dimarts, 24 de juliol del 2012

He ido este mediodía a mi principal... cliente ¿no, se llama cuando eres autónoma? -es que yo le llamo jefe porque nunca le falta trabajo que darme y me paga puntualmente, casi como si fuera una nómina- y le he preguntado a ver qué le parece que me dé de baja de autónomos en agosto por aquello de la huelga. Me ha dicho que entonces, a ver cómo lo hacemos porque él no tiene dinero para pagarme en negro. Le he dicho que no, que no le iba a hacer pagarme en negro, que yo le quiero hacer la huelga a la Seguridad Social y a Hacienda, no a él; que la factura en vez de hacérsela el 31 de agosto se la haré con fecha de 1 de septiembre. Me ha dicho que ah, que vale, que a él le da igual eso. Y luego ha añadido que como ha visto que nos suben el IRPF a partir de septiembre, me pagará un 10% más también a partir de entonces.

¿Soy una tipa con suerte o no soy una tipa con suerte?
¡Me cagüen diez!
Hace unos años los fuegos se iniciaban por la quema de rastrojos incontrolada, ¿se acuerdan? Era una excusa así como muy general. Habíamos encontrado a un culpable que no era tan punible, pobre: el agricultor que bastante tenía con mantener lo suyo como para encima pedirle que tuviera preparado un sistema antiincendios cuando llegaba el día de quemar la rastrojera. No le íbamos a mandar a la cárcel; mejor, para lo poco rentable que ya era lo suyo, darle un dinerico por la tierra que ya no le iba a servir y construir allí una bonita urbanización de apartamentos que funcionara por temporadas altas y bajas de turismo en vez de por temporadas altas o bajas de riesgo de combustión masiva.

No se le podía acabar de demonizar, al campesino, así que se empezó a demonizar a quien le daba el dinerico para hacerse de oro después a base de alquileres de temporada. Y claro, ya no interesaba nada esta demonización: a ver si se iba a acabar descubriendo algún pastel.

Al fumador sí, se le puede demonizar sin consecuencias nefastas para la especulación costera ni de interior. Y además ahora es el momento: ahora que ya está claro que esto de fumar es delito por zonas y por sitios. Ya está medio condenado el fumador, ya cae antipático, no pasa nada por condenarle un poco más: hacerle cumplir la papeleta de cabeza de turco, darle al pueblo horrorizado un culpable en el que volcar su ira y dictar un par de leyes luego con la que calmarla.

Tirar colillas por la ventanilla debería de estar penalizado, de acuerdo, pero porque es una guarrada y ya está. ¿Que existe el peligro de que la colilla caiga en un charquito de gasolina que ha dejado un coche que ha parado en el arcén media hora antes porque al conductor le ha dado un apretón y no llegaba al área de servicio más cercana? Vale, pero por esa regla de tres, deberíamos castigar también duramente al tío del apretón que para en el arcén, primero, por no tener pleno control de sus intestinos y, segundo, por no meterse debajo del coche cada vez que sale a la carretera a mirar si pierde aceite o gasolina o lo que sea.

Quiero decir que ni fumadores ni conductores ni agricultores son beneficiosos para el bosque. Ni personas en general, vaya. Pero las personas fuman, conducen y cultivan, y para ir de un sitio a otro cogen el coche y tiran por carreteras que transcurren entre bosques, los muy hijosdeputa. Esto es así, pero aquí lo que falla no son las personas, aquí lo que falla es lo que debería de venir después de que las personas hagan la suya con tan mala suerte (que ya es mala suerte) de que la suya tenga consecuencias tan catastróficas. Eso es lo que ha fallado.

Pero vayan a buscar al conductor incendiario o a los cien domingueros que se pararon en el mismo punto de la carretera de la Jonquera y tiraron todos la colilla a la vez, demonícenlos y denles lo que se merece todo demonio: quémenlos en una hoguera de fuego perfectamente controlado y, de paso, rocíenlos con gasolina cuando empiecen a quejarse en catalán. Luego, vayan todos a plantar árboles para poder repetir la operación de aquí a veinte años, que un exorcismo de vez en cuando, no viene nada mal para distraerse un ratico de otras bagatelas, ya saben: recortes salvajes en el plan antiincendios, insultos nazis en el twitter y demás.