dilluns, 3 d’octubre del 2011

Tenía que pasar:

Talk about fanatism

Mateo 5: 27-29 Oísteis que fue: No adulterarás: Mas yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti: que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

Joder, lo raro es que no hubiera pasado antes. Piénsenlo: aquí todo el mundo se apunta a todo: los seguidores de unos aprenden a hablar en élfico, los de otros, se cortan el flequillo a ras de frente, saludan con los dedos separados y chapurrean el klingon por iniciativa propia y simple afición. ¿Cómo no iba a acabar pasando con la Biblia, que cuenta con miles y miles de seguidores organizados y cuyas enseñanzas y mandatos se proclaman todos los domingos en horario de invierno y de verano con posibilidad de saltártelo si te va mejor ir el sábado por la tarde o de hacer créditos extra si vas entresemana antes de trabajar?

¿Que has visto una churri y te has puesto a babear? Ojos fuera.

Aquí ahora debería salir el Papa o así y decir, ¡joder, que lo de arrancarse los ojos cada vez que uno mira a la mujer del prójimo no es para que todos acabemos ciegos!, igual que dije yo aquella vez, cuando compartía piso: ¡joder, que lo de poner cinco euros cada vez que alguien se salta el turno de limpieza no es para que todos pongamos cinco euros y nos quedemos tan tranquilos con el piso hecho una mierda!

Bueno, es lo que pasa cuando se piden cosas imposibles.