Todos en pie: habla la Sargento (&co.) de La Patrulla de Salvación en el post del 7 de junio:
-¿... por qué nos repiten machaconamente desde EL PAÍS que en El Huffington Post se defienden valores progresistas? Te lo pregunto porque esta señora, Arianna Huffington, se hizo famosa en EEUU, durante los años 90’s, por sus artículos y comentarios ultra conservadores. Apoyó a algunos de los candidatos políticos más derechistas como Newt Gingrich y su “Revolución Republicana” y Bob Dole cuando fue candidato a la presidencia de los USA. Y antes de fundar la web que la ha hecho famosa, tenía otras dos páginas, ariannaonline.com y resignation.com. En esta última hacía campaña para que Bill Clinton presentara la dimisión cuando el “İmpeachment” de 1998 (aquí).
[Advertencia: No intenten entrar en las viejas páginas de doña Arianna Huffington porque ya no hay nada, están borradas.]
-Pero luego cambió de ideas, Margaret. Hay que saber que The Huffington Post se lanza en 2005, en pleno mandato de George W. Bush y con las ideas neo conservadoras en todo su apogeo. Dar caña al gobierno trae siempre más lectores. Además, Bush hijo daba mucho juego como “punching ball”. Ahora, desde su web, continúan criticando duramente al partido republicano y al “Tea party”, pero no es como antes.
-Ahora entiendo por qué esta señora ha hecho tan buenas migas con Juan Luis Cebrian. Porque Cebrían fue franquista, lo sabías ¿no? Todo el mundo tiene derecho a cambiar de ideas políticas, es verdad. Pero es curioso observar cómo algunos conservadores han sabido empaquetar y vender su producto. Es algo digno de estudio.
... y servidora, que desde hace años no sabía -como no sabe James Sveck, el prota de 'Algún día este dolor te será útil', la fantástica novelita de Peter Cameron que acaba de publicar Libros del Asteroide- porqué me sentía tan cercado, irritado y amenazado por cosas que no me gustan, de repente hace oh wait! y ata cabos con una conversación, un monólogo más bien, que hace unos días me soltaba un amigo, que venía a decir: no lo entiendes: se están posicionando, luego, ya se verá.
Yo, mientras él hablaba, pensaba en estos, en estos y en -aunque ya se le haya pasado un poco el arroz- este. Yo luego he añadido, en un extremo mucho más de fireta, a este, que da mucha más risa, que es más como un cachorrillo jugando con un ovillo mucho más grande que él, pero que también, déjalo correr. Y Valero Sanmartí me apunta a este otro que tal...
Pero bueno, estos dos últimos no cercan ni irritan ni amenazan tanto: una se los mira un poco con la seguridad de que la cosa, su cosa, está ahí a un pelo de expotarles en los morros, es el puntito este de kamikaze que tiene la política, de autoinmolación por el partido, de chupo del bote hasta que me queme, que me quemaré pero que me quiten lo bailao.
Son los otros, los del parapeto académico, los de la trinchera, quienes se están haciendo el nombre (y luego, ya se verá). Qué mamonacos, van forts, saben cosas: tienen claro el objetivo y lo defienden desde un extremo para que luego, aunque la apariencia diga que se han pasado de largo, que la meta se les ha quedado corta, ellos brinden con cava desde su Olimpo particular porque lo importante es que ahí está la meta conseguida, la que ellos reclamaban desde sus valores solidísimos, valores solidísimos que el mundo nunca comprenderá porque el mundo es especialista en quedarse a medias tintas, pero la media tinta sale de un color intenso, el que ellos defienden, más el blanco o gris en el que lo acabe diluyendo la masa.
Ellos están dictando el color intenso. Y lo saben. Y esa es la manera. La izquierda, mientras, acampa y tira piedras. ¿Ven la diferencia entre la intel(l)igen(ts)ia y la barbaridad?
En realidad, no puedo más que admirarlos y temerlos.