No llegábamos a los 20 y estábamos tan felices como solo se puede estar feliz cuando tienes tu primer coche y te has hecho copias de los casettes de casa y las llevas en una caja de zapatos sin tapa debajo del asiento del copiloto.
Sonaba esto:
y cantábamos: cuando te sale música de la boca, te entran por las orejas las voces de tus amigos -en dolby surround además, que tienes a tres sentados detrás y a otro a la derecha-, que también cantan, cuando pasa eso, no puedes pensar en otro sitio en el que te gustaría más estar.
Veinte años después, lo más probable es que hayas olvidado esa sensación pero, con un poco de suerte, te encuentras una noche en un concierto de Fernando Alfaro, que también ha envejecido veinte años, pero que durante un rato, a base de canciones como esta:
que ni tan solo es una de aquellas que sonaba en aquel coche, te hace oír de nuevo las voces de tus amigos en dolby surround. Y miras alrededor y ves a unos y a otros, que no son tampoco tus amigos de siempre pero piensas 'qué coño. Ni tan mal estos últimos veinte años'.