A mí, un asesor de comunicación, me pone bastante de los nervios: me da la sensación de que está ahí puesto con el único objetivo de fulearnos, verbo que, encima, acabo de ver que no existe, así que, mira, me encaja perfecto aquí.
Bueno, pues ahora resulta que he descubierto que hay una cosa que me pone aún más de los nervios, a saber: que un señor presidente de la nación, con su camarilla de asesores de comunicación, decida obviar absolutamente todas las normas de buena entrada por los ojos de quien lo están mirando y actuar como si nadie lo estuviera mirando; ni actuar, de hecho, que solo le miraba una cámara a Rajoy cuando estaba hablando ayer.
Rajoy ayer decidió eliminar al público y eliminar al interlocutor; decidió que su simple presencia más su palabra fueran la ley, que su mensaje, simple, directo, sin parafernalia o con una parafernalia que directamente lo contradijera, fuera el único válido, sin posibilidad de réplica. Pues yo necesitaba un poco de parafernalia bien dirigida para tragar con todo eso, un poco de cosa bien actuada, un poco de tener en cuenta a la cuarta pared, que somos nosotros, o que, al menos, deberían haber sido los periodistas ayer.
Pues ni eso. Y eso es otra cosa que no cuadra cuando hace un par de semanas nos estaban teniendo tan en cuenta poniendo a Soraya ahí, a intentar conmovernos con toda la intención. Entonces, no hace tanto, Soraya se puso al servicio de la cuarta pared de una forma tan radical y tan ridícula que, que ahora Rajoy nos venga con que lo que dice es lo que dice, que es verdad absoluta pensemos lo que pensemos -que le da igual, que no lo quiere oír, que no quiere ni vernos la cara cuando lo decimos-, para mí es otra muestra de que creen que pueden hacer con nosotros lo que les dé la gana porque, cuando les da la gana, pueden hacernos desaparecer.
Eso creen.
No sé, un poco de esmero en las formas podría habernos hecho pensar, a lo mejor, que a este señor y a los suyos les importamos un poquito. Pero como no lo ha habido, a mí ahora me da por pensar que por fin se han quitado la máscara, que ahora son lo que son, que piensan que, de verdad, su palabra es la ley. Como en las dictaduras, ¿no?