No hay que ser un aguililla para ver que hay una etapa que debería de estar ya superada; que defender la cadena es defender el dedo que señala, ignorando qué señala; que hasta la Pasola ha sabido ir un paso más allá, pasando el cepillo ya que nos tenía a todos en fila. Quedarse en lo simbólico ya empieza a ser pose, ya empieza a querer decir que o no interesa ir más allá o, más bien, que no se es capaz, que era todo un amago tranquilizador de conciencias: Es como llenar el Nou Camp para hacer la foto, pero luego no jugar el partido; como no dar un palo al agua pero irse a dormir tranquilo pensando en cuántos somos y lo gordo que sería que lo diéramos.
Lo digo por esto.
Y también por esto, claro. Demagogia incluida.