Parlo per telèfon amb l'A., quedem en veure'ns al vespre i em diu que quan era gilipolles em va comprar un regal i que me'l portarà. Arriba l'hora i el regal resulta ser un Rusiñol, "El poble gris" duu de nom. Quan ens acomiadem li dic que el llegiré. Home, ja és per això que te'l regalo, diu. Que hi tinc moltes ganes, vull dir, dic jo. (En tinc moltes ganes o hi tinc moltes ganes?, penso en un d'aquells incisos mentals provocats per l'autoconsciència de la neocatalanitat que tinc unes tres o quatre vegades per conversa habitualment). I ens acomiadem.
Com que allò de les ganes era veritat i com que porto la bossa petita i els llibres, que no m'hi caben, els porto a la mà, faig tot el camí a casa à la Pau Clua, llegint i caminant, caminant però llegint. Obro el Rusiñol a l'atzar i vaig a parar a la pàgina 61. L'AMOR, diu. Ric (ja m'ha dit l'A. que riuria).
Llegeixo:
-I doncs, Josep, de qui porteu dol?
-Que no ho sap? Fa dos mesos que es va morir la de casa. (...)".
En Josep explica que l'última voluntat de la difunta era que ell es tornés a casar de seguida i que ja ho ha fet. Li pregunten si ja s'estimava a la nova. Respon que què es té d'estimar per a casar-se.
Segueixo llegint:
-Però, que no us enamoreu aquí en el poble?
-Vol dir si tenim relacions?
-No sé com dir-vos-ho. Vui dir si abans de casar-vos no us dieu que us estimeu...
-Això ve després!
-Què tan després! Tot ve després en aquest poble! Vui dir si no feu algun petó a la promesa, si no li dieu coses a l'orella, si no l'abraceu, si no li doneu conversa...
-Prou! Ho fem a les que no són per a casar, per aprenentatge. An aquestes ja els en fem de vegades d'això, de petons i abraçades; però no convé fer-ne masses.
-I per què?
-Perquè molts cops ens hi hem de casar per força, i això de casar-se ha de ser una cosa que ha de venir de bon grat. (...) Que ella porti un passament, que si pot dur terres, mellor: que hi hagi bons capítols; que sigui estalviadora; que tingui salut i que no tingui massa gana.
Pujo les escales de casa pensant que jo sempre ho he volgut tot: els petons, les abraçades, dur les terres, els bons capítols. Però també és veritat que sempre tinc molta gana, gana de tot; que l'aprenentatge no acabi mai, que em diguin coses a l'orella, els petons i les abraçades un altre cop, masses, segurament, a més a més.
Entro a casa concloent que com que no només ho vull tot sinò que també acostumo a donar-ho tot, la meva oferta i demanda han estat sempre tremendament coherents. I pensar això em fa sentir bé.
En fi, ja tinc llibre per a després del Modiano. I un bon consell que m'has donat també, A. I això també em fa sentir de meravella perquè era justament això el que em sabia greu perdre'm quan eres gilipolles. Gràcies.
diumenge, 22 de gener del 2012
Con los libros de Modiano me pasa como con esos amigos a los que ves de ciento a viento y, entre medias, tampoco demasiado a menudo, vas hablando por teléfono con ellos. Sale Calle de las tiendas oscuras y me pongo a leerlo y ahí están su voz y sus cosas y sus recuerdos, sobre todo sus recuerdos. Acaba el libro, Modiano se va, y, de vez en cuando, tampoco demasiado a menudo, lo vuelvo a coger de la estantería: llamo por teléfono a Modiano, leo unas páginas, oigo un ratito su voz y reconozco sus cosas y sus recuerdos sobre todo, sí. Al tiempo, sale El café de la juventud perdida, vuelve Modiano, está aquí de visita y su voz suena mucho más fuerte durante unos días. Y aparecen, llegan a materializarse, sus cosas y, sobre todo, sus recuerdos. Modiano vuelve a irse en la última página. Lo llamaré por teléfono tres o cuatro veces más hasta que salga Un pedigrí, previo aviso mediante la nota de prensa de Anagrama que siempre me hace prepararle el sofá porque se quedará a dormir, con su voz, con sus cosas, con sus recuerdos sobre todo, unas cuantas noches, hasta que vuelva a irse para volver, unas cuantas llamadas telefónicas después, con la Trilogía de la ocupación. Y esta vez vuelve más joven. Vuelve como una cuarta parte de la guerra de las galaxias, que es la primera, pero escrita antes de lo que vino después, que tiene mucho más mérito y es mucho más difícil. Y el anuncio de Anagrama me hace pensar si Modiano, su voz, sus cosas y sobre todo, mucho más sobre todo, sus recuerdos ya estarían allí entonces. Y resulta que sí, ¡están! Resulta que Modiano ya había llegado entonces, mucho antes de llegar a mi casa, como acaba de hacer hace un rato para ir directo a estirarse en el sofá. (Le voy a decir que se venga conmigo a la radio este martes).
Caigo en la cuenta, espantado, de que estoy tuberculoso. Tengo que ocultar esta enfermedad intempestiva que me haría aún más popular en todas las chozas de Europa. Las arias jovencitas hallarían en sí una vocación de santa Blandina al verse ante un hombre joven, rico , desesperado, guapo y tuberculoso. Para desalentar a personas de buena voluntad les repito a los periodistas que soy JUDÍO. Por lo tanto, solo me interesan el dinero y la lujuria. A la gente le parezco muy fotogénico: haré muecas infames, me pondré caretas de orangután y me propongo ser ese arquetipo de judío que los arios acudían a ver, allá por 1941 a la exposición zoológica del palacio Berlitz. Les traigo recuerdos a Rabatête y a Bardamu. Sus artículos lujuriosos me compensan de las molestias que me tomo. Por desgracia, ya no lee nadie a esos dos autores. Las revistas de la buena sociedad y la prensa del corazón se empeñan en elogiarme: soy un joven heredero encantador y original. ¿Judío? Como Jesucristo y Albert Einstein. ¿Pasa algo? Sin saber ya a qué recurrir, compro un yate, El Sanedrín, y lo convierto en burdel de lujo. Lo anclo en Montecarlo, en Cannes, en La Baule, en Deauville. Tres altavoces en cada mástil difinden los textos del doctor Bardamu y de Rabatête, mis relaciones públicas favoritos: sí, estoy al frente del contubernio mundial judío a golpe de orgías y de millones. Sí, la guerra de 1939 la declararon por mi culpa. Sí, soy algo así como un Barba Azul, un antropófago que se come a las arias jovencitas después de violarlas. Sí, sueño con arruinar a todos los labriegos franceses y que se vuelva judía toda la comarca del Cantal.
No tardo en cansarme de tanta gesticulación. Me retiro, en compañía del fiel Des Essarts, al Hotel Trianon de Versalles para leer a Saint-Simon. Mi madre se preocupa porque tengo muy mala cara. Le prometo que escribiré una tragicomedia en la que tendrá el papel principal. Luego, la tuberculosis me consumirá tranquilamente. También podría suicidarme. Me lo pienso bien y decido que no tendré un final airoso. Me compararían con el Aguilucho o con Werther.
El lugar de la estrella. Trilogía de la ocupación. Patrick Modiano (Anagrama).
No tardo en cansarme de tanta gesticulación. Me retiro, en compañía del fiel Des Essarts, al Hotel Trianon de Versalles para leer a Saint-Simon. Mi madre se preocupa porque tengo muy mala cara. Le prometo que escribiré una tragicomedia en la que tendrá el papel principal. Luego, la tuberculosis me consumirá tranquilamente. También podría suicidarme. Me lo pienso bien y decido que no tendré un final airoso. Me compararían con el Aguilucho o con Werther.
El lugar de la estrella. Trilogía de la ocupación. Patrick Modiano (Anagrama).
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