divendres, 1 de juny del 2012

Catalunya is sooooo needy.

Por experiencia: cuando uno anda pidiendo, la última respuesta, la del demandado, suele ser el desprecio. Esto no denota tanto la insensibilidad o la chulería del otro, del que te llama aldeano (que también) como la baja autoestima del demandante.

Se ve claro en las relaciones de pareja: uno (el needy) empieza pidiendo cariño, montando pollos porque no recibe tanto como el que cree que necesita. El otro, crecido por el poder que se le ha otorgado, acaba apartando al needy de un manotazo al comentario de déjame en paz, pesado.

Resultado: El needy se patetiza, el demandado se dictatorializa. Estas cosas siempre funcionan por contraste: el demandado aislado del needy, puede que sea un tipo ecuánime, con sus debilidades y necesidades. En cambio, cuando tiene al lado al needy reclamando lo irreclamable -porque el cariño se da o se recibe, punto, si uno tiene que reclamarlo, mejor que apague y se vaya por donde ha venido, con el corazón un poco roto pero con la cabeza aún alta- lo único que le queda es a) ceder al chantaje emocional o b) cerrar puertas y mantener posiciones.

La cosa es que la Catalunya needy le ha reclamado a un festival que la mire. Y el festival se ha puesto chulito.

La misión de un festival de música internacional no es hacer publicidad de la ciudad, del país, en el que se celebra. La misión de un festival de música internacional es ofrecer música internacional. Y para ver este tipo de música es para lo que la gente se gasta un tercio -tirando muy por lo bajo- de la mesada. La misión de un festival de música internacional es también generar pasta -por eso se subvenciona: por la tajada puntual; que a ver si nos enteramos de una vez también de que las subvenciones no son ni limosnas ni aguinaldos-, no generar nuevos consumidores de música catalana.

El Primavera Sound genera pasta de manera puntual, la suficiente como para poder ponerse chulito y apartar a Bianciotto de un manotazo cuando le pide, le suplica, que genere nuevos consumidores de música catalana.

Bianciotto ha patetizado un poco a la música catalana al reclamar una especie de cuota de paridad o al menos de figuración, igual que se patetiza la Generalitat cuando se baja los pantalones ante Madrid para conseguir pactos y limosnitas varias con la excusa de que esa bajada de pantalones es necesaria para seguir avanzando en el camino que sea que tenga la Generalitat. El Primavera Sound se ha definido ante Bianciotto, ante la música catalana, como el matón de la puerta que decide quién entra y quién no.

Nadie se ha enterado por eso de que el Primavera Sound se celebra en un país que también tiene su producción musical. Unos pocos se han enterado, eso sí, de que entre los directores del festival había un gorila con de todo menos sentido de la comunicación.

Ahí quedará la cosa.