dijous, 5 de juliol del 2012

Pedrals es la hostia.
Ya está, ya lo he dicho.
Es que van Ester, Miquel y Marc y lo plantan de cabeza de cartel de la Nit Labreu. De cabeza de cartel digo por lo del horario nada más, porque de cabezas andaba lleno ese cartel desde el principio, desde Tomàs Arias, que, rumoreaban después de su lectura, no había tenido su noche más fina. ¿Que no había tenido su noche más fina? Lo que sea, pero subió Burián con la trompeta a marcar el cambio de turno y nos pilló a todos ya dentro: Arias sirvió para calentar, para hacernos fijar la vista en el escenario del que ya no la apartaríamos más que para saludar aquí y allá; caras conocidas y caras por conocer; qué gran punto de encuentro fue ayer el Ateneu.

Luego Sito Subirats. Le he visto tantas veces hacer eso... Ahora viene la jota, y Sito la canta, y yo pienso que, con una cerveza más, le contestaría, pero no es el momento ni el sitio; esto no es la cocina de un bar de la calle Robadors, que esto es el Ateneu, que esto es más que un experimento que está saliendo bien y que mis jotas no pasan de gaseosa desbravada.

Y Burián con la trompeta, otra vez. Y Miquel cantando el siguiente nombre.

Y Núria Miret, dejando un momento el pincel para hacer la Nin un rato. Y Burián. Y Max Besora haciéndonos querer a todos quedarnos en Sant Pancraci mientras erupciona la montaña que es volcán, y ella, la amiga, que es galaxia, es mundo y es todo. Y Burián que es trompeta. E Ignasi Pàmies declamando Dürrenmatt en alemán. Y la Martínez Vernis traduciéndoselo, creciéndose, gesticulando y abriendo mucho los ojos. Y Burián callado (¡qué raro que Burián esté callado y solo sople!) Y Nopca recitando narrativa talentosa por las calles de Lisboa. Y la trompeta otra vez. Y Pedrals.

Qué grande es Pedrals.
Pedrals es la HOSTIA, ya lo he vuelto a decir.

Además de todo esto que acabo de contar, a medio recital, se acabaron las Estrellas en el bar del Ateneu. ¿Les parece esto poca evidencia de que noches como esta tienen que volver a celebrarse y volver a celebrarse y volver a celebrarse hasta que esa santa casa aprenda prever llenazos e incluso se acostumbre a ellos?

Bravo por el catálogo de Labreu: això és patrimoni, hostia!

Y bravo por Dedéu y bravo por la Punsoda. Ya está, ya lo he dicho también. Que les den las llaves del jardín. Que les den potestad para llenar las neveras. Que les den permiso para que todas las noches sean noches Labreu o lo que ellos quieran que sean, claro que sí. Vengan las trompetas al jardín de l'Ateneu.
¡Qué gusto cuando pillas una racha de aquellas en las que solo te entran por los ojos y las orejas cosas buenas!

Para muestra, botones (3)

1.
Nit Labreu (al jardí de l'Ateneu).

2. 

y 3. 'Los huerfanitos', de Azcona, perdón, Santiago Lorenzo. (Es todo lo que dice Marcos Ordóñez palabra por palabra).