divendres, 25 de febrer del 2011

Las sociedades animales y humanas establecen diversos sistemas de diferenciación jerárquica, que pueden basarse en el nacimiento (sistema aristocrático), la fortuna, la belleza, la fuerza física, la inteligencia, el talento..., por otra parte, todos estos criterios me parecen igualmente despreciables, y los rechazo; la única superioridad que reconozco es la bondad.

Michel Houellebecq. Entrevista con Jean-Yves Jouannais y Christophe Duchâtelet. Art Press, nº199, febrero, 1995.

dimarts, 22 de febrer del 2011

El domingo conocí a una científica. Bien, no sé hasta qué punto la arqueología es una ciencia y la verdad es que pillé la conversación ya empezada y me guardé de preguntarle muchas cosas que me iban viniendo a la cabeza por temor de hacerle repetirse y que la charla que tenía con un amigo, que estaba interesadísimo en el tema, decayera por mi culpa.

La charla, en el punto en que la pillé, iba sobre piedras trabajadas utilizadas o no como herramientas. Por lo visto, en los yacimientos arqueológicos a veces se encuentran piedras que, aunque presentan las características de haber sido talladas para cortar, desgarrar o pinchar, no presentan restos que indiquen que alguna vez fueron utilizadas para tales objetivos y que incluso en ocasiones son de un tamaño poco apto, por lo grande, para utilizar con tales fines. Mi amigo sugería que a lo mejor eran piedras ornamentales, yo añadí que a lo mejor los hombres prehistóricos presentaban ya signos de competitividad entre ellos que habrían durado hasta nuestros días, ya saben: signos paleolíticos del a ver quién la tiene más grande.

La arqueóloga se puso como una moto: que no, que eso que estábamos haciendo no se podía hacer; que no se puede funcionar a base de suposiciones; que a lo mejor la historia esta que se te acaba de ocurrir es muy bonita y parece que podría tener sentido, pero que eso no era nada científico. Parecía enfadadísima; sé que no lo estaba, que simplemente era la manera de hablar de alguien apasionadísimo por su trabajo ante dos tontuelos jugando con siglos de investigación pero, por si acaso, salí a fumar un cigarro.

Lo que pensé fumando el cigarro fue, primero, que la arqueóloga-científica no aceptaba ni un poquito de paralógica científica aplicada a la vida. Me pareció muy triste. Pero luego pensé que a lo mejor en mi vida tenía demasiado peso la pararealidad sin base científica, y empecé a perder pie. Volví a entrar en el bar y mi amigo y la arqueóloga seguían con la conversación: ella venga a poner piedras sobre las que asentarse y yo con los cimientos cada vez más desdibujados; ella venga a soltar teorías irrefutables y yo venga a creerme cada vez más chorlito. Me comí unos nachos con queso y no respiré tranquila hasta que se fue porque tenía que coger el tren.

Me sabe mal esta reacción; parecía una tía simpática ella, pero consiguió desestabilizarme una barbaridad.

A veces no sé si mi problema, ante quien no piensa como yo, es la intolerancia irracional o un simple y llano complejo de inferioridad.
(Yo creo que es inferioridad pero, como soy optimista, me pienso que es intolerancia, que, no sé, te pone así como en un plano superior, ¿no?).
Dietario de la semana, o sea, de ayer lunes

Mañana.

Me despierto a las 5.30 de la madrugada y me asusto, aún en la cama, por el silencio que me llega desde la calle. Vivo en el centro de Barcelona: el silencio no es normal, es más normal que pase gritando un borracho, que estén regando la calle o que las gaviotas estén montándose su after particular, a esas horas. Me lo pienso dos y tres veces antes de salir de la cama: ¿y si ha pasado algo? Tengo tendencia a pensar en el apocalipsis cuando me encuentro con algo que se sale del raccord. Sólo me tranquilizo cuando oigo que suben la persiana de alguna tienda de aquí abajo y la persona abriente de persiana saluda en paki a alguna otra persona paseante matinal.
Café, ordenador. Abro el documento "Armengol i Maspons", abandonado desde hace unos cuantos días (demasiados) y descubro que el Presidente está haciendo la metamorfosis en Dictador casi por su cuenta, delante de mis ojos y haciendo que mis dedos tecleen la retransmisión en vivo de los hechos. Esto les sonará muy raro si no son ustedes ni Víctor ni Miquel ni Pau. Si son Víctor, Miquel o Pau, ya han visto el mail en el que se lo contaba: "Esta mañana Armengol i Maspons ha hecho por fin la metamorfosis de Presidente a Dictador; estoy muy contenta". Empiezo un dietario en el que explico esto y me propongo llevarlo esta vez sí, al día. Ha pasado un día y el dietario ya ha quedado obsoleto. Muy yo. Todo en orden.

Me preparo un café. Mientras se calienta la leche, pienso que esta semana me la he llenado de cosas que hacer; me la he apañado de tal manera que no tenga ni un momento libre entre las 9 de la mañana y las 10 de la noche. Yo, cuando hago estas cosas es que tengo algo en lo que no pensar. Descubro qué es eso en lo que no tengo que pensar y pienso un rato. Ya ven: mis técnicas de evasión son un fracaso absoluto. Malditos madrugones involuntarios... hacen que los días sean demasiado largos para conseguir llenarlos del todo. Le envío un sms a mi jefe: ¿Reunión a las 10? Más que una pregunta es una súplica; un asegurarme de que me va a sacar de casa. Sí, dice. Ducha y a la calle.

Mail de Jaume: Vente conmigo esta tarde a ver a Cassasses y a Comelade. Mail de respuesta: Sí! sms a Víctor: No voy a aquello del CCCB; me han invitado a un concierto. Mail de Víctor: Entonces, igual me voy al cine.

Tarde.

En la editorial: dos mails con sendos pdfs con sendas críticas de libros nuestros aparecidos en prensa. Las críticas de nuestros libros aparecidos en prensa suponen pequeños tantos a favor en este trabajo. Me imagino el mundo como inmensos partidos de tenis a muchas bandas, cruzados de aquí para allá: va la pelota, te la devuelvo, te mandaré otra dentro de un par de semanas, pues esa vez no te la devolveré pero si me la vuelves a mandar de aquí a un mes, puede que sí que vaya de vuelta. Lo mejor es cuando te llega una pelota y no sabes de dónde te la mandan; entonces sí es como un regalo inesperado.

Me paso la tarde enviando pelotas.

Bajo al Arts Santa Mònica. Me encuentro con Neus que me pregunta si el programa ya ha vuelto a la tele. Mira, una pelota perdida. Le digo que sí y le suelto el rollo de los horarios, el nuevo formato, la entrevista al Lobo... La machaco a pelotazos, vaya. Es que no tengo tele, se disculpa. Yo tampoco, le respondo.

Concierto-recital o el gran cabreo de Comelade porque el micro de Cassasses no acaba de funcionar al volumen deseado. Sinceramente -y aquí va una apreciación de una zote poética- la música de Comelade es tan genial, verle aporreando con esa pasión ese piano en miniatura es tan... tan, que hubiera funcionado igual si el micro de Cassasses hubiera estado directamente apagado (no se me echen encima, habla una ignorante, ya se lo he dicho). Me encuentro con Begoña, le digo que me he llenado la semana de cosas que hacer; todo con tal de no estar en casa. Me dice que no sabe si eso es bueno. Me dice que no le parece bien que haya dejado plantado a Víctor. Le digo que técnicamente no le he dejado plantado, que había sido yo quien había propuesto lo del CCCB y que le había avisado con tiempo de que al final no iría y que, además, él se había buscado otros planes en seguida... y que me voy a casa que ya es hora.

Noche.

En casa veo dos capítulos seguidos de Californication. Californication es una mierda pero le sirve a uno, dependiendo del día, para reafirmarse en lo que cree o para creerse que puede creer de otra manera. Estoy hablando de valores -de los valores más carcas, sí-. Californication me hace pensar en Richy y en su famosa excusa vital: "es que estoy explorando mis límites".

Me quedo frita pensando en lo bien que utiliza Baroja la palabra "hipócritamente" referida a la manera de utilizar una salsa de tomate: qué grande es Baroja proporcionando off topics extremadamente efectivos para acabar el día feliz.

dilluns, 21 de febrer del 2011

Después de observar en qué estado se encontraba el osario en el puchero, la Petra hizo la sopa y luego se dedicó a extraer todas las piltrafas de los huesos y envolverlas hipócritamente con una salsa de tomate. -La lucha por la vida. Pío Baroja.

(Pues eso. Baroja. Y a callar todos)
Que Sarmenta se mueve es un hecho. Dice Cesc Martínez que, desde Barcelona, se puede llegar hasta allá en tren, que es un momento. Yo no me lo acabo de creer. Bien, de hecho me lo creí mientras lo leía, puedo coger el tren y volver esta misma noche o algo así, decía F. de Fabre, y yo pensaba ah, pues sí, pero luego empezaba a sonar una música que no puede ser que suene a un rato de tren de Barcelona, que hacía que Sarmenta volara -déjate de terremotos; en Opi i sardines, Sarmenta vuela- y que hacía también que siempre, siempre, pareciera que en Sarmenta es de noche.

El presente de Sarmenta es noche cerrada y el pasado es día de pícnic. Y en la noche de Sarmenta, la gente, que es toda parda, se empeña en aclarar los misterios de la Sarmenta de día, como si eso fuera importante, como si no supieran que a lo más que pueden llegar es a tener una ligera experiencia del movimiento de Sarmenta si tienen la suerte de que alguien se ofrezca a darles una vuelta en una moto trucada.

Sarmenta son trenes, jazz, voces sin cara y caras sin voz.

Sarmenta da igual; la próxima vez que mires, seguramente, ya no estará allí.

Opi i sardines. Cesc Martínez. La Magrana, 2011
(Boníssim, exemple de com recòrrer a allò local només per a agafar embranzida a fi de catapultar-se cap a l'infinit. Bravo!)

diumenge, 20 de febrer del 2011

Mi amigo Natxo me llama por teléfono para decirme que de esto de ser anonymous, nada, que es muy creepy la cosa, y que los nazis empezaron así. Me dice que ha hablado también con Luis, que está en Londres, y anda poniendo cosas "anónimamente" en facebook. Yo le digo ¿anonymous? pero ¿tú has visto que todo va firmado? ¿has visto que colgamos cosas y arriba pone Luis Silva y pone también Isabel Sucunza? E insiste: que no le gusta, que al principio ha tragado pero luego ha visto que no y se ha agobiado y ha tenido, como siempre que pierde pie, que volver a las raíces y por eso se ha liado poniendo links de música irlandesa. En respuesta al anonimato, Natxo busca definirse y definiéndose, a veces, se le queda el muro hecho unos zorros.

Yo llevaba ya desde el viernes dándole vueltas a la cosa esta del anonimato como método espoleador de las masas, valga la redundancia. En serio, el viernes por la tarde me pasé un buen rato en el sofá, mirando al vacío, googleando mentalmente el concepto de ser todos y no ser nadie, siendo nadie quien te empuja a la acción, siendo todos la máscara protectora. Y sí; es creepy y da the chills pero funciona. Y ¿por qué funciona? Pues precisamente porque uno, en pleno subidón de ser nadie y ser todos, no se para a pensar en lo bizarro (bizarro, de valiente -déjense de anglicismos-: de valiente tontería) del asunto.

El viernes los top tres de mi lista de resultados googlementales fueron:

1.- La portada de aquel número de Navidad de 2006 de la revista Time, el de la semana en la que anualmente eligen a la persona del año. Aquel año, el protagonista absoluto eras TÚ. "Person of the year: YOU", decía la portada en medio de un monitor de ordenador. ¿YO? repetían miles -o millones igual- de lectores de todo el mundo entre halagados y mediosorprendidos. Y, patapúm, ego para arriba. Y venga a crecerse todos que sí, que claro que podemos, que somos importantes.

El salto mental fue claro:

2.- El "Yes, we can" obamiano: todos a votar por un cambio obvio que, de tan obvio, parecía que se haría solo pero que si se hacía solo no habría resultado tan brillante, así que para que el cambio reluzca como nunca, vamos a hacer creer que si pasa es porque hemos hecho entre todos que pasara, mejor aún: TÚ has hecho que pasara. Y patapúm, otra vez el ego para arriba: legiones de gente haciendo algo simplemente porque podían, sin pararse a preguntarse por un momento "Yes, we can... but WHAT is it we can do?" ¿Podrían si se lo hubieran preguntado? ¿Querrían? Unos años después, seguro que muchos responderían no a esta última pregunta.

De ahí salté a:

3.- La anécdota de la libélula.

No sé si la anécdota de la libélula es cierta, es una leyenda urbana o es un chiste, pero desde que me la explicaron la tengo guardada como argumento recurrente y siempre acabo echando mano de ella como explicación de lo inexplicable.

La anécdota de la libélula dice: una vez, un ingeniero demostró matemáticamente que las libélulas no podían volar. Alguien le preguntó: ¿y cómo es que vuelan? Él respondió: porque ellas no saben que no pueden hacerlo.

Así que no, we can't, pero Anonymous nos dice que sí y nosotros volamos nada anónimamente. Yo vuelo y tú vuelas. Y, oye, parece que funciona: al menos, algo de ruido estamos metiendo. A ver si no nos sale una rana por el camino, que ésas saben que no pueden volar pero lo que no saben es que es imposible tener una lengua tan larga y pegajosa.

dissabte, 19 de febrer del 2011

(Apuntes sueltos sobre los minutos de silencio y sobre los blogs que han decidido callar hoy)

Cojan a ustedes a un niño pequeño y róbenle el helado que está a punto de comerse. ¿Creen que se quedará callado? No: Montará una rabieta que les destrozará los tímpanos a base de gritos y las espinillas a base de patadas. Ésa es la manera natural de protestar ante algo no te gusta. Ésa y no otra. Y menos cuando hay cosas importantes que decir: ¿se ha callado Manuel Baixauli? No: Manuel Baixauli lo primero que ha hecho cuando ha visto que le prohibían ver la tele en su lengua ha sido hablar, escribir y enviar por mail todo lo que tenía que decir. Y algunos, con el blog apagado, sí señor.

Si el problema es que están imponiendo el silencio a un canal de televisión simplemente por el idioma en el que se habla en ese canal de televisión, lo último que hay que hacer es callarnos todos la boca en respuesta a la censura. Si te apuntan con una pistola, ¿tú tiras la tuya al suelo en señal de disconformidad? Es absurdo.

No me cuadra que el homenaje a los muertos de viejo tenga la misma forma que la protesta por los asesinados, por ejemplo, ni que la protesta contra la censura tenga la misma forma que el resultado de la aplicación de esa misma censura.

Cita recurrente de Abel: ¿Por qué la gente no grita más?

¿Han visto cómo gritan por ahí abajo últimamente?
Yo no sé en qué va a acabar todo esto, lo que sí que tengo cada vez más claro es que esta revolución no es de los que se quedan callados, eso lo sé yo y lo saben ellos, los censores. ¿Qué fue lo primero que hicieron cuando las cosas empezaron a temblar? Cortar los medios transmisores de aquellas voces que comenzaban a sonar demasiado fuerte.

Buf.

... y para acabar, ponnos un ejemplo de silencio.
El sonido de fondo de este vídeo:

Un dels programes que, amb el pas del temps, s'ha convertit en IMPORTANT a la meva videta, és un que vam fer al poc temps de començar a TV3. Veníem de 6 anys a Barcelona Tv, acabàvem de desembarcar a Sant Joan Despí i semblàvem Paco Martínez Soria amb la boina, la cesta i la gallina. Estàvem més perduts -el lloc és com per a perdre-s'hi; amb tots aquells passadissos i jardinets i controls de seguretat i gent...- que un pop en un garatge. Érem un equip de 6 persones acostumades a fer-nos-ho tot nosaltres mateixos: que calien gintònics -indispensables- al catering? un de nosaltres anava al súper; que calia que es veiés una foto al plató? un de nosaltres l'imprimia, la retallava i l'enganxava amb celo a qualsevol raconet al crit de "la poso aquí, d'acord??!?!". De sobte, a la casa gran, teníem a la nostra disposició un encarregat de fer la foto, un altre de pitjar el botonet de la impressora, un altre d'anar a buscar les tisores i un altre de retallar-la. Per a enganxar-la al plató, havies de demanar un permís signat pel cap de les coses enganxades al plató i un altre de l'il·luminador. Pel que fa als gintònics, n'estaven prohibits.

Sobrepassats com ho estàvem per les coses i sobretot per la manera de fer les coses, l'únic que ens quedava, l'únic que ens recordava al que fèiem abans i a com ho fèiem, eren les persones. I en aquell programa de principis de la era L'hora del lector a TV3, n'hi vam tenir dues que ens van fer recordar lo senzill que era tot quan tractes amb gent senzilla, sense càrrecs, sense poders absurds ni telèfons permanentment ocupats ni agendes atapeïdes ni mil filtres a superar abans d'arribar a ells: en Miquel Adam, blogaire fet un manoll de nervis a l'hora que flipat perquè l'estaven maquillant per a sortir per la tele, i en Manuel Baixauli, escriptor valencià amb una novel·la -L'home manuscrit- que ben valia més de mitja hora de conversa televisada, encantador i encantadíssim, a altes hores de la nit,a un plató, a Sant Joan Despí, tan lluny de ca seva i tan content de que el veiessin al poble.

Han passat els anys i en Miquel s'acabat convertint en editor i, millor encara, en un gran amic. En Manuel, en millor escriptor, encara.

Però bueno, en realitat, tot això ho explico per a dir que va haver un dia que un escriptor valencià va venir a TV3 com qui va a ca seva, que ens va fer sentir també com si estiguéssim treballant amb algú de casa. Que va haver un dia que a València era normal veure algú de casa sortint pel Canal 33.... Va haver un dia que, a València, era normal mirar TV3 i mirar el Canal 33.

Ja no. I Baixauli n'ha escrit un manifest. I el manifest és aquest d'aquí baix. I potser no cal dir res més però fer molt més sí que cal: és l'hora d'arreglar moltes coses o potser una sola, de ben grossa però.



MANIFEST PERSONAL

Els qui em coneixen saben que deteste el carnaval de la política. Tot i que intente tindre unes nocions elementals de com va el món, quan fullege un diari passe molt per damunt les pàgines de política i m’entretinc, només, en la secció de cultura. Si un dia dedique més temps a la política és perquè algun fet em crida l’atenció o perquè m’afecta en la vida privada. La situació dels valencians durant els últims anys me l’he mirat, com tants veïns meus, amb preocupació. Obres caríssimes i innecessàries, sense una demanda social que les justifique, al costat de mancances en camps tan importants com la salut i l’educació públiques; creixement urbanístic irracional, que ha degradat el paisatge i ens ha enfonsat en una crisi de conseqüències encara imprevisibles; ocultació i demonització de la identitat cultural i lingüística que ens fa irrepetibles davant del món; manipulació i degradació dels mitjans de comunicació, avui esclaus del poder; presidents a qui sospitosament toca, més d’una vegada a l’any, la loteria, o que fan construir, amb diners de tots, un monument de la seua pròpia cara, ja de per si horrible; subvencions destinades a ajudes al tercer món que van a parar, en canvi, a immobles del partit polític que governa; presidents presumptament implicats en trames empresarials corruptes... La llista és llarga, no cap ací. En conèixer cada cas, he reaccionat unes vegades amb ironia, d’altres amb tristesa, però en totes m’ha vingut al cap una idea llegida a Imre Kertész, supervivent de l’holocaust nazi i premi Nobel. Ell es preguntava, referint-se al cim de la barbàrie nazi, com s’havia pogut arribar a una situació tan diabòlica sense haver-se’n alertat a temps, i ell acabava responent-se que era perquè havia arribat amb dosis menudes, dia rere dia, com quan es puja un campanar escaló a escaló, i de sobte te n’adones que ja estàs dalt. Una imatge m’ha fet comprendre que, a València, ja estem dalt: la dels meus fills mirant una pantalla buida, negra. Els meus fills miraven cada dia els dibuixos del Canal Super 3. Ahir, mentre els veien, la pantalla es quedà fosca, i muda. La imatge dels meus fills mirant el buit m’alertà i em féu comprendre que no vivim temps per a la ironia ni la tristesa. És temps d’actuar. Aquell que veta l’emissió de canals televisius, en l’època de la globalització i de la desaparició de les fronteres informatives, aquell qui gosa envair la nostra vida privada, entrar a les nostres cases i imposar-nos què hem de veure i què no, aquell intrús no pot continuar governant en un país que es diga democràtic.

Els qui hem obert els ulls tenim la responsabilitat de fer-los obrir als qui els tenen tancats o miren cap a un altre lloc. També Hitler guanyà unes eleccions; i si va cometre els pitjors crims de la història fou perquè una multitud còmplice el consentia o mirava cap a un altre costat.

No es tracta de fer el joc a cap partit de l’oposició, més d’un d’ells còmplice del que ha passat, és tracta de fer fora els qui manen ara, els qui ens han dut dalt del campanar i es deleixen per espentar-nos. Quan es castiga un delicte, no es fa sols per escarmentar qui l’ha comés, sinó també per advertir els altres perquè no el cometen.

En alguns països d’Àfrica, els joves han tombat en quatre dies dictadures que semblaven inalterables. Als mitjans de comunicació corromputs, han oposat les eines que facilita Internet i un desig poderós, irrefrenable, de viure en condicions dignes.

Aprenguem d’ells la lliçó. Movem-nos. El que avui pareix inalterable ho pot desmuntar la voluntat del poble. No hem d’esperar que ningú resolga el nostre problema. Hem d’adreçar-nos als veïns cecs i als veïns indiferents, hem de fer-los veure allò que per a nosaltres és un dilema d’una obvietat insultant: o Camps o democràcia. No hi ha terme mitjà.


M. Baixauli

dijous, 17 de febrer del 2011

Primero Vázquez Montalbán y ahora Santi Santamaría.

Los Mares del Sur reivindicando su condición de cementerio de elefantes gourmets.
(De la repelencia (la mía) como filtro)

Cuando me pongo a leer artículos como éste y ya en el primer párrafo veo que me estoy fijando más en lo mal puestos que están los adjetivos y lo mal utilizados que están los verbos (¿acudir a una calumnia sexual? ¿falsa calumnia?), llego a la conclusión de que lo que me cuentan no me interesa para nada.

dimecres, 16 de febrer del 2011

Había empezado esta entrada así:

Temo bastante estas fechas que se acercan: hacia el 20 de febrero siempre pasan cosas tremendas.

Pero enseguida me he dado cuenta de que le estoy dando demasiada importancia tanto a las cosas que pasan como a lo cíclico del tiempo. Y ¡bah!

dijous, 10 de febrer del 2011

Me cuesta Dios y ayuda leer a Caldwell.

Yo estaba más así acostumbrada a Fitzgerald y sus fiestecitas, vestidazos y roadtrips en chatarras rodantes. Fitzgerald es la resquebrajadura tras un maquillaje muy bien puesto y Caldwell es la profundidad oscura de la sima, el momento mismo en el que pierdes pie y descubres que hay aún más bajada cuando te parecía ya haber tocado fondo.

Y en éstas ando cuando va éste y me recuerda la música que vino después de uno y de otro...



... y manda directa al garete lógica de la consecutividad del hecho histórico. Ahí va el libro cayéndoseme de las manos, dejándome con un gran "de todo esto, hay algo que se me escapa" en la cabeza.

Qué gusto.

dimarts, 8 de febrer del 2011

Digo de segundo, rabo de toro, y la moza que tengo sentada delante en la mesa, a la que no conozco de nada, comenta en voz alta: qué masculino, ¿no?

¿Pues? pregunto yo.

No sé, porque es lo que pedirían mi padre o mis tíos.

Pues un whisky voy a pedir luego, contesto siguiendo con la broma, mientras miro con cara de lastimica a su novio, que está al lado pidiendo unas kokotxas y pienso síííí, comer rabo es supermasculino, vaya... y no lo digo en voz alta porque llevo unos taconazos y un vestido monísimo y, encima, estamos en la boda de unos amigos gays de Pamplona y la madre de uno de ellos está sensible con este tema.

Supongo que, en el fondo, lo femenino es no decir rabo, sólo pensar en rabos cuando alguien dice rabo, cosa en la que yo no estaba pensando mientras decía rabo.

En serio, qué difícil es ser pamplonica cuando has perdido la costumbre.

dilluns, 7 de febrer del 2011

Y ahora, me pongo pluralmayestática y digo que el sábado por la noche fuimos felices. Que en el CCCB estaba casi todo el mundo que importaba (sólo faltaban Gemma y la Obi) y que si un día tengo un cumpleaños multitudinario, quiero que sea así como fue: con Ramiro poniendo música, Javier bailando conmigo y el bigote de Albert Serra asomando por la sala. Con ahoramevoyperonosvemosluegoallís y viendonosluegoallís de verdad. Y con artistas con maleta que no se retiran por menos de un millón de euros (aaara t'escolto! -Ho pilles, Cuts?- Tot va de posar-se un preu). Y si se lo dan, el millón de euros, harán arte de eso también.

Lo mejor que podía programar un museo era lo que no podía programar: nosotros entrando por la puerta. Ole todos.

divendres, 4 de febrer del 2011

Ayer, ver bailar juntos a la Farruca y al Farruco, me dejó pensando un buen rato. Me dejó pensando en todos los niño, estate quieto; niño, ahora no; niño, el parquet; niño, eso déjalo para la noche, que debían sonar hace años y quién sabe si aún ahora, en casa de los Farrucos. Pero sobre todo me dejó pensando en la cara de felicidad de la Farruca bailando con su niño: sudando la gota gorda y así medio rozando las palmas, con los ojillos achinados por la sonrisa integral y el vaivén de la cabeza, que se le iba a los pies hasta, de un salto, tacatá rotundo, cerrarle el compás al niño y hacerle volver del trance (que de volar tan alto no se le pierda el niño). Y el niño quitándose de la cara el pelo para mirarla sonriendo también.

Mientras baila, al Farruco se le oye respirar. Y ya no son sólo cante, guitarra, tacones y palmas: son cante, guitarra, tacones, palmas y respiración. Respiración como la que les oyes a los toros en Pamplona si estás en primera fila del vallao en la curva de Mercaderes con Estafeta, en ésa en la que siempre patinan y se caen.

Al Farruco creí verle también un poco del chamanismo aquel que decías, Javier; esa mirada, ese venirse arriba y esa cosa desafiante en cada taconazo final que arranca oles así como que te suben por el esófago y te dejan después totalmente alucinada porque suenan a veinte oles juntos arrancados de otros veinte estómagos a la vez.

Y lo mejor, Javier (joder, qué regalazo me has hecho), reconocí las alegrías del final. Me pareció reconocerlas, al menos. Me hizo muchísima ilusión. Y mientras las reconocía, pensé en este trocito del libro de Ferrer Lerín: Iniciarse en un nuevo campo del saber, en una disciplina que aun perteneciendo a tu área profesional, es desconocida, produce una sensación de despegue, de apertura, de constatar día a día, hora a hora, cómo se amplían tus conocimientos y cómo, por lo tanto, tu capacidad de comprensión de los fenómenos naturales.




(Los Farrucos estarán un par de semanas bailando en el Tablao Cordobés de La Rambla. Pásense por allá a la mínima oportunidad que tengan porque, encima, Cristina y compañía, les tratarán como a reyes).

dijous, 3 de febrer del 2011

Ostras con los críos. Ves una foto de uno que ya no lo es tanto y es como ver una foto del tiempo que ha pasado, todo ahí, de golpe. Y me da por pensar que lo que para nosotros era el todo cuando ese crío acababa de nacer, ya no lo es: se ha convertido en un peldañito más que teníamos que subir y que ahora veo que lo hemos subido y que hemos subido unos cuantos más después. Nuestro todo de entonces se quedó ahí, cuando el crío aún estaba enganchado a la teta. Era un todo en pañales que se cagaba encima, y lo único que me sale ahora es mirarlo con cariño.

Y ahora, viendo la foto del hijo de Farshid, resulta que estoy orgullosa de nosotros, así, tan torpes y tan de darnos cabezazos contra la pared.

Somos los mejores.

dimecres, 2 de febrer del 2011

Desde que voy pillada de tiempo, he tenido que hacer limpieza en mi lista de blogs y webs de consulta diaria y me acabo de dar cuenta de que he eliminado las visitas a unos cuantos sitios regidos por gente siniestra. Siniestra para mí: por la elevada siniestralidad que me provocaban en el ánimo, más que nada lo digo, o sea vuelvo a hablar desde la más pura subjetividad. Toda esta gente, puede que sean las más bellas personas sobre la faz de la tierra, pero mira por dónde a mí me agriaban la leche del café cada mañana. El caso es que volvía y volvía a ellos, así como para matar el rato y tener discusiones mentales conmigo misma, incluso con ellos mismos, que se evaporaban inmediatamente después de pasar por la ducha. (Nota mental: reflexionar sobre la ducha como sitio en el que recuperar el equilibrio emocional: empezar por ejemplo preguntándome si no me ha contagiado un poco esto la prota de "Primavera, estiu, etcètera", de Marta Rojals).

Pero no crean que con esto he acabado con las discusiones mentales mías: ahora me discuto por qué me empeñaba en visitar aquellos sitios si tan perniciosos eran para mi personita. Y no lo sé. No llego a ninguna conclusión, la verdad. Además, no tengo tiempo para esto tampoco. Voy a darme una ducha.
Escribir, ¿para qué?
Bueno, tampoco creo que las urracas sepan para qué recogen cosas brillantes.

(Hostia, esta respuesta es muy buena para muchas preguntas)

dimarts, 1 de febrer del 2011

(De la gente que te entra así como a contrapelo)
(... que la hay)


No puedo con la gente expansiva. No puedo. Me comen el terreno, me ofenden los oídos (suelen hablar a un volumen tirando a estridente), me ocupan el espacio vital. Y además, tengo todo el rato la sensación de que lo hacen con toda la intención. Que notan que yo retrocedo y les miro de reojo y enseño un poco los colmillos al verlos entrar en mi radio de acción. Y que eso los envalentona.

Me dan mucha rabia y soy capaz de cerrar la boca y pasarme callada (¡yo, callada!) el tiempo delimitado por su entrada y salida en escena, pensando gilipollez, gilipollez, gilipollez, a cada frase que sueltan.

Me pasa tanto de manera presencial como no presencial: hoy mismo, en lo que va de día (y va muy poco de día), le he enseñado los colmillos en dos ocasiones al monitor del ordenador: una leyendo una entrevista en un diario y otra, leyendo unos cuantos comentarios sueltos en Facebook.

No puedo con ellos. Me provocan una necesidad irracional de salir corriendo, soltando bufidos por aquí y por allá, hacia la ducha más cercana. Arg.