Ayer, viendo "Mapa" (gracias, tía, otra vez por el Filmin. Qué regalazo), pensaba en esta cosa que nos ha dado a muchos por hacer cine, por hacer libros, en primera persona, abriéndonos así la cabeza y dejando derramarse todo lo que pensamos de qué quiere decir esto y qué quiere decir lo otro que nos ha ido pasando, y por qué la vida es así y asá, y por qué ha pasado A y no B, y qué hay que hacer para que ahora no pase C. Pensaba en si no estaremos sacando a la luz cosas que antes sólo pasaban en casa, para adentro, cosas que sólo explicábamos a algún amigo paciente si nos dejaba hablar el tiempo suficiente y si tenía la santidad de irnos diciendo que sí, que sí, que sí, que está muy bien que te desahogues, a ver si así te das cuenta de que estás desbarrando y, a base de desbarrar, te desaparece aunque sea por cansancio toda esta porquería que llevas semanas pensando en loop.
Pensaba si, sacando todo esto a la luz, no nos acabaríamos dando cuenta que somos tan tontos, tan inútiles sentimentales, que lo único que podemos hacer para sobrevivir con una cierta dignidad es manipular las cosas para que encajen en nuestra vida de manera que (a) valgan la pena aunque sean una puñetera mierda o (b) acaben teniendo sentido dentro del conformismo más absoluto, a base de pensar que no seríamos nosotros si no hubieran pasado.
'Mapa' es un romance sentimentale contado en primera persona, un episodio de Black Mirror mochilero, en billete de tercera y por carretera comarcal. Véanla: al principio parece que va a dar mucha vergüenza ajena, el momentazo llega cuando te das cuenta de que lo que da es vergüenza propia y de nadie más.