Creo que ya lo sabe todo el mundo que lo tenía que saber de primera mano, así que va para el resto: a partir de mañana empiezo a ser la tercera en discordia (salvando las muchas y enormes distancias con los otros dos) de la editorial Navona, que se me llena la boca a mí diciendo Navona. Pasen y vean el catálogo que poquito a poco y con muchísimo cariño, me consta, se están haciendo Joan Capdevila y Marisa Trigo, los jefes, a base de rescatar y publicar libros que a ellos les gustaron cuando los leyeron hace cuarenta años. Y créanme que hace cuarenta años, en estaespañanuestra no era nada fácil leer estos libros.
Me voy a volver loca, también me consta; pretendo combinar la tele con esto nuevo o, lo que es lo mismo, pretendo estar en misa y repicando; venga a carreras campanario arriba, campanario abajo.
Lo mejor es que tengo un par de garantías que me hacen sentir que piso sobre seguro, a saber: un montón de amigos que conocen el mundo editorial mucho mejor que yo, dispuestos a cogerme el teléfono y a darme palmaditas en la espalda al ritmo del "ya, ya, ya..." en caso de necesidad; y unas líneas de la mano que, según me leyeron ayer en un momentico que dejé de dar palmas por tangos, indican felicidad y una cierta autosuficiencia.
Allá voy.