dimarts, 13 de març del 2012

Enric Vila (sobre Montserrat Roig).
Yo una vez utilicé el topicazo de que los catalanes eran tacaños para acabar con una discusión delirante, para ponerme a la altura de mi interlocutor de la manera más sarcástica. La cosa fue así:

Nos reuníamos en Madrid antiguos compañeros de la Universidad. Habían pasado unos cuantos años desde que habíamos acabado la carrera, Ciencias de la información, se llamaba entonces. Nos acabábamos de sentar a la mesa y alguien decidió hacer una ronda de presentaciones. Todos nos conocíamos pero nos habíamos perdido la pista y no sabíamos qué hacíamos entonces, así que íbamos diciendo nombre y apellido y en qué trabajábamos en ese momento. Fueron sucediéndose nombres de gabinetes de comunicación, radios, periódicos, agencias de noticias, agencias de publicidad... Me tocó y dije: Isabel Sucunza. Trabajo en un programa de libros de TV3. Acabó la ronda. Comimos. Bebimos. Nos fuimos a un bar. Una compañera vino a contarme que escribía libros, me dijo los libros que escribía, le dije que no los conocía, me dijo que publicaba en un sello de Planeta, le dije que a gente de Planeta sí que conocía. Me dijo que vendría de promoción a Barcelona, por Sant Jordi, le dije que normalmente, gente del programa salía a dar vueltas por Sant Jordi con una cámara, que sería gracioso que coincidieran...

Entonces, un compañero que llevaba un rato escuchándonos, me preguntó:
-¿Es verdad que en tv3 os obligan a hablar en catalán?
Yo le dije:
-No. Yo lo hablo, pero podría no hablarlo perfectamente.
En seguida me di cuenta de que preguntaba por preguntar:
Él: Sí, sí que os obligan.
Yo: No. Los programas son en catalán, evidentemente, pero nosotros muchas veces hacemos las reuniones en castellano. El realizador, por ejemplo, es un señor de Bilbao que nunca habla en catalán.
Él: Te han lavado el cerebro. Todo el mundo sabe que en tv3 obligan a hablar en catalán y cuando alguien sale hablando en castellano, lo subtitulan en catalán.
Yo: No, no lo subtitulan en catalán.
Él: Sí.
Yo: Mira, no voy a discutir esto porque no te estoy dando una opinión: en tv3, cuando alguien sale hablando en castellano no lo subtitulan en catalán. Es un dato comprobable: tú te pones en tv3 cualquier entrevista a alguien que habla en castellano y no es que yo crea que no haya subtítulos o que no los quiera ver, es que no los hay.
Él: Claro que los hay; lo oí el otro día en la radio.

Fue entonces cuando decidí ponerme a su nivel. Dije:
-Mira: subtitular cuesta pasta y con lo tacaños que son los catalanes...

Se rió.

Yo, para entonces, ya llevaba rato pensando que no estaba hablando con un taxista chusquero, que estaba hablando con un tío que trabajaba en una agencia de comunicación. Un dío de Donosti, para más inri. Un tío de Donosti que tenía una carrera universitaria, que, en principio, estaba informado y tenía acceso a noticias en bruto y que, a partir de estas noticias, generaba otras noticias que, tras pasar por su filtro (ya ven qué tipo de filtro) iban a parar a diarios, programas de radio...

Me jodió la tarde.

Opté por dar media vuelta e integrarme en el grupito de gente que enseñaba fotos de sus bebés regordetes. Bebés regordetes que crecerían y acabarían escuchando programas de radio que hablaran de cómo tv3 subtitulaba entrevistas en catalán y cómo la Generalitat metía con sangre pronoms febles en las cabecitas de pequeñas criaturas puras y castellanas.

Me jodió la tarde pero bien.

Volví a Barcelona. Pasaron los años. Y ahora veo que la única manera de posicionarse ante el catalán para alguien que ha crecido oyendo este tipo de informaciones mierdosas por la radio, es a la defensiva. Y encuentro en el origen de ese posicionamiento a todas las informaciones mierdosas que alguien ha ido escuchado por la radio (y donde digo radio digo medios de comunicación en general).

También veo que no es difícil buscar quién está detrás de todas esas informaciones mierdosas que la gente escucha por la radio: te los acabas encontrando en cualquier reunión de antiguos compañeros de clase, cualquier fin de semana, ahí, con la alarma del móvil ya preparada para que suene el mismo lunes a las ocho de la mañana, ducha, café, y corriendo grabadora en mano a metérsela en las narices a la señora, oyente habitual de las noticias mierdosas que ellos mismos hacen correr por ahí, que acaba de entregar los papeles en los que exige que a su niño no le enseñen otro idioma, que bastante tiene el pobre con el inglés.

Ellos se lo guisan, ellos se lo comen y luego lo vomitan. La serpiente que se muerde la cola. Y a nosotros, nos han lavado el cerebro. Y ellos son muchos más. Y si la única manera de acabar con el diálogo de besugos para poder empezar a construir algo es rebajarse a su estulticia, vamos apañaos.