIMES ARTS (BOTA) que hay en Montjuïc?
-Al BOTA, sin duda, que lleva la B de Barcelona.
-Pero el MACBA también la lleva; es más: no solo lleva la B sino que también lleva la A.
-Ya, pero no me negarás que BOTA es nombre de facilísima mnemotécnica a aplicar en caso de necesidad en comparación a ese noséquéBA que dices...
Lo malo es que igual tienen razón...
¡Es igual! No hay que dársela. Hay que resistirse, protestar, porque no protestando por esto, no viéndole la absurdidad al asunto, nos convertiríamos en cómplices del proceso de simplificación mental del mundo, que está muy avanzado, en serio, que ya ha llegado a las altas esferas museísticas y a las bajas redacciones de los diarios.
¿Es para preocuparse o no?
Ya verán cuándo empiecen con el renaming de las catedrales igual que ya han empezado con otras cosas de toda la vida. El bar Pepe de debajo de mi casa, ahora se llama Tandoori Nights y el mes de agosto en Barcelona, Ola de Calor Sahariana. No les digo más. Allá ustedes.
THE MNAC RENAMING BRAINSTORM
(rebranding, mejor)
¡¡¡THE MNAC REBRANDING BRAINSTORM!!!
-Màrius Serra propone que pase a llamarse MANC, por lo del caballero de la mano en el pecho.
-Ese tenía mano.
-Ah, pues por el Manco de Lepanto.
-Ese era escritor, además, tiene que decir Barcelona en algún sitio.
-Pues Màrius Serra, fuera del comité.
Querer cambiarle el nombre a un museo porque es feo y si le pones un nombre bonito crees que vendrá más gente es muy de ponerse a gritar ¡mandahuevos! Es muy de tener un nivel de cerebro similar al nivel de cerebro del tío (vale, tía) que dice que Miguel Bosé, a sus sesenta o cincuentaymuchos, no sé, ha hecho un concierto y estaba muy guapo. Quiero decir, tanto el director del MNAC como la periodista que ha escrito el artículo sobre el concierto de Bosé se ponen en la cabeza de sus visitantes, uno, y de sus lectores, la otra, y ven que lo que a la gente le gusta es lo bonito de oír, leer y ver de buenas a primeras, sin profundizar demasiado en el asunto, pero NO lo bonito, de calidad, que pueda encontrarse dentro de un museo o de repertorio en un concierto, qué va, lo bonito superficial y punto: el nombre y la facha.
Piensan que la gente tiene conversaciones del tipo:
-¿Tocaba Miguel Bosé?
-Sí.
-¿Y qué tal para la edad que tiene?
-Guapísimo.
-Pues en la foto sale feo.
-Es que gana en persona.
-Ah, qué bien, iré a verle la próxima vez.
O que las tendrán del tipo:
-¿Vamos a ver el MACBA o vamos a ver este nuevo BCN OLD TIMES ARTS (BOTA) que hay en Montjuïc?
-Al BOTA, sin duda, que lleva la B de Barcelona.
-Pero el MACBA también la lleva; es más: no solo lleva la B sino que también lleva la A.
-Ya, pero no me negarás que BOTA es nombre de facilísima mnemotécnica a aplicar en caso de necesidad en comparación a ese noséquéBA que dices...
Lo malo es que igual tienen razón...
¡Es igual! No hay que dársela. Hay que resistirse, protestar, porque no protestando por esto, no viéndole la absurdidad al asunto, nos convertiríamos en cómplices del proceso de simplificación mental del mundo, que está muy avanzado, en serio, que ya ha llegado a las altas esferas museísticas y a las bajas redacciones de los diarios.
¿Es para preocuparse o no?
Ya verán cuándo empiecen con el renaming de las catedrales igual que ya han empezado con otras cosas de toda la vida. El bar Pepe de debajo de mi casa, ahora se llama Tandoori Nights y el mes de agosto en Barcelona, Ola de Calor Sahariana. No les digo más. Allá ustedes.
dijous, 9 d’agost del 2012
Javier dice: ¿A que no sabéis por qué se llama Circo Zaragoza el circo que sale en una peli americana que vi ayer?
Y yo me acuerdo de, y le cuento, la historia de la tía abuela de Gemma, que era de un pueblo aragonés por el que un día pasó el circo y ella huyó con ellos, llegó a ser la primera mujer que metió la cabeza en la boca de un león, cuando llegó la guerra se fueron a Europa, pero en Europa estaban también tan mal en aquella época que no tenían con qué alimentar a los animales, así que tuvieron que sacrificarlos. Ella, que lloraba cuando lo contaba, tenía guardado un mechón de pelo de cada animal.
Y me responden: No, es porque el ilustrador de la peli se llama Carlos Zaragoza.
La realidad, que me mata.
Y yo me acuerdo de, y le cuento, la historia de la tía abuela de Gemma, que era de un pueblo aragonés por el que un día pasó el circo y ella huyó con ellos, llegó a ser la primera mujer que metió la cabeza en la boca de un león, cuando llegó la guerra se fueron a Europa, pero en Europa estaban también tan mal en aquella época que no tenían con qué alimentar a los animales, así que tuvieron que sacrificarlos. Ella, que lloraba cuando lo contaba, tenía guardado un mechón de pelo de cada animal.
Y me responden: No, es porque el ilustrador de la peli se llama Carlos Zaragoza.
La realidad, que me mata.
dimecres, 8 d’agost del 2012
Eso que hace Baroja de, de repente, resumirte en una página exactamente qué te lleva diciendo durante las doscientas anteriores.
Muchos de aquellos hombres sin haber repensado teoría alguna política o social, tenían no sólo la certidumbre de su realidad, sino el dogmatismo, el fanatismo y hasta la sed de martirio. ¿Quién podrá afirmar con más fuerza una cosa que el que no la comprende?
Estos hombres se dejaban llevar por la corriente sentimental del momento y eran capaces de hacer por ella el sacrificio de su vida.
En nuestro tiempo, más que en ningún otro, después de la Reforma y de la Revolución se da el caso de los pueblos y de los individuos que viven con un sentimentalismo distinto y a veces antagónico a sus ideas.
Las generaciones han ido moldeando nuestros instintos, lo consciente y lo inconsciente, les han dado una forma, un sentido; pero en este conglomerado de nuestra personalidad, la inteligencia se ha separado de sus viejos compañeros y ha empezado a marchar sola.
Así, nuestra época ha dado, más que ninguna otra, santos sin ideas religiosas, ateos místicos, mujeres honradas con alma de cortesanas y cortesanas con aspiraciones de monja.
Ante esta disociación de su personalidad, el hombre, que antes que nada quiere creer y poner un pie firme sobre la tierra, mira a su alrededor y cuando encuentra una ruta la va siguiendo.
Sus antepasados no escogían, se dejaban llevar, los hombres actuales escogen, de ahí su desgracia.
Y, a partir de aquí, todos los personajes que ha ido describiendo de uno en uno, por separado, y todas las líneas de acción de 'La veleta de Gastizar', coinciden, se complementan, se dan sentido unas a otras y van juntas hasta el final.
Yo ya no quiero leer nunca más nada que no sea tan redondo como esto.
Muchos de aquellos hombres sin haber repensado teoría alguna política o social, tenían no sólo la certidumbre de su realidad, sino el dogmatismo, el fanatismo y hasta la sed de martirio. ¿Quién podrá afirmar con más fuerza una cosa que el que no la comprende?
Estos hombres se dejaban llevar por la corriente sentimental del momento y eran capaces de hacer por ella el sacrificio de su vida.
En nuestro tiempo, más que en ningún otro, después de la Reforma y de la Revolución se da el caso de los pueblos y de los individuos que viven con un sentimentalismo distinto y a veces antagónico a sus ideas.
Las generaciones han ido moldeando nuestros instintos, lo consciente y lo inconsciente, les han dado una forma, un sentido; pero en este conglomerado de nuestra personalidad, la inteligencia se ha separado de sus viejos compañeros y ha empezado a marchar sola.
Así, nuestra época ha dado, más que ninguna otra, santos sin ideas religiosas, ateos místicos, mujeres honradas con alma de cortesanas y cortesanas con aspiraciones de monja.
Ante esta disociación de su personalidad, el hombre, que antes que nada quiere creer y poner un pie firme sobre la tierra, mira a su alrededor y cuando encuentra una ruta la va siguiendo.
Sus antepasados no escogían, se dejaban llevar, los hombres actuales escogen, de ahí su desgracia.
Y, a partir de aquí, todos los personajes que ha ido describiendo de uno en uno, por separado, y todas las líneas de acción de 'La veleta de Gastizar', coinciden, se complementan, se dan sentido unas a otras y van juntas hasta el final.
Yo ya no quiero leer nunca más nada que no sea tan redondo como esto.
dimarts, 7 d’agost del 2012
Había dos cosas que yo quería tener cuando era pequeña: una crisis de fe y una enfermedad que me tuviera en la cama un año entero seguido. Todo esto era culpa de la literatura, claro: nos hartábamos de estudiar vidas de escritores para el examen; vidas de escritores y dos o tres títulos de libros de cada uno.
De los escritores, había los que habían estado un año entero en la cama, con tuberculosis o similares, y que durante ese año entero no habían parado de leer. Y luego había los que habían tenido una crisis de fe que les había trastocado el mundo según lo conocían.
Lo de tener una enfermedad larga lo decía con la boca pequeña yo, claro. La crisis de fe, en cambio, La quería tanto que en clase de religión, en el cole, escuchaba todo lo que decía el cura y me lo creía hasta el fondo para estar preparadísima para el día en que dejara de creerlo: para que fuera realmente una crisis de las gordas, de las bestias, de las de decir, joder, he estado engañada toda la vida, y tirarme de los pelos. La quería tanto que la tuve antes de tiempo: descubrí que preparándome para el día en el que dejara de creerlo todo, ya no me creía lo que salía de la boca del cura desde el mismo momento en que lo decía. Yo escuchaba y pensaba 'sí, sí, pero un día todo esto dejará de ser verdad'. Y dejando de ser verdad, ya era todo mentira.
Coló tan poco en casa, lo de mi crisis de fe, que el día que le dije a mi madre que ya no quería ir a misa porque dudaba de todo y, dudando de todo, yo era la mayor perjudicada porque el mundo ya no tenía ningún sentido (imagínate cuánto debo de estar sufriendo, mamá), lo único que me gané fue que mi madre llamara a mi padre y que mi padre saliera de detrás de su periódico para personificarse en mi habitación -yo, en pijama, a media hora de empezar la misa- a espetarme un déjate de hostias, cuando de hostias era precisamente de lo que me quería dejar yo. Crisis hubo al final, aunque no fue tanto que yo no entendiera el mundo como que el mundo no me entendía a mí.
Insoportable: fui una adolescente insoportable.
Y después de este inciso, vuelvo a Baroja, que tengo a medias 'La veleta de Gastizar'.
De los escritores, había los que habían estado un año entero en la cama, con tuberculosis o similares, y que durante ese año entero no habían parado de leer. Y luego había los que habían tenido una crisis de fe que les había trastocado el mundo según lo conocían.
Lo de tener una enfermedad larga lo decía con la boca pequeña yo, claro. La crisis de fe, en cambio, La quería tanto que en clase de religión, en el cole, escuchaba todo lo que decía el cura y me lo creía hasta el fondo para estar preparadísima para el día en que dejara de creerlo: para que fuera realmente una crisis de las gordas, de las bestias, de las de decir, joder, he estado engañada toda la vida, y tirarme de los pelos. La quería tanto que la tuve antes de tiempo: descubrí que preparándome para el día en el que dejara de creerlo todo, ya no me creía lo que salía de la boca del cura desde el mismo momento en que lo decía. Yo escuchaba y pensaba 'sí, sí, pero un día todo esto dejará de ser verdad'. Y dejando de ser verdad, ya era todo mentira.
Coló tan poco en casa, lo de mi crisis de fe, que el día que le dije a mi madre que ya no quería ir a misa porque dudaba de todo y, dudando de todo, yo era la mayor perjudicada porque el mundo ya no tenía ningún sentido (imagínate cuánto debo de estar sufriendo, mamá), lo único que me gané fue que mi madre llamara a mi padre y que mi padre saliera de detrás de su periódico para personificarse en mi habitación -yo, en pijama, a media hora de empezar la misa- a espetarme un déjate de hostias, cuando de hostias era precisamente de lo que me quería dejar yo. Crisis hubo al final, aunque no fue tanto que yo no entendiera el mundo como que el mundo no me entendía a mí.
Insoportable: fui una adolescente insoportable.
Y después de este inciso, vuelvo a Baroja, que tengo a medias 'La veleta de Gastizar'.
Una vez le dije a Víctor que lo que fallaría de la cosa ecologista sería lo que en un principio pareció que le haria triunfar, a saber, la relevancia que estaba cogiendo la cosa festiva, juvenil, del asunto.
Que de repente un movimiento que hablaba del fin del mundo, de la tierra directamente achicharrada por el Sol a través de un agujero en una cosa que nadie sabía que existia hasta entonces, la capa de ozono, adquiriera aires de fiesta, de excursionismo, de kumbayá y de ritmillo de bongos en el Parc de la Ciutadella, que suponían la aceptación del movimiento por parte del sector juvenil de la sociedad, aunque hizo que pareciera que la cosa tenía futuro, lo que estaba haciendo en realidad era convertir la cosa en algo a superar, algo de lo que renegar en el futuro, como si de un episodio adolescente cualquiera se tratara.
Pasó un poco lo mismo con el movimiento independentista: hasta lo jarraitu se vistió de fiesta, hostia, qué falta de conciencia del yo como pobre actor contra el mundo. Qué manera más absurda de creernos poderosos simplemente por salir a la calle a ritmo de batucada. Qué manera más bestial de banalizar problemones.
Suerte que ha habido gente que ha sabido retratar el asunto desde un punto de vista más realista. Suerte que el arte, el de verdad, mantiene su función de recolocarnos ante el mundo a escala real. Y suerte que Palumbus Todó está ahí para recordárnoslo de vez en cuando.
Que de repente un movimiento que hablaba del fin del mundo, de la tierra directamente achicharrada por el Sol a través de un agujero en una cosa que nadie sabía que existia hasta entonces, la capa de ozono, adquiriera aires de fiesta, de excursionismo, de kumbayá y de ritmillo de bongos en el Parc de la Ciutadella, que suponían la aceptación del movimiento por parte del sector juvenil de la sociedad, aunque hizo que pareciera que la cosa tenía futuro, lo que estaba haciendo en realidad era convertir la cosa en algo a superar, algo de lo que renegar en el futuro, como si de un episodio adolescente cualquiera se tratara.
Pasó un poco lo mismo con el movimiento independentista: hasta lo jarraitu se vistió de fiesta, hostia, qué falta de conciencia del yo como pobre actor contra el mundo. Qué manera más absurda de creernos poderosos simplemente por salir a la calle a ritmo de batucada. Qué manera más bestial de banalizar problemones.
Suerte que ha habido gente que ha sabido retratar el asunto desde un punto de vista más realista. Suerte que el arte, el de verdad, mantiene su función de recolocarnos ante el mundo a escala real. Y suerte que Palumbus Todó está ahí para recordárnoslo de vez en cuando.
dilluns, 6 d’agost del 2012
Esta tarde he tenido que interrumpir el interrogatorio de McNulty a D'Angelo, lo he dejado en stand by un momento, para salir al balcón justo a tiempo para ver cómo un coche patrulla y cinco motos de policía paraban a la puerta del bar de enfrente de casa y uno de los polis ponía cara a la pared a un tipo para cachearle, mientras otro pedía documentación y los cinco restantes se repartían por las esquinas de Sant Pacià con Carretes e iban haciendo circular a los mirones. Para mirones todos los gitanos que en ese momento salían a la puerta de la iglesia evangelista que hay un bloque más abajo y los vecinos de mi bloque y del de enfrente, yo incluída, mirando en ropa de estar por casa en verano -esas camisetas imperio y calzoncillos viejos- desde los balcones.
La poli se ha ido, los gitanos han vuelto a entrar en la iglesia, que es una bajera, y los vecinos hemos vuelto a nuestros McNulties y Dees de ficción, que nos estaban salvando el día, que nos andaban elevando la épica de los asuntillos del barrio. Si no es por ellos, todo sería solo camisetas imperio y calzoncillos viejos, y eso, niggas, sería horroroso, horroroso incluso en verano.
La poli se ha ido, los gitanos han vuelto a entrar en la iglesia, que es una bajera, y los vecinos hemos vuelto a nuestros McNulties y Dees de ficción, que nos estaban salvando el día, que nos andaban elevando la épica de los asuntillos del barrio. Si no es por ellos, todo sería solo camisetas imperio y calzoncillos viejos, y eso, niggas, sería horroroso, horroroso incluso en verano.
dissabte, 4 d’agost del 2012
Uy, oy, sí, la gente está muy enfadada.
Un día, pocas semanas después de la gran manifestación del 'No a la guerra' famoso de 2003 (joder, hace casi ya diez años), iba yo por las Ramblas cuando me adelantó un señor que llevaba al cuello a un crío de unos tres años. Las Ramblas petadas de gente, como siempre. El crío, viendo la marabunta desde las alturas, tirando de memoria reciente, que es la única memoria que tienen los críos, se puso a gritar sin ton ni son: ¡no-ala-guerra! La gente riendo y jaleando y gritando no-ala-guerra también dando un par de palmas por aquí, levantando un puño hacia el crío por allá. Jijijí, jajajá, el crío riendo, el padre orgulloso y Estados Unidos destrozando Irak. Pero el niño riendo y el padre orgulloso. E Irak, invadido. Y el niño riendo y el padre orgulloso y la gente jaleando. Y Bagdad destrozado. Y oh, qué grande fue aquella manifestación. Y oh, qué bestia fue aquella guerra; sí, sí, pero cómo salimos todos a la calle, ¿eh? Qué emocionante.
Miren, yo soy una nostálgica. Yo tengo batallitas de manifestaciones en las que me lo pasé de todo menos bien, en las que me vi detrás de un coche pensando, joder, joder, mira que me han dicho en casa que ni se me ocurriera meterme. Yo tengo recuerdos de mi más tierna infancia, con mis amigos, en el cole, cantando melón, sandía, cabeza de policía, repitiéndolo en casa y mi padre, amenaza de sopapo mediante, intentando quitarme el eslogan de la cabeza, porque los melones y sandías, efectivamente, se abrían y las cabezas de policía, efectivamente, se abrían también. Quiero decir, las manifestaciones eran de verdad y lo que se decía en ellas, lo era también. Y se hacía. La cosa no acababa en la manifestación, no era un festival aquello, por eso a nadie se le ocurría llevar al crío, por eso a nadie le hacía gracia que el crío fuera luego por ahí repitiendo el eslogan.
¡No-ala-guerra!, el crío riendo, el padre orgulloso, la gente jaleando e Irak invadido. ¿Ven cómo no es serio esto de ahora? ¿Ven cómo para Adelson, el macroconcierto que se está organizando para septiembre en contra de Eurovegas, lo único que va a ser es eso, un concierto que será macro simplemente porque toca Estopa y no sé quién más y es gratis?
Hubo una época en la que las manifestaciones estaban directamente relacionadas con la cosa que se gritaba en ellas, no con la foto que saldría después en el periódico ni con la gracia que haría después el crío gritando ¡no-aeuro-vegas!, ay, sí, qué mono; tan mono como mi sobrina de tres años cuando le enseñé a responder muy seria 'Houellebecq' a la pregunta '¿qué lees ahora?', y mi hermana, mi cuñado y yo, jijijí, jajajá, y ella, animada después porque nos reíamos, paseándose por toda la casa, cantando ¡houe-lle-becq-houe-lle-becq-houe-lle-becq!, y riéndose también.
Monitos de repetición, eso somos. Esa es la gracia que hacemos. Esa es la manera en la que no vamos a ningún lado.
En la foto, dos manifestantes tras sendas pancartas, según Adelson. (Aina lo mismo grita houe-lle-becq que grita vi-lamatas, que está en contra de la subida del IVA, que se desgañita mode anti-eurovegas on. En fin, la vida misma).
Un día, pocas semanas después de la gran manifestación del 'No a la guerra' famoso de 2003 (joder, hace casi ya diez años), iba yo por las Ramblas cuando me adelantó un señor que llevaba al cuello a un crío de unos tres años. Las Ramblas petadas de gente, como siempre. El crío, viendo la marabunta desde las alturas, tirando de memoria reciente, que es la única memoria que tienen los críos, se puso a gritar sin ton ni son: ¡no-ala-guerra! La gente riendo y jaleando y gritando no-ala-guerra también dando un par de palmas por aquí, levantando un puño hacia el crío por allá. Jijijí, jajajá, el crío riendo, el padre orgulloso y Estados Unidos destrozando Irak. Pero el niño riendo y el padre orgulloso. E Irak, invadido. Y el niño riendo y el padre orgulloso y la gente jaleando. Y Bagdad destrozado. Y oh, qué grande fue aquella manifestación. Y oh, qué bestia fue aquella guerra; sí, sí, pero cómo salimos todos a la calle, ¿eh? Qué emocionante.
Miren, yo soy una nostálgica. Yo tengo batallitas de manifestaciones en las que me lo pasé de todo menos bien, en las que me vi detrás de un coche pensando, joder, joder, mira que me han dicho en casa que ni se me ocurriera meterme. Yo tengo recuerdos de mi más tierna infancia, con mis amigos, en el cole, cantando melón, sandía, cabeza de policía, repitiéndolo en casa y mi padre, amenaza de sopapo mediante, intentando quitarme el eslogan de la cabeza, porque los melones y sandías, efectivamente, se abrían y las cabezas de policía, efectivamente, se abrían también. Quiero decir, las manifestaciones eran de verdad y lo que se decía en ellas, lo era también. Y se hacía. La cosa no acababa en la manifestación, no era un festival aquello, por eso a nadie se le ocurría llevar al crío, por eso a nadie le hacía gracia que el crío fuera luego por ahí repitiendo el eslogan.
¡No-ala-guerra!, el crío riendo, el padre orgulloso, la gente jaleando e Irak invadido. ¿Ven cómo no es serio esto de ahora? ¿Ven cómo para Adelson, el macroconcierto que se está organizando para septiembre en contra de Eurovegas, lo único que va a ser es eso, un concierto que será macro simplemente porque toca Estopa y no sé quién más y es gratis?
Hubo una época en la que las manifestaciones estaban directamente relacionadas con la cosa que se gritaba en ellas, no con la foto que saldría después en el periódico ni con la gracia que haría después el crío gritando ¡no-aeuro-vegas!, ay, sí, qué mono; tan mono como mi sobrina de tres años cuando le enseñé a responder muy seria 'Houellebecq' a la pregunta '¿qué lees ahora?', y mi hermana, mi cuñado y yo, jijijí, jajajá, y ella, animada después porque nos reíamos, paseándose por toda la casa, cantando ¡houe-lle-becq-houe-lle-becq-houe-lle-becq!, y riéndose también.
Monitos de repetición, eso somos. Esa es la gracia que hacemos. Esa es la manera en la que no vamos a ningún lado.
En la foto, dos manifestantes tras sendas pancartas, según Adelson. (Aina lo mismo grita houe-lle-becq que grita vi-lamatas, que está en contra de la subida del IVA, que se desgañita mode anti-eurovegas on. En fin, la vida misma).
divendres, 3 d’agost del 2012
Mi madre oye la radio todo el día. La suele tener puesta en
la cocina, a todo trapo porque también tiene ahí metiendo ruido a dos o tres
pucheros o sartenes al fuego y el extractor conectado.
La radio suena por encima. La radio sobresuena el follón de
la cocina.
Mi madre va acabando de cocinar: apaga un fuego, apaga otro,
apaga el extractor y queda solo la voz del locutor de turno dando las noticias,
por ejemplo, a grito pelao. Entoces ella grita aún más que él; grita que
vayamos a la cocina. Entramos, nos sentamos cada uno en nuestro sitio en la
mesa. Esa mesa ha viajado con nosotros de casa en casa y, quinientos kilómetros
más para allá, cinc-cents quilòmetres més cap aquí, la colocación de la familia
en esa mesa a la hora de comer ha sido y será siempre la misma, tan exactamente
la misma que me he llegado a preguntar si no será esa colocación a la mesa el
concepto ‘Familia’ en sí; y si no serán todas las familias, tristes o felices, iguales,
igual que distintas son todas las mesas de las cocinas.
Nos sentamos, digo, y siempre hay alguien que suelta ¡la
radio, mamá! Y mi madre responde ay, sí, es que ni la oigo. Ni la oye pero
inmediatamente la apaga, se sienta, y se pone a cantar noticias, canta y come, come
y comenta. Y nosotros vamos también comiendo y diciendo ah, ¿sí?, sí hombre…, ¡anda
ya!, a todo lo que mi madre cuenta que no ha oído por la radio en la cocina.
Mi madre últimamente a veces se sienta a escuchar la radio
de la cocina. Yo no lo he visto pero me lo ha contado. Primero me cuenta que lo
hará cuando me llama para preguntarme a qué hora salgo, y luego me cuenta que
lo ha hecho cuando me llama para decirme que muy bien. Esto pasa cada vez que
voy al Cabaret Elèctric, de iCat FM, esa emisora que ahora amenazan con retirar
de las ondas para dejarla solo por internet.
Cuando me he enterado de esta última amenaza, primero me he
preguntado qué harían con el FM del nombre; luego he pensado que ya era esto el
futuro: todo por internet; y para terminar me he imaginado que va a ser un poco
difícil que mi madre lo entienda.
Nada, que se va a cabrear, mi madre, porque ella oye la
radio en la cocina y a veces lo hace sentada en SU sitio de la mesa, reproduciendo
un poco, aunque esté sola, EL concepto Familia. Y si ahora se tiene que ir al
despacho a encender el ordenador para escuchar a la nena hablando de libros en
el Cabaret Eléctric de iCat FM, mientras el resto de las emisoras puede seguir
escuchándolas en la cocina como le gusta a ella, en familia aunque no esté la familia, pues va a pensar que es un
supertimo esto del futuro o que alguien está haciendo las cosas fatal. Y va a
tener toda la razón.
dimecres, 1 d’agost del 2012
Na Xesca Ensenyat escrivia, sí, però na Xesca Ensenyat sobretot cantava!
A Mangata hi havia la Cova Blava. Si pensava endur-se'n aquella pedra grossa foradada, perquè el bot no li fugís, el deixaria ben blau; ben blau al bot, amb l'amarra passada per un caramell de la Roca Lila, que també era blava. Lila, la Roca just ho era davall l'aigua. Tanmateix, tota sola na Laida no s'hi veuria, blava. La Cova Blava no era com un mirall: l'havien de veure blava els altres.
Una altra vida. (Lleonard Muntaner, 2012).
A Mangata hi havia la Cova Blava. Si pensava endur-se'n aquella pedra grossa foradada, perquè el bot no li fugís, el deixaria ben blau; ben blau al bot, amb l'amarra passada per un caramell de la Roca Lila, que també era blava. Lila, la Roca just ho era davall l'aigua. Tanmateix, tota sola na Laida no s'hi veuria, blava. La Cova Blava no era com un mirall: l'havien de veure blava els altres.
Una altra vida. (Lleonard Muntaner, 2012).
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