dimecres, 21 de desembre del 2011

Miren al Salao:



¿Ustedes se creen que a esto se llega pensándose a sí mismo? ¿pensando en la gente que está mirando?
A esto se llega dando toda la vuelta: habiéndose metido dentro muuuuuchos años de mundo y habiendo ido un paso más allá, habiendo creado el concepto que no existía después de haberse quitado todo lo demás de encima, hasta al Puchero, que se queda mirando, se lo sacude de encima cuando canta.

Si el Salao, mientras canta, por un momento se mirara a sí mismo, se desmoronaría y tendría que volver a empezar. Pero no se mira. Cierra los ojos, frunce el ceño y tensa los brazos para que solo salga lo que tiene que salir. Ese es el arte del Salao: el olvidarse de sí mismo mientras todos los demás no nos podemos quitar de la cabeza lo que hace pero nos olvidamos también de él mientras lo hace. Luego calla, se levanta, le vuelve al rostro su miedo y nos entra a todos también un poco de miedo -el miedo de la admiración- porque ese chico callado, tímido, haya sido capaz de hacer lo que acaba de hacer, haya sido capaz de salirse así. Y cuanto más amplio el decalage, cuanto más se haya salido el cantaor de la persona para entrarse en esa cosa sobrehumana que es su arte, más entiendo yo el aura de chamán que Javier cuenta que desprendía Morente, más entiendo yo la felicidad que me produce ir del bracito del Carrete por el Raval.

En el hueco entre quien uno parece que se es y lo que uno hace está parte de la clave del arte, de la clave de la genialidad. Qué idiotas aquellos que se empeñan en llevar escrito 'genio' en la frente hasta cuando van a comprar el pan. Qué falsos ante la vida, qué derroche de energía, qué esclavos de la televisión y del pop.

¿Qué coño de necesidad hay en anunciar chocolate? ¿No ven que el arte, si lo hay, se sostiene solo, que todo lo demás es impostura, es imagen pensada?



Dalí empeñándose en ser Dalí fulltime. Qué pesao.

Intenten ser artistas fulltime. Piénsense todo el rato. Vivan porque los otros les reconozcan. Lloren a los treinta porque nadie les hace caso por mucho que vayan diciendo en su facebook 'estoy escribiendo' cada diez minutos. Lloren a los cuarenta porque la gente piratea sus libros, para después llorar un poco más porque la gente se ríe de ustedes cuando amenazan con que van a dejar de escribir o de cantar. ¿No ven que no cuela? ¿No ven que no tienen otro sitio a donde ir? ¿No ven que esta cosa de la genialidad que se habían montado era absolutamente falsa?