dilluns, 16 de maig del 2011

El camino que queda con los souvenirs siempre es largo, sí, antes de que acaben en la puerta de la nevera, hay que recorrer tooooodo el camino de ida para ir a buscarlos y, después, toooodo el camino de vuelta con ellos en la maleta. Muy bien. Me interesa muchísimo que alguien se preocupe por estas cosas.

Cuando una no ve la tele y se limita a informarse de qué pasa fuera de Carretes entrando de vez en cuando en las webs de los diarios (vía 1), siguiendo a los amigos por el Twitter(2), desayunando en un bar de Montjuïc el domingo por la mañana, con unos cuantos poetas que han alargado la noche hasta límites ilegales (3) y llamando a Santa Eugènia, Mallorca, cada dos o tres días por teléfono (4), se encuentra con que, en plena campaña electoral, las noticias que más le interesan se refieren a:

-manifestaciones y final de la liga de fútbol (por las vías 1 y 2).
-camareros que, aburridos perdidos, se hacen de rogar a la hora de invitarte a una ronda de chupitos, para acabar invitándote a otra sin pedirla, de whisky, esta vez.
-sobrinas que ya saben hacer caca en el orinal.

... en plena campaña electoral, ya les digo.

Y claro, llega el lunes y una se pregunta cuándo fue que perdieron tanto el interés por la política ella, los amigos, los poetas y la familia. Cuándo, en el momento clave de la decisión del futuro del país (de la ciudad) para los próximos cuatro años, ganan en importancia el fútbol, la protesta, el whisky, la caca y los orinales.

Luego una se asoma a un periódico y ve la cara de un candidato sin posibilidades mirando con intensidad esperanzada y llena vigor decisivo un panel de imanes de nevera, o sale a la calle y ve colgada de una farola la cara de pánfilo del alcalde saliente al que le gusta tanto esta ciudad, y se acaba de convencer de que sí, efectivamente, la caca, el whisky y si el Osasuna baja o no a segunda, son cosas mucho más importantes que el trámite este estúpido en el que se ha acabado convirtiendo unas elecciones en las que a todo el mundo le precupa mucho más que la final de la Champions -y no el domingo de ir a votar- coincida con el Primavera Sound.