Como siempre, todo acaba en Dylan.
diumenge, 18 de setembre del 2011
Del momento en el que alguien se te cruza en el camino y piensas, ah, era eso.
Ayer compartí trayecto de metro, un par de paradas nada más y de casualidad, con Pau Urgell.
Pau Urgell acaba de publicar un libro, "El collidor de vesc", que yo no me habría leído si su editor, Jordi Quer, no me hubiera ofrecido participar un poquito en su lanzamiento: necesitaban a alguien que les echara una mano con la promoción en Barcelona y yo, en ese momento, pasaba por allí.
Llevo semanas enviando mails con sinopsis y cubiertas adjuntadas, ya he hablado casi todo lo que tenía que hablar de este libro y no voy a volver sobre el tema aquí pero sí voy a hablar de Pau Urgell.
Dos paradas de metro no dan para mucho: intercambio de saludos, que si te quedas en Barcelona hoy, que si sí, voy a dormir a casa de mi primo. Hablamos un poquito del libro, de un par de detalles que a mí me gustaron y que él, confesó, dudaba de si funcionarían o no en la historia. Entonces le pregunté ¿estás contento? Me dijo que sí, que mucho, y que lo estaría igual aunque no le hubieran publicado el libro. Y me lo dijo con una alegría en los ojos que yo me puse contenta también. Y en ese momento, me vino a la cabeza la imagen de Josep Cots sentado en la caseta de Club Editor, leyendo el libro de Pau con una medio sonrisa en la cara, ajeno a que Pau estaba diez metros más allá. Y la de Jordi exultante, diciéndome: mira, Cots está leyendo el libro y hace un momento nos hemos mirado y me ha hecho la señal de muy bien con el pulgar.
Pau ayer firmaba en la Fira del Llibre Català. No hubo avalancha de gente, no hubo cola de fans delante de la caseta, no hubo fotos de admiradores con el autor, lo único que hubo fue lo único que debería haber y que no sé cómo ni en qué momento pasó a ser relegado a un segundo plano, ahí, detrás de los pimpampums de subnormalidad mediática: lo único que hubo fue un escritor (Pau) contento de haber acabado una historia, un editor (Jordi) que ha querido apostar a muerte por esa historia y un lector (Cots) que la estaba disfrutando.
Era el círculo perfecto, no hacía falta nada más. Era eso, en serio.
Ayer compartí trayecto de metro, un par de paradas nada más y de casualidad, con Pau Urgell.
Pau Urgell acaba de publicar un libro, "El collidor de vesc", que yo no me habría leído si su editor, Jordi Quer, no me hubiera ofrecido participar un poquito en su lanzamiento: necesitaban a alguien que les echara una mano con la promoción en Barcelona y yo, en ese momento, pasaba por allí.
Llevo semanas enviando mails con sinopsis y cubiertas adjuntadas, ya he hablado casi todo lo que tenía que hablar de este libro y no voy a volver sobre el tema aquí pero sí voy a hablar de Pau Urgell.
Dos paradas de metro no dan para mucho: intercambio de saludos, que si te quedas en Barcelona hoy, que si sí, voy a dormir a casa de mi primo. Hablamos un poquito del libro, de un par de detalles que a mí me gustaron y que él, confesó, dudaba de si funcionarían o no en la historia. Entonces le pregunté ¿estás contento? Me dijo que sí, que mucho, y que lo estaría igual aunque no le hubieran publicado el libro. Y me lo dijo con una alegría en los ojos que yo me puse contenta también. Y en ese momento, me vino a la cabeza la imagen de Josep Cots sentado en la caseta de Club Editor, leyendo el libro de Pau con una medio sonrisa en la cara, ajeno a que Pau estaba diez metros más allá. Y la de Jordi exultante, diciéndome: mira, Cots está leyendo el libro y hace un momento nos hemos mirado y me ha hecho la señal de muy bien con el pulgar.
Pau ayer firmaba en la Fira del Llibre Català. No hubo avalancha de gente, no hubo cola de fans delante de la caseta, no hubo fotos de admiradores con el autor, lo único que hubo fue lo único que debería haber y que no sé cómo ni en qué momento pasó a ser relegado a un segundo plano, ahí, detrás de los pimpampums de subnormalidad mediática: lo único que hubo fue un escritor (Pau) contento de haber acabado una historia, un editor (Jordi) que ha querido apostar a muerte por esa historia y un lector (Cots) que la estaba disfrutando.
Era el círculo perfecto, no hacía falta nada más. Era eso, en serio.
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