dissabte, 2 de gener del 2016

Hoy he desayunado una ensaimada de cabello de ángel en el idò Balear, he comido menestra con espárragos y jamón, y un rape en salsa con gambas buenísimo de segundo, he merendado dos mandarinas -aquí me he quedado corta- y acabo de cenar un bocata de txistorra, todo el rato pensando en compensar el karma inútil que estaban creando los setenta y pico tipos aquellos que se han encerrado para destrozar el concepto 'huelga de hambre', que es su manera de pedir que Mas sea presidente. Me parecen unos imbéciles estos tipos; me lo parecen tanto que me he tomado muy a pecho la responsabilidad de devolver al mundo yo sola un cierto equilibrio alimenticio&calórico.

Y ahora llego a casa y me encuentro con este artículo de Gregorio Luri, que encima habla de este otro artículo de Carles Capdevila que, cuando lo leí, me puso al borde de escribir aquí otra entrada explicando cómo algunos blindan su ingenuidad y su bonachonismo, que son en realidad tapaderas para asegurar su inmovilismo, a base de acusar de cínicos a quienes se los señalan.

 Luri dice: Jo no tinc gens clar que la veritat crua sigui un bé social.
Y yo añado: No és ni bé social ni individual la veritat crua: m'he quedat sense els tuppers de menjar que la meva mare havia fet per als àpats de Nadal, sense part de la txistorra que puntualment em porta sempre que ve de Pamplona, i tota aquesta gentola seguirà fent la seva pantomima per sempre, n'estic segura. Menuda merda.