Hoy, escuchando "El mercado de sonora", me he acordado de aquello que R. me contó sobre cómo Nacho Vegas la escribió porque alguien le dijo que tuviera cuidado si iba allí. Se montó toda la historia, escribió la letra y luego, cuando fue, vio que no había para tanto.
El mismo R. me soltó el otro día: ese vestido que llevas parece que es como de monja cachonda. No me quité el abrigo: hacía frío y, además, también le habría destrozado la canción.
dimecres, 25 d’abril del 2012
Ayer estuve en la radio hablando de "Quan érem feliços", de Rafel Nadal.
Míriam, de Cabaret Elèctric, me suele llamar un miércoles o un jueves para que vaya el martes siguiente por la noche, y me pregunta qué voy a hacer. Yo le digo qué libro llevaré. Esta semana pasada fue distinto: el lunes antes de la cita, era Sant Jordi: le dije que me esperaría a saber el libro más vendido, que me lo leería esa misma noche y que hablaría de él en el programa.
"Quan érem feliços" fue el segundo más vendido en la calle, el lunes, pero venía ya con seis ediciones, 30.000 ejemplares, publicados, así que ese, dije. Y seguí el proceso que normalmente sigo en cinco o seis días, esta vez en unas horas.
El proceso es: leo el libro mientras voy apuntando cosas. A partir de ese momento, haga lo que haga, tengo el libro y la cita en la radio en la cabeza, en un rincón: voy viendo, escuchando, leyendo otras cosas... Todos estos imputs a veces hacen que el libro salga de su rincón: veo el link y lo apunto. Al final, la última tarde antes del programa, me siento y elaboro más o menos un discurso de unos diez minutos sobre el libro relacionado con todo esto que tengo apuntado. Un ratito antes de salir, busco otras críticas. A veces lo que pienso coincide con lo que dicen, otras veces no. Subiendo con la bici a la radio, pienso en las críticas con las que no coincido e intento entender cómo yo he llegado a conclusiones tan distintas. Esto me suele completar bastante el discurso: o me ofrece algún aspecto del libro que yo había pasado por alto o me reafirma, por contraste, en la opinión que yo me había forjado.
Ayer busqué críticas a "Quan érem feliços". No encontré ninguna. Encontré 60.000 artículos, eso sí, que hablaban del premio que le dieron al libro hace unos meses y del segundo puesto en ventas (primero en Girona) que ocupó el libro en Sant Jordi.
El libro es malo. Es malo, aburrido, condescendiente y buenista. Por eso no hay críticas. Ni buenas ni malas. Cero. O, si las hay, son tan difíciles de encontrar. Hay un premio, eso sí, y niños en la portada y la palabra feliz en el título y una campaña de marketing. Eso es lo que sirve hoy para vender un libro. Un libro que no dice nada, que no hace pensar, que no aporta nada nuevo a la historia. Eso es lo que compramos.
Aquí el audio de la sección de libros del Cabaret elèctric de ayer.
Míriam, de Cabaret Elèctric, me suele llamar un miércoles o un jueves para que vaya el martes siguiente por la noche, y me pregunta qué voy a hacer. Yo le digo qué libro llevaré. Esta semana pasada fue distinto: el lunes antes de la cita, era Sant Jordi: le dije que me esperaría a saber el libro más vendido, que me lo leería esa misma noche y que hablaría de él en el programa.
"Quan érem feliços" fue el segundo más vendido en la calle, el lunes, pero venía ya con seis ediciones, 30.000 ejemplares, publicados, así que ese, dije. Y seguí el proceso que normalmente sigo en cinco o seis días, esta vez en unas horas.
El proceso es: leo el libro mientras voy apuntando cosas. A partir de ese momento, haga lo que haga, tengo el libro y la cita en la radio en la cabeza, en un rincón: voy viendo, escuchando, leyendo otras cosas... Todos estos imputs a veces hacen que el libro salga de su rincón: veo el link y lo apunto. Al final, la última tarde antes del programa, me siento y elaboro más o menos un discurso de unos diez minutos sobre el libro relacionado con todo esto que tengo apuntado. Un ratito antes de salir, busco otras críticas. A veces lo que pienso coincide con lo que dicen, otras veces no. Subiendo con la bici a la radio, pienso en las críticas con las que no coincido e intento entender cómo yo he llegado a conclusiones tan distintas. Esto me suele completar bastante el discurso: o me ofrece algún aspecto del libro que yo había pasado por alto o me reafirma, por contraste, en la opinión que yo me había forjado.
Ayer busqué críticas a "Quan érem feliços". No encontré ninguna. Encontré 60.000 artículos, eso sí, que hablaban del premio que le dieron al libro hace unos meses y del segundo puesto en ventas (primero en Girona) que ocupó el libro en Sant Jordi.
El libro es malo. Es malo, aburrido, condescendiente y buenista. Por eso no hay críticas. Ni buenas ni malas. Cero. O, si las hay, son tan difíciles de encontrar. Hay un premio, eso sí, y niños en la portada y la palabra feliz en el título y una campaña de marketing. Eso es lo que sirve hoy para vender un libro. Un libro que no dice nada, que no hace pensar, que no aporta nada nuevo a la historia. Eso es lo que compramos.
Aquí el audio de la sección de libros del Cabaret elèctric de ayer.
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