Me ha coincidido en el tiempo la aparición de El procés (o el yo enterarme de que había salido, gracias Edaimon) y el chanchullito de Eugenia Rico para vender libros a tutiplén (o eso se ha creído ella).
Resumidamente, el manifiesto de El procés aboga por tres años de suspensión de la publicación de novedades literarias, tres años de reedición exclusiva de clásicos con el fin de luchar contra la inflación literaria esta tan absurda a la que nos tienen sometidos, que nos obliga a empezar el proceso de compra de un libro nuevo preparándonos para una batalla que empieza en casa y acaba en la caja de la librería tras haber esquivado notas de prensa, recomendaciones de las editoriales, anuncios en las marquesinas de los autobuses, booktrailers, espacios pagados en las librerías y comunicados desquiciados de escritores anunciando que se retiran para volver dos días después (¿en serio que esto aún funciona? pues sí, y mucho); recomendaciones entusiastas de amigos del escritor, fallos de premios literarios, vampiros en los títulos, prólogos de viudas (pero, ¿en serio, que funciona? que sí. Hijosdeputa). Y el chanchullito de Eugenia Rico y Páginas de Espuma (la editorial que la publica) consiste en ir diciendo por ahí ella misma (e imprimiendo por ahí el editor mismo) que es la Virginia Woolf de la era de Facebook, según el New York Times, y la gran escritora del siglo XXI, según Der Spiegel, no habiendo aparentemente artículo del New York Times o de Der Spiegel que digan tales cosas en ningún lado. Sí, en la era del Facebook; no, en ningún lado, lo cual hace sospechar que la tal Rico se ha creído efectivamente vivir en tiempos de Virginia Woolf, cuando nadie podía comprobar si era cierto lo que se decía.
Total, que en yéndome yo a dormir simpatizando mucho con el manifiesto de El procés y muy decepcionada con la estratagema de Páginas de Espuma, que era una editorial a la que respetaba mucho por el tochete de los cuentos de Unamuno que sacaron el año pasado, doy con la solución de lucha particular contra el timo este del marketing editorial desfasado que nos llevan años metiendo por el culo a cucharadas y decido que, a partir de ahora (aquí mi manifiesto) cada vez que note que me entran ganas de comprar algún libro porque la gente que hará pasta con él me diga que se parece mucho a la Woolf , a Faulkner o a Joyce, voy a ir directa a comprarme un woolf, un faulkner o un joyce de verdad.
Y a la Rico, que la den pol culo.