A veces, con mi amiga Itziar, estábamos en un bar y ponían una canción horrorosa. Horrorosa del nivel del Venao o así. Entonces Itziar decía: vamos a hacer como que nos gusta muchísimo. Nos poníamos a bailar y bailando, bailando, durante tres minutos, el Venao nos encantaba y nos volvía locas.
Delante de casa, en la terraza del Tandoori Nights ayer pusieron unos sombrillotes enormes. Así que sí: desde ayer mismo, en ese rincón de la calle Carretes, habitualmente a la sombra durante todo el día, pega una solana que no hay quien la aguante. Suerte de las sombrillas.
Que hemos venido a jugar. Que jugar nos hace más libres.
Que por eso algunos quieren quemarnos los libros, no vayamos a ser felices a pesar de todo.