Un diario que presenta en portada, con gran titular y foto, una conclusión a la que quizás ha podido llegar la gente a base de leer la información fragmentada e incompleta a la que tiene acceso el ciudadano de a pie, es un diario que no está haciendo su trabajo o que lo está haciendo muy mal.
Presentar como información de portada la conclusión errónea de que a Urdangarín le han dejado solo, es caer de cuatro patas en lo que nos están intentando hacer creer, cuando, además, ya nadie se cree que la Casa Real no esté detrás -o encima- de todo esto. Si alguien puede tirar de la manta ahora, es Urdangarín; si Urdangarín no tira ahora de la manta es, precisamente, porque está menos solo que nunca.
El titular que ofrece hoy el Ara en portada es es la conclusión a la que llega una mente mínimamente formada y muy poco informada; una mente poco ingenua que se conforma con que le entreguen en bandeja la cabeza del chivo expiatorio. ¿Que hay gente a quien ya le bastaría ver a un miembro de la familia real en la cárcel? Claro: es la gente que, cuando les sale una gotera en el salón, se conforma con darle una manita de pintura por no meterse en el lío de tener una semana al paleta en casa, subido a una escalera. Chapuceros.
La portada del diario Ara de hoy es una chapuza digna de un tipo de periodismo que ha caído en un populismo tan salvaje que, cuando hay una manifestación (¿dónde está la de ayer, por cierto?), en vez de abrir con los datos que permitan al lector llegar a sus propias conclusiones, planta en cuerpo 80 titulares propios de manual de coaching, de librito de autoayuda, de partido de vuelta que hay que remontar. I think I can.
Lo que exime, lo que podría eximir de cierta culpa, lo que podría hacer mirarse con cierto cariño, si eso fuera posible, la negligencia casi constante del diario Ara, es que parece que quienes lo hacen son víctimas de su propia estulticia: parece que son los primeros en creerse lo que van pregonando: no hay más que echar un vistazo a su director haciendo juegos de palabras nivel letra de canción de P3 con emprenedor y emprenyador; no hay más que haber seguido la chiripirifláutica aventura parlamentaria de su cronista estrella, aquella que ha querido hacer un guardiola saltándose toda la parte del picar piedra que te legitima para acabar haciendo un guardiola; no hay más que ver todo esto para comprobar que viven en la conclusión fácil, en la equivocada, y te la venden como información.
La única manera de querer al diario Ara es la manera especial con la que se quiere al hijo tonto, siempre sin perder de vista su condición de 'especialito', ojo, el gran error sería caer en que el hijo tonto tiene razón para acabar siendo tan tonto como él.