dissabte, 21 de desembre del 2013

La mente del monstruo.

Se le entiende mejor, que no quiere decir que sea más bonito, si uno se lo imagina un ratito antes de meterse en la cama, arrodillado, codos clavados en el edredón y frente apoyada en los nudillos; humilde pero confiado; autosugestionado de una magnitud de su obra comparable sólo a la de aquél a quien en ese momento cree su interlocutor; encarado hacia el suelo pero sin mirar abajo, que para eso está dirigiendo la oración hacia arriba. Cree que tiene línea directa con Dios, cree que los que gritan en la calle no entienden nada; se cree hasta cordero, y en sus momentos más heroicos seguro que ha llegado hasta a fantasear con su propio sacrificio.

Ayer Gallardón se debió de pegar el jesusito de mi vida de su vida.
Y debió de irse a dormir con una paz de espíritu insuperable.

Bueno. ¿Están ustedes tan horrorizados como yo?

dimecres, 11 de desembre del 2013

La entrada de blog de Jair Domínguez sobre Bibiana Ballbè, publicada tiempo después del artículo de Bernat Dedéu sobre ella misma, es el equivalente al artículo de Jordi Soler sobre la independencia, publicado meses después del de Vargas Llosa sobre el mismo tema.

Me podrán decir: hombre, no compares el tema con el otro TEMA, pero relativicen un poco para un lado o para el otro; ambos son temas que pueden importar nada o importar mucho. Aunque parezca que el segundo, el de la independencia, tenga que ser fundamental, hay gente a quien le importa tres pimientos y, aunque hablando del primero, la cultura, parezca que estemos hablando de una cosa que le importa a un determinado sector y punto, oigan, estamos hablando de la CULTURA, y más radical que eso...

Pero de lo que estoy hablando aquí es de dos partes en conflicto y de cómo se aborda ese enfrentamiento.

Cojan los artículos más o menos iniciales, los que vinieron con el estallido mediático de ambos asuntos. Tenemos por un lado a Vargas Llosa diciendo cosas como que parece mentira que el nacionalismo sea ahora un tema importante cuando no es más que un dogma de fe que se han sacado de la manga los que ahora mandan; que cuando él estuvo aquí, no conoció a un solo independentista catalán; que todo esto de la secesión no es más que una "construcción artificial" justificada solo por los tiempos difíciles que ahora vive España, a quien se presenta injustamente como "país opresor". Cojan ahora el de Bernat Dedéu (no he copiado mal el link, es que han borrado el artículo; van a tener que conformarse con los extractos del mismo que publicó Núvol aquí), dice en resumen que lo que nos está pasando con lo del Santa Mònica no es más que "el síntoma de una castración cultural masculina", que nos molesta que el fenómeno Bibiana se haya hecho con el "monopolio de la seducción cultural"; lo reduce todo a una especie de envidia que no sólo los hombres, sino también las "mujeres masculinizadas" sienten en el momento en que "una niña mona les roba el monopolio del acceso a la cultura".

Uno puede leer estas dos cosas y escribir artículos de respuesta diciendo que vale, que gracias por el psicoanálisis pero que no, que ni el tema de la independencia lo marca lo fea que es España ni el tema de la cultura va de lo feas que somos nosotras. Acaba convirtiéndose la cosa en algo que fa de mal discutir, en detrimento nuestro, que pataleando, insistiendo en que no hablábamos de eso, acabamos pareciendo monas (de simias, no de guapas) enfadadas y, de cara a la galería, perdemos toda credibilidad.

Total, que si nos quedamos en este punto, en este nivel miserable de conflicto, la cosa no va más allá de la conclusión: los independentistas son tontos y los antibibianistas son feos, y ambos están enfadados por eso, no porque tengan un punto más fuerte de argumentación (si lo tuvieran).

Entonces llegan más artículos. Y va pasando el tiempo y llegan más. Y cuando uno ya está harto de volver sobre el tema para demostrar que la cosa no es tan pueril como nos la pintaban al principio, aún llegan dos artículos más -el de Soler, aquí, y el de Jair Domínguez, aquí- que demuestran que a los del otro bando ya les va bien quedarse en el punto básico de la discusión inicial. Entonces es el momento en el que uno tiene dos opciones: desesperarse porque todo esto empieza a ser una especie de repetitivo darse cabezazos contra la pared o reconocer la mediocridad de ciertos columnistas a la hora de hablar de ciertos temas, decidir obviarlos (que debe de ser de las cosas peores que se les puede hacer a los columnistas) y tirar para adelante.

Al final, como dice un amigo, este es un momento maravilloso en el que todo el mundo, por fin, está enseñando las cartas, se está poniendo en su sitio. Y de qué manera, oigan; añado yo.

diumenge, 8 de desembre del 2013

Hola, Jordi Soler,

Le ha quedado un artículo-contenedor de basura, el suyo de hoy en El País, muy majo.
Digo contenendor porque, pareciendo que trata solo un tema (el de la independencia), contiene todos los temas por los que algún día en la historia de la humanidad algún grupo de personas ha decidido luchar; y digo basura porque contiene también todas las respuestas que de manera conservadora, paternalista incluso, estos grupos de personas han recibido por parte del más rancio establishment con el fin de frenarlos en su empeño de la manera más pueril, esto es, a base de la manidísima amenaza 'que viene el coco'.

Es un artículo que como vale para todo, no vale para nada.
Mire, podríamos, así para reírnos, cambiar independentistas por antitaurinos. Su primer postulado, entonces, quedaría así: ¿qué harán los antitaurinos en un país que ya ha conseguido la prohibición de las corridas de toros? Para empezar se quedarían de golpe sin objetivo, sin quehacer, sin su estrella polar, porque el antitaurinismo funciona y tiene sentido en la medida en que la prohibición de las corridas de toros todavía no se ha conseguido, porque una vez que esta se consuma, el antitaurino pierde su encanto y se convierte en una persona normal.

Da risa, ¿no?, que ser una persona normal sea ser una persona sin encanto y sin estrella polar.

También podríamos cambiarlo por otra cosa, pero en vez de para reírnos, para llorar. Por ejemplo: ¿qué harán las sufraguistas en un país que ya ha conseguido el derecho a voto de la mujer? Para empezar se quedarían de golpe sin objetivo, sin quehacer, sin su estrella polar, porque el sufraguismo funciona y tiene sentido en la medida en que el derecho a voto femenino todavía no se ha conseguido, porque una vez que este se consuma, la sufraguista pierde su encanto y se convierte en una persona normal.

Esto es, así, de buenas a primeras, lo que me ha venido a la cabeza leyendo su artículo; entonces ya, claro, el resto ha caído por su propio peso, porque con estas ideas mías en la cabeza, siguiendo el hilo de su argumentación, me he puesto a imaginarme un mundo lleno de antitaurinos y sufraguistas que, muy tristes y errantes, privados de su razón de ser, empezaban a pedir la prohibición de los antiinsecticidas y de las raquetitas aquellas para matar moscas, los primeros, y el derecho a voto de los geranios mayores de dieciocho años las segundas, y todo me ha parecido muy gracioso (iba leyendo y me divertía, se lo juro) hasta que he caído en la cuenta que era muy ridículo, pero ya no lo que yo pensaba sino lo que usted ha escrito, y me ha acabado entrando una mala leche morrocotuda al pensar que llevamos meses y meses tragándonos artículos de mierda sobre este tema que no van a ninguna parte, sólo a que usted vaya cobrando cada mes y a que la gente sin ganas de pararse a pensar un poco vaya aumentando también su mala leche, hasta que llegue un día en que pase alguna barbaridad y esa misma gente la acabe consintiendo porque, oiga, perdonarles la vida a los mosquitos, que son tan puñeteros, como que no.

Así que, poniéndome a su nivel, le respondo que no sufra por todo eso, hombre, que yo, por ejemplo, tengo amigos gays (precisamente su artículo me lo ha pasado uno de ellos) que estaban super a favor del matrimonio cuando para ellos aún estaba prohibido, y que, precisamente este que me ha pasado el artículo, en concreto, se ha casado este año y yo no le veo cara de que vaya por el mundo sin su estrella polar ni ninguna de esas cosas bonitas que dice usted que se pierden cuando uno consigue lo que quiere.

Sin otro particular, reciba un cordial saludo,
Isabel Sucunza

dissabte, 7 de desembre del 2013

Miren: cojan la conferencia que Jordi Sellas, Director General de Creació i Empreses Culturals de la Generalitat, pronunció en el Ateneu hace unos meses, digiéranla y verán que acaban cagando exactamente la fiesta que Bibiana Ballbè estaba preparando para enero en el Santa Mònica. Porque, a ver, ¿qué parte de aquel discurso no entendieron? ¿La de alguien responsable de parte de la política cultural de un gobierno que reconoce no sentirse cómodo hablando delante de la gente de la Cultura o la que hablaba de Sak Noel como una especie de genio incomprendido? Es que no hay más que estar un poco atentos: aquella conferencia se titulaba "Cultures disruptives" y el mail de la Ballbè -o de quien quiera que se los escriba- lo que buscaba era precisamente eso: artistas disruptivos; y, entiéndanme, no tengo nada en contra de la disrupción como no tenía nada en contra de las sinergias hasta que alguien decidió coger el término y ponerlo al servicio de sus absurdos intereses falsamente filantrópicos o, lo que debería ser lo mismo, que ya sabemos que no lo es: políticos.

Lo que no puede ser es que ahora Sellas denuncie lo de la Ballbè como una extralimitación suya y sólo suya; que se ha "excedido claramente en sus responsabilidades", dice, como si las responsabilidades cuando te ponen a dedo a realizar un trabajo concreto se las inventara uno; y que "no ha entendido lo que significa trabajar en una institución pública", como si la Ballbè no llevara años trabajando en una de ésas.

En serio, escuchen la conferencia de Sellas; yo la pedí al mail de prensa del Ateneu Barcelonès y me la mandaron en seguida: está todo ahí. Verán que, si la Ballbè tenía un encargo, ese encargo era hacer fiestas como esta que proponía que, al final, es una de las cosas que sabe hacer la Ballbè. Échenle también un vistazo a los vídeos de aquel mes de residencia que tuvo en el hotel Omm; está todo documentado: ella hace lo que hace y por eso la pusieron donde la pusieron; Sellas hace lo que hace, por eso lo han puesto también; y, vayan subiendo, Mascarell hace lo que hace también.

¿Ya han llegado arriba? Bueno, pues ya saben de dónde viene todo. Ahora, a pedir responsabilidades (que las irresponsabilidades ya se las están dando todas sin pedirlas), porque lo que es coherencia, mucha, mucha, está claro que no se les puede pedir.


(Presentación Desorden púbico. Laie CCCB. Dempeus. 5 de diciembre)


Ave María Purísima.
Gracias por venir a todos; gracias gente de Malpaso por invitarnos; gracias, Damià, por acogernos.

Leo:
Sobre las 16.30h., Gorka Ovejero, Julio Martín Villanueva, Ibon García y Mikel Álvarez se levantaron de sus asientos junto con otras cuatro personas del público y bajaron las escaleras en dirección al escenario, donde se encontraban los participantes de la reunión, entre ellos, la señora Barcina Angulo.

Gorka Ovejero, cuando estuvo al lado de la señora Barcina, sacó de la carpeta que llevaba una tarta y se la estampó con fuerza en la cara. Inmediatamente, Julio Martín Villanueva, que también se había aproximado a ella desde el lado contrario, hizo lo mismo dándole con otra tarta en la cabeza cuando ésta se agachaba, tratando de protegerse tras el primer impacto. Instantes después Ibon García, que se había aproximado por detrás, hizo lo mismo con otra tarta, estrellándosela en la cabeza.


Esto pasó en 2011. Hace unos días se ha celebrado el juicio por el que se ha condenado a los tres a dos años de cárcel por "DELITO DE ATENTADO".

Evidentemente, esto no pasó en Rusia.
Esto pasó en Toulouse, el juicio se ha celebrado en Madrid y los acusados son Navarros. Yolanda Barcina es la presidenta del Gobierno de Navarra, antes había sido durante muchos años alcaldesa de Pamplona.

Os cuento todo esto porque quiero que sintáis lo que explica el libro de manera cercana en el espacio, que es la manera más básica, por lo material, de sentir cercanas las cosas, sin tener que hacer ejercicios de abstracción que lo acabarían acercando definitivamente; un ejercicio de abstracción que podría ser por ejemplo el ponernos a discutir en base a estos hechos sobre qué es delito y qué no es delito, y llegaríamos seguramente a las mismas conclusiones tanto en Rusia como aquí.

Tirarle una tarta a alguien a la cara no es delito; ponerse una minifalda y subirse a cantar a un altar tampoco lo es; estar en contra del trazado del TGV, que es por lo que estos tres navarros protestaban, no debería ser ilegal; pedir la dimisión del presidente del país, que es lo que pedían las Pussy Riot con su performance en la catedral de Moscú, tampoco debería serlo.

Lo que pasa en los dos casos es que hay alguien que, abusando de su autoridad decide que tirar una tarta, subirse a un altar sí es delito.

Las Pussy Riot subieron a ese altar en febrero de 2012. Cantaron una canción en la que pedían a la virgen dos cosas: una, que se hiciera feminista, y dos, que Putin desapareciera. Fueron detenidas por desorden público. Pasaron una temporada en la cárcel antes de que se las juzgara. Durante ese tiempo, la acusación, que era el Estado y que era la Iglesia ortodoxa, elaboró un discurso que quería demostrar que aquello que habían hecho no era simplemente una falta de respeto sino un atentado que merecía un castigo de dos años de prisión (llegaron a pedir hasta cinco).

Hay entrevistas con Putin refiriéndose al tema, en las que insiste que la cosa no tenía nada que ver con él (la letra de la canción que se interpretó en aquel altar decía textualmente: Virgen María, madre de Dios, llévate a Putin, llévate a Putin, llévate a Putin) sino que formaba parte de un plan para destruir a la Iglesia ortodoxa y al Estado entero. Hay una entrevista en la que incluso llega a escudarse en la defensa de la memoria histórica, llegando a comparar la performance con la destrucción -literal- de la misma catedral en la que actuaron, que fue tirada abajo en 1917 por la policía comunista antirreligiosa y que, tras la caída del comunismo, fue reconstruida.

La Iglesia ortodoxa no tardó en apuntarse al carro de la criminalización de las chicas. Hay un reportaje de la BBC, que está colgado en el Youtube, que se titula "Pussy Riot, a Punk Prayer", en el que puede verse la oración masiva-manifestación que los popes de la iglesia organizaron en contra del colectivo. El documental incluye declaraciones de algunos participantes que, literalmente, reproducen las consignas de Putin; algunos, los más sueltos, no dudan en decir cosas como que (cito) están haciendo lo que los bolcheviques hicieron en los años 20 y 30. Por supuesto, ha habido manifestaciones masivas en su favor; éstas sí, las de la Iglesia no, claro, han sido reprimidas contundentemente por la policía.

En medio de este panorama, llegó el juicio. Les cayeron dos años de prisión a cada una. Las acusaciones fueron todas en la línea de quien está juzgando a alguien que realmente había atentado contra el estado y contra la dignidad de las personas. Ellas llegan a disculparse en el caso de haber ofendido a alguien e incluso admiten que no fue buena idea hacer aquello en la catedral, y no paran de repetir, en su defensa, cuál era su único objetivo: poner en relevancia cómo Putin está acabando con la libertad en Rusia, y cómo la Iglesia le apoya abiertamente.

Las Pussy Riot se definen como un colectivo ruso feminista. Yo creo, y esto es opinión, que tanto lo de ruso como lo de feminista se les queda corto en este caso; que lo de las Pussy Riot deja atrás fronteras y deja atrás géneros. Que están hablando -defendiendo- algo mucho más grande.

Las Pussy Riot están haciendo un papel que cada vez más tiene pinta de ser necesario a nivel internacional: el papel de ciudadanas que marcan al poder, que le muestran y denuncian sus excesos. Es un papel que últimamente se está revelando como muy importante; imprescindible, en Rusia y aquí mismo: si le echan un vistazo, por ejemplo, al proyecto de ley de protección de la seguridad ciudadana que ya ha pasado la primera criba del congreso de aquí, ya les digo que querrán salir corriendo a comprarse, como mínimo un pasamontañas.

Por todo esto, creo que toda esta historia que nos cuenta este libro, que incluye textos en los que las tres encarceladas explican la performance, quiénes son, qué se han encontrado en la cárcel; poemas suyos, letras de canciones y extractos de declaraciones de testigos de su juicio, no hay que verla como una cosa que ha pasado lejos, sino como algo que nos concierne a todos. Por eso es importante leerlo, porque las cosas no pasan de un día para otro, porque aunque no sepamos hacia dónde vamos a ir, hay que, al menos, tener clara la posibilidad para poder al menos intentar frenarla.

Esta mañana, acabando de preparar este texto, me he dado cuenta de que ahora voy a acabar reproduciendo la misma estructura del final del libro. El libro acaba con los alegatos que las tres acusadas hicieron al finalizar el juicio y con un epílogo de cartas de artistas internacionales -Yoko Ono, Le Tigre y otros- con las que se posicionan a su favor y animan a la comunidad internacional a hacerlo también. Yo ahora les voy a leer un fragmento del alegato que Masha Alyokhina, una de las tres condenadas, leyó en el juicio, y luego veremos la actuacín, el epilogo, de nuestras artistas internacionales particulares, Les Sueques.

Ya veréis que el alegato de Masha habla de cosas también que os sonarán muy familiares. Dice así:

Hoy por hoy, me parece sorprendente que en nuestro país necesitemos el apoyo de varios miles de personas para poner fin al despotismo de uno solo o unos pocos burócratas. Y me gustaría destacar que nuestro juicio es una confirmación muy evidente de que necesitamos el apoyo de miles de personas de todo el mundo para demostrar lo obvio: que ninguna de las tres es culpable. No somos culpables y el mundo entero así lo dice. El mundo entero lo dice en conciertos, el mundo entero lo dice en internet, el mundo entero lo dice en la prensa. Y también lo dicen en el Parlamento. El primer ministro de Inglaterra no saluda a nuestro presidente con palabras sobre los Juegos Olímpicos, sino con la pregunta ¿Por qué hay tres mujeres inocentes en la cárcel?". Es una vergüenza.

Pero más sorprendente aún me parece que la gente no crea en su capacidad para influir sobre el régimen. Durante los piquetes y las manifestaciones, mientras recogía firmas y organizaba peticiones, muchas personas me preguntaban por qué les iba a tener que preocupar o interesar a ellas aquel trocito de bosque de la región de Krasnodar, ¿por qué les iba a preocupar que la esposa del primer ministro Dmitri Medvédev quiere construirse una residencia oficial allí y destruir la única reserva de enerbors de rusia? Esta es otra confirmación más de que la gente ha perdido la noción de que este país nos pertenece a nosotros, sus ciudadanos. Y es que las personas han dejado de concebirse a sí mismas como ciudadanas. Por el contrario, se conciben como simples masas de autómatas. No sienten que el bosque les pertenezca, aunque esté pegado a sus casas. Dudo incluso que alberguen algún sentimiento de propiedad con respecto a sus propias casas. De hecho, si un día apareciera alguien con una excavadora frente a su porche y les dijera que tienen que desalojar la casa, esta gente recogería obedientemente sus pertenencias y se iría a la calle. Y allí se quedarían hasta que el régimen les dijera qué hacer. Es muy triste, pero estas personas están totalmente indefensas. Y tras pasar casi un año en prisión, me he percatado de que la cárcel no es más que una Rusia en miniatura.

Les Sueques.