divendres, 8 de juny del 2012

Una vez, en una fiesta de piso, un compañero de la universidad se encerró en una habitación y nos costó Dios, ayuda y santa paciencia conseguir que abriera la puerta. Estaba atrincherado y, muerto de miedo, nos gritaba desde dentro que no abriría, que no era tonto, que sabía que nos lo íbamos a comer porque era una pera.

Nosotros nos lo íbamos a comer a él y él se había comido un tripi.

Nos partíamos de la risa al principio. Luego nos empezamos a cansar. Luego empatizamos y nos sentimos fatal pensando en lo fatal que lo debía de estar pasando también él. Luego le juramos que no teníamos hambre. Hasta que no nos gustaban las peras le juramos después de intentar convencerle sin éxito que era imposible que fuera una porque no estábamos aún en temporada. No sé cómo acabó la cosa porque me fui antes de que saliera, pero dos días después se le había pasado la paranoia y estaba en clase tan normal.

Este que acabo de contar me parece un pedo mucho más simpático y bobalicón que estos que dicen que están pasando por ahí también producidos por no sé qué tipo de droga que hace que a la gente le dé por comerse al vecino en vez de por pensar que el vecino se los va a comer a ellos. Aunque también es verdad que estos que dicen que están pasando por ahí producidos por no sé qué tipo de droga tienen un algo de historia flipante organizada por algún villano malo malísimo empeñado en que la humanidad se autodestruya, devorándonos unos a otros, con gran sanguinidad y dolor, en medio de grandes bacanales a mesa puesta, estilo self service, de casquería humana.

Tienen un no sé qué que, a priori, también fascina un poco; que parece también que suena como a fin lógico de una era; que hace pensar si no nos habrán ocultado durante todo este tiempo que los dinosaurios se extinguieron en realidad porque se volvieron locos y empezaron a comerse entre ellos; que hace pensar si en realidad la destrucción no será siempre auto y que no hace falta buscarle causas externas, químicas, producto de mentes villanas; si no será culpa, la destrucción, nada más que del villanito hambriento que todos llevamos dentro.

Pero no: ya le están echando la culpa al tripi y ahora dirán también que la culpa es del cine y de los videojuegos, y esto se arreglará, como siempre, con unas cuantas prohibiciones. Y todos volveremos a ser 'normales' y nadie se comerá a nadie más que en un sentido figurado. Y así no va a haber manera, oigan, de pasar a la próxima era geológica. Y nos vamos a quedar, como siempre, atascados en esta geoilogididad tan extraña y figurativa que nos hemos inventado y que hace aguas, demostrado está, por todos lados.

(Ahora es cuando vienen y me cierran el blog por hacer apología del canibalismo. O, más tontorrón aún, de los tripis).