La vida estaba llena de problemas, aunque en Barcelona, en aquellos años, la vida era maravillosa y a los problemas los llamábamos sorpresas.
-Los detectives salvajes. Roberto Bolaño.
A mí sí que me ha pasado una cosa maravillosa: A cien páginas de acabar este libro de aquí arriba, justo en el momento en el que se encendía el piloto rojo de "Ve empezando a buscar otra lectura", cae en mis manos un sobre con mi nombre escrito, en el interior del cual me encuentro un libro con unas chicas pistoleras en la portada.
Esto sí que es una sorpresa, no en el sentido de problema sino en el sentido de ¡¡¡yippie!!!
Ahora Bolaño me quema y el diablo me llama.