diumenge, 15 de setembre del 2013

Lo de Cercas me pilla escribiendo en otro sitio que la democracia tiene alma mainstream; que en un país de millones de votantes, más te vale fundar un partido que recoja y encaje en el pensamiento común de al menos unos cuantos cientos de miles de personas, si quieres que éste cuente con un mínimo de visibilidad; y eso es lo que se viene haciendo últimamente en Cataluña, no con un partido nuevo sino con la posibilidad de un estatus nuevo: la independencia.

Pero la independencia, no se engañen, no es una cosa que se haya inventado nadie a título personal o a título partidista; la independencia ya estaba: no hay más que haber seguido la literatura catalana -la buena, o sea, la que era lo suficientemente importante como para haberse ganado la incierta gloria de haberse visto obligada a sobrevivir fuera de su medio ambiente ideal: un país de receptores que, estando a favor o no de sus postulados, al menos hablaran su mismo idioma. La independencia ya estaba: no hay más que haber seguido la historia con sus recuentos de muertos por la causa; muertos que habiendo acabado en el lado de los perdedores, parecían haber acabado también en el lado de los desaparecidos; desaparecidos ellos y desaparecida su intención, su lucha, su motivo: la independencia.

Yo, estoy harta de explicarlo, vengo de un sitio en el que, no hace tanto, ser independentista era ser terrorista; terrorista con sangre, con muertos. Vengo de un sitio en el que no hace tanto el 'unanimismo', por utilizar el mismo término que Cercas le roba a Vilar, provocaba, sí, ese mismo temor del que habla en su artículo por expresar la disidencia, sólo que la disidencia entonces, criminalizada además, recuerden, era todo lo contrario a lo de ahora: era ser independentista. Y a esto último también ha sobrevivido la independencia.

Muerta la rabia (el terrorismo), ha vuelto a salir a flote la independencia. Que no me venga ahora Cercas con que el derecho a decidir es instrumento de nada: el derecho a decidir es, como mucho, oficialización, constatación de una cosa que ya está decidida; que hemos decidido pese a la historia, pese a la dictadura, pese al terrorismo; es un dato que solo falta poner sobre el papel, convertirlo en número. ¿Le parece esto a Cercas poco democrático, de verdad? Porque a mí me parece casi la última barrera de la democracia que queda por superar; me parece casi un acto de justicia que se le debe a todo el mundo que algún día tuvo la idea de la independencia en la cabeza y se la tuvo que comer con patatas si no quería acabar en la cárcel o en una cuneta.

Cercas se pregunta si existe una mayoría que realmente quiera la independencia; bueno, no sé. Lo que sí que existe ahora es la manera de saberlo, y lo terrible es que hasta ahora no había existido por culpa de ese 'unanimismo' que Cercas utiliza para desacreditar justo lo que hasta ahora había sido víctima de aquel otro 'unanimismo' que, al menos en mi pueblo, durante muchos años nos ha tenido la boca callada a unos cuantos, a una mayoría, ésta, sí que bien silenciosa: la que no quería bombas, la que no quería muertos pero sí independencia; una mayoría a la que, en fin, no dejaban abrir la boca y, por tanto, no acababa de constar. Y creo que ya va siendo hora de que lo haga.