Como siempre, me encuentro en esa situación de creer entenderlo todo, poder coger distancia mental, relativizar y hasta encontrarle sentido lógico a la colleja que me metieron hace unas semanas.
Y mi amigo Óscar, mirándome desde el otro lado de la mesa, con esa cara de escéptico que él sabe poner, me dice: "Sí, sí, Isabel, eso es hasta bonito...".
(Y a mí, el entrecot se me hace bola).