Un poco de dietario.
Fin de semana.
Me he pasado el fin de semana metida en casa, sin tener nada que hacer y haciendo un poco de todo. Mis gatos, encantados de utilizarme como radiador.
Fui a una expo el domingo, pero habría sido como no ir a nada, no hacer nada, no sacar nada de nada, si no fuera por el libro con el que volví a casa: "Humano, demasiado humano", de Nietzsche, ya lo conté por aquí.
También fui espectadora de la cosa papal sin inmutarme prácticamente por nada de lo que estaba pasando ahí fuera y sí sorprendiéndome de lo que estaba pasando aquí adentro: de mi no sorpresa.
También sabía que había alguna fiesta en marcha el sábado por la noche pero, días antes, había decidido no ir aunque me invitaran. No me sorprendió que no me invitaran: lo que sí que me sorprendió fue lo poco que me importó que no lo hicieran.
De estos días de, para unos, exaltación espiritual al ver pasar a toda velocidad por Pau Claris a un Papa metido en una jaula, y de, para otros, exaltación de la amistad proclamada a pleno grito al paso por la calle Carretes, yo sólo rescato al Nietzsche de "Humano, demasiado humano" y al Bauçà de "El canvi".
Y me quedo pensando en que, desde hace unos meses, estoy instalada en unos niveles del juego del live and let die que rayan lo maquiavélico.
Puede que lo del live and let die tenga algo de pretencioso, de acuerdo, pero piensen que quiere decir exactamente lo mismo que su contrario: desaparece y deja vivir.