dissabte, 12 de març del 2011

Qué pesadica es la gente. A cada aniversario tétrico, a cada tropezón ajeno o propio, a cada barba pelada de vecino, venga todos con la cancioncita. Como si uno tuviera algo que hacer en eso, como si uno no se limitara simplemente a pasar por ahí sin evitar ni propiciar nada.

De ésta no te has muerto y ya está. Y ni en no morirte has tenido tampoco nada que hacer.

Perdonen, ¿eh? Es que llueve desde hace un rato así como si fuera el diluvio universal (yo pongo la pareja de gatos) y estoy escuchando Mishima, esta versión del "Llavors tu simplement" en concreto, que no sé si me encanta o si es una mierda porque parece que la tocan como queriendo quitársela de encima para irse a hacer sus cosas (otras) cuanto antes.

Además tengo en la cabeza que ha pasado poco más de un día de la cosa tectónica, primero, marítima, después, de Japón y ahora mismo todo Japón debe de estar dividido en dos tipos de japoneses: los que se han muerto y los que no. Y los que no deben de andar paseándose por allí pensando uy, ¡que he vuelto a nacer!, y luego, a cada paso que encuentran alguien que no lo ha hecho, pensando ojalá no lo hubiera hecho yo tampoco.

Tooodo Japón lleno de japoneses a punto de empezar a sentirse culpables por seguir vivos, que es lo que dice Imre Kertész que pasa cuando uno sobrevive a una catástrofe.

También es que estoy muy contenta por cómo me están yendo las cosas y, en temporadas así, es como si lo trágico del mundo me molestara y me dejara en un permanente estado de pensar tío, pero ¿qué me estás contando? ¿Qué es este fallo de raccord en mi felicidad? ¿No ves que hay un decalage muy bestia aquí? ¿Que esto -ni la lluvia ni la terrible furia de la naturaleza- no pegan nada en este momento? ¿Podría usted, Señor Mundo, intentar ser un poquito más coherente conmigo, por favor?

En fin, que poco puedo hacer a parte de elegir mejor la banda sonora de los días lluviosos.



Bendita inconsciencia.