Me he despertado tan dormida que, leyendo a Héctor y leyendo a Jaume, he hecho una remezcla de lo que los dos me explicaban y me he imaginado la época futura, -somos tan idiotas los humanos: Ya hemos inventado los talleres en los que la gente se venda los ojos y se va a pasear toda una mañana por Madrid para hacerse a la idea de cómo iríamos por la calle si fuéramos invidentes (los pivotes que se ponen en las aceras para que no aparquen las motos, en ciego, se llaman rompehuevos, qué risa)-, me he imaginado, decía, la época futura en la que, viéndonoslas venir, nos inventaremos los simulacros de demencia senil.
Serían simulacros para otros, no para nosotros mismos que, en ese momento de brote estaremos con la cabeza más allá que aquí. "Va, que el papá, hoy a las 12, hace el simulacro de chaladura: Todos a sus puestos". Y el papá, a las 12, empieza a cagarse en todo por aquella vez que vio en Intereconomía a una señora rubioteñida y con perlas en las orejas diciendo que con Franco no pasaba tal, y liándose a bastonazos con la tele. Y mamá, coooorre a susurrarle a la oreja que todo está bien mientras le acaricia la calva; y el hermano mayor, cooorre a interponerse entre él y la tele, y a cogerle con fuerza el bastón; y la hermana pequeña, ooooorre a cantar "La internacional", mirándole a los ojos y diciendo sin dejar de sonreír, entre estrofa y estrofa, "canta conmigo papá". Y todos a darse un abrazo a las 12:05, y a decir a coro: "nos querremos igual", para dar por finalizado el simulacro.
Eso me he imaginado por culpa de mi sueño y de las actualizaciones nocturnas de mis amigos.
Ha estado bien porque, en el fondo, despertarme, leerlos e imaginarme todo esto, ha sido como tomar un café en mi casa con Héctor y Jaume aquí, contando uno lo de la herencia y la demencia y el otro lo de todos sus colegas de la universidad simulando que hay un incendio y que se olvidan de avisarle, para yo acabar diciéndoles: "¿os imagináis que se hicieran simulacros de todas las cosas que nos podrían pasar?"
Habríamos empezado entre los tres a hacer una lista:
-El simulacro de que vas a prepararte un café y te has quedado sin leche.
-El simulacro de que te has dejado las llaves dentro de casa.
-El simulacro de que tienes la ropa tendida y empieza a llover.
-El simulacro de que Manel hace un vídeo que a todo el mundo le parace maravilloso y a ti te pone muy nerviosa.
Habríamos hecho la lista, que habría sido mucho más larga y delirante que ésta que acabo de hacer, totalmente en serio y, al día siguiente, yo habría escrito una entrada parecida a ésta en el blog.
Así que puede decirse que esta mañana acabo de hacer el simulacro de desayunar con Héctor y con Jaume. Y me ha salido muy bien: yo creo que ya estoy preparada para que vengas Héctor.
No sé. Hazlo.