dissabte, 30 d’abril del 2011
Ataque de angustia.
Del ¡Bien: Estoy sola! al Mierda: Estoy sola...
Gracias por no venir ayer. Ni tú ni tú.
Una tiene que aprender a lidiar con sus fantasmas.
Leo un artículo que me saca de quicio(*). Siempre hay alguno que me acaba poniendo de los nervios en mi recorrido matinal por la prensa diaria. Hoy ha sido éste.
¿Qué le voy a hacer?, normalmente, pensando las relaciones humanas, acabo -todo es uno, oigan- reconociendo la gran subnormalidad del género bobo y echando espumarajos por la boca. Paso del no, no es así, al no puede ser así, al sí -bajada dramática de cabeza-, sí que lo es y, si no lo es, te acaban pidiendo que lo sea. Entonces me viene a la cabeza aquel absurdo momento en el que un ex me dijo, muy serio, que si yo hubiera sido más celosa, a lo mejor (a-lo-me-jor) él no se habría acabado tirando a aquella compañera de trabajo. Y revivo la escena subtitulada: "Te limitaste a dejarme ser yo; no me anulaste lo suficiente", dicen los subtítulos cuando habla él. "Perdona, estaba demasiado ocupada anulándome a mí misma", respondo en mi cabeza en mi versión de la película.
Así que supongo que sí -bajada dramática de cabeza again-, sí es así. No hay término medio. No hace falta que se pongan empíricos, la experimentación ya la llevo yo haciendo unos cuantos años: se la ahorren, que desgasta, hace pupa, sólo da dolor de cabeza, se acaba volviendo siempre al mismo punto de partida para acabar claudicando, conformándose con lo que se tiene y buscando respaldo intelectual, bastante satisfactorio a ratos, eso es cierto, en libritos de Petrarca: en "Elogio de la vida solitaria", en concreto.
(*) Les dejo mi nombre de usuario: Sucunza, y mi contraseña: sucunza (fácil, ¿eh?) por si quieren leer el artículo entero, aunque ya les digo que con el primer párrafo a mí me ha bastado para el par de bajadas de testa tan majas con las que suelo adornar mis momenticos de desesperación matinal.
Del ¡Bien: Estoy sola! al Mierda: Estoy sola...
Gracias por no venir ayer. Ni tú ni tú.
Una tiene que aprender a lidiar con sus fantasmas.
Leo un artículo que me saca de quicio(*). Siempre hay alguno que me acaba poniendo de los nervios en mi recorrido matinal por la prensa diaria. Hoy ha sido éste.
¿Qué le voy a hacer?, normalmente, pensando las relaciones humanas, acabo -todo es uno, oigan- reconociendo la gran subnormalidad del género bobo y echando espumarajos por la boca. Paso del no, no es así, al no puede ser así, al sí -bajada dramática de cabeza-, sí que lo es y, si no lo es, te acaban pidiendo que lo sea. Entonces me viene a la cabeza aquel absurdo momento en el que un ex me dijo, muy serio, que si yo hubiera sido más celosa, a lo mejor (a-lo-me-jor) él no se habría acabado tirando a aquella compañera de trabajo. Y revivo la escena subtitulada: "Te limitaste a dejarme ser yo; no me anulaste lo suficiente", dicen los subtítulos cuando habla él. "Perdona, estaba demasiado ocupada anulándome a mí misma", respondo en mi cabeza en mi versión de la película.
Así que supongo que sí -bajada dramática de cabeza again-, sí es así. No hay término medio. No hace falta que se pongan empíricos, la experimentación ya la llevo yo haciendo unos cuantos años: se la ahorren, que desgasta, hace pupa, sólo da dolor de cabeza, se acaba volviendo siempre al mismo punto de partida para acabar claudicando, conformándose con lo que se tiene y buscando respaldo intelectual, bastante satisfactorio a ratos, eso es cierto, en libritos de Petrarca: en "Elogio de la vida solitaria", en concreto.
(*) Les dejo mi nombre de usuario: Sucunza, y mi contraseña: sucunza (fácil, ¿eh?) por si quieren leer el artículo entero, aunque ya les digo que con el primer párrafo a mí me ha bastado para el par de bajadas de testa tan majas con las que suelo adornar mis momenticos de desesperación matinal.
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