Ferran Adrià le está haciendo a Adelson la prueba del pañuelo. Piénsenlo: si Adelson acepta la propuesta de Ferran Adrià de trabajar para él, o sea, si Adelson acepta en plantilla a un elemento extraño a su clan, ¿quién dice que no tirará también de constructores de aquí, por ejemplo?
Ferran Adrià es el caramelito, la cervecita fría cuando hace mucho calor. ¿Quién le dice que no a Ferran Adrià? Y si alguien le dice que no, ¿a quién le va a decir que sí después? A nadie.
Pero no quería hablar de esto. Quería hablar de la cosa del catalán (again).
España no está en contra del catalán, está en contra de la independencia de Catalunya, igual que no está en contra del tabaco (sería absurdo: era una fuente de ingresos vía impuestos brutal para el Estado) sino que está en contra de la libertad de los ciudadanos. Igual que la Generalitat no está a favor de la ludopatía, la prostitución, la mafia... sino que está a favor de la tajada que intuyen que sacarán de Eurovegas (he dicho intuyen, no están seguros del todo, por eso aparece ahora Ferran Adrià: para despejar la duda) .
Nos equivocamos cuando ponemos el grito en el cielo porque en los colegios, en las clases de niños de entre 3 y 6 años, ya no va a ser obligatorio que el catalán sea la lengua vehicular. Digo que no va a ser obligatorio no que vaya a estar prohibido. Seguirá siendo vehicular. El profesorado está preparado para dar las clases en catalán, y el catalán, desde hace años, aquí, es la lengua de encuentro de niños catalanes, españoles, árabes, pakistaníes, senegaleses y dominicanos. Revocar esta ley no sienta jurisprudencia. Si tres padres de niños árabes se plantan y exigen que se enseñe a sus niños en francés o en árabe, ningún tribunal les va a dar la razón. (Ya, ya, ni el francés ni el árabe son lenguas del Estado, pero entienden el ejemplo, ¿no?). Es igual que si tres fumadores exigen que haya bares en los que se pueda fumar, no se va a decidir que la prohibición de fumar deje de estar vigente.
A España le importa una mierda el catalán y está dispuesta a sacrificarlo como quien sacrifica a un peón para salvar al rey, igual que a Catalunya le importa una mierda que se monte aquí el megaputiclub mientras lo que se monte al lado sea la megavacalechera (que lo será o al menos parecerá que va a serlo: el engaño será perfecto, si pasa la prueba de Ferran Adrià, recuerden esto que les digo).
El catalán es el peón, el caballo, como mucho y nuestro error es gastar todas nuestras piezas en defender al peón y olvidarnos de que la mejor partida es una combinación equilibrada entre la defensa y el ataque.
Es que llevo desde ayer pensando (aterrorizada conmigo misma) en el ejército que quería Sales y el gran momento que sería este para declarar una guerrita o dar un golpecito de Estado...