diumenge, 13 de maig del 2012

Saul Williams. Saul Williams recitando en una plaza justo antes del slam de poesía. Y la tía que tienes al lado ha venido a ver el slam y pasa como la mierda de Saul Williams. Pasa como la mierda hasta el punto que le suena el móvil, contesta y se pone a gritar para que quien le ha llamado le oiga por encima de Saul Williams. Le miras, te pide perdón de pasada y sigue gritando. Y mira: en ese momento notas el peso de toda educación, de toda norma social que, año tras año, desde bien jovencita, te ha ido cayendo encima; toda educación, toda norma social levantándose a modo de barreras, a modo de peajes en plena autopista de la conexión nerviosa cerebro-mano; peajes que impiden el movimiento más natural, el que te pide el cuerpo en ese preciso momento: darle una soberana hostia a la tía del móvil, a la de al lado, a la que grita más que Saul Williams.

Saul Williams es este:



Es el negro que si te pilla en frío te puede dejar el regusto de que te acaban de soltar una retahíla de consignas tampoco demasiado novedosas, tampoco tan alejadas de las del predicador desbocado, pero esa es una cosa que solo pasa cuando ves a Saul Williams pensando que quien tienes al otro lado del teléfono no te puede escuchar; eso pasa solo cuando el gritón eres tú y no ese negro que grita; eso solo pasa cuando has ido a ver a unos cuantos poetas para ponerles nota, que es de lo que va un slam; para escuchar poemas que duran un máximo de tres minutos, cuando los del negro no suelen bajar de seis, y levantar la pizarrica en la que has escrito 6'5, 3'2 u 8'7, y quedarte tan ancha sin llegar a darte cuenta de que el recital bueno no tiene límite de tiempo, de que en el recital bueno, en el de Saul Williams, es el poeta quien te está poniendo nota a ti.

Y tú has suspendido, has suspendido y has vuelto a suspender con el móvil en la mano. Imbécil.

Y yo probablemente también, por haberme quedado ahí encallada y callada en vez de optar por el #novullpagar, #elquevullespegar, y haberte dado una buena hostia a tiempo.