Los niños son los reyes de la casa.
Esta idea es ridículamente reciente, esto se ve muy bien en una cosa tan básica como la organización de la casa(*): cuando nace un niño, los padres siguen durmiendo en la mejor habitación del piso.
Digo esto pensando en que una cosa es que el niño sea alguien por quien preocuparse y en quien centrar esfuerzos imaginando un futuro que va más allá de nosotros mismos, y otra cosa, bien distinta, es erigir al niño en rey, en monarca absoluto.
Y digo todo lo anterior porque, ordenando estanterías, he encontrado una libreta de hace unos años, de cuando tenía un novio profe, en la que había apuntado que en los colegios franceses entonces (y supongo que ahora todavía) debían tener un abogado en plantilla para asumir la defensa de los profesores en caso de denuncia por parte de alumnos o padres de alumnos.
(*)Recuerden que la organización de la casa es fuente de reconstrucciones de sociedades enteras: no tienen más que visitar el Museu d'Història de la Ciutat para comprobarlo.