Si me pongo zapato plano y llevo un tupper con la comida del día, es como si hubiera caído totalmente en las redes del currantismo: acabaré yendo a trabajar con gafas (son más cómodas que las lentillas) y con el pelo recogido en un moño con un lápiz.
Si me pongo tacón, me pinto los labios y me pego media hora secador en mano delante del espejo (y sigo llevando tupper), seré como todas aquéllas que trabajan en TV3, pasillo arriba pasillo abajo, ven que hacemos un corrillo aquí mismo y hablamos en voz baja.
Ostras qué dilema.
Me he despertado a las 7 y en vez de seguir durmiendo, me he levantado y me he puesto a leer más que nada para que trabajar 10 horas no sea lo único que haga hoy.