Precisamente ayer, subiendo hacia Fontclara en coche, me venía a la cabeza 'Le temps du loup', la peli de Haneke en la que algo ha pasado, no se sabe qué, que ha devuelto a los humanos a un estado salvaje de comportamiento. Y de salvaje ignorancia también.
El tema era, como siempre últimamente, la crisis. Yo decía que las manifestaciones ya no servían porque ya eran parte del sistema. Martí decía que las salidas eran, bien hacer algo que esté en nuestra mano hacer -huelga general-, bien esperar a que pase algo catastrófico que nos haga empezar de cero.
Fue cuando dijo esto último que yo pensé 'Le temps du loup'. Y lo dije en voz alta.
Hoy a las cinco de la tarde, en la playa de Pals se ha hecho medio de noche y todo se ha vuelto naranja menos el mar, que era verde. En el coche, volviendo de Fontclara olía a quemado y entraban por la ventanilla unos puntitos blancos que parecían mosquitos diminutos pero eran ceniza. Martí sintonizaba las emisoras y solo encontraba Radio María -rezaban- y Radio Estel -retransmitían una ordenación sacerdotal-. Cuando por fin ha logrado sintonizar una que daba información práctica, el locutor transmitía un mensaje de los bomberos. Decía que las instrucciones para todos los habitantes de la zona del Empordà eran no moverse de sus casas y cerrar puertas y ventanas. Si vivían en masías aisladas, tenían que acercarse hasta el núcleo urbano más cercano.
La luz extraña, los rezos en la radio, el olor a quemado, aquella nube negra, inmensa, en el cielo y las instrucciones de autoconfinamiento o de ponerse a caminar buscando un pueblo. He vuelto a pensar y a decir en voz alta: Le temps du loup.
A veces las referencias de ficción, por agoreras que sean, son a lo único a lo que una puede acudir en busca del consuelo del saber qué podría pasar.
Pero no pasará el tiempo del lobo.
Igual que la Generalitat ahora no quiere ni oír hablar de los recortes que hace unos meses aplicó a las partidas de la lucha contra incendios, nadie ahora querrá pensar que, igual que Rajoy no fue a visitar la tierra quemada de Valencia, sí que vendrá a visitar la de Catalunya, que España invertirá dinero en solucionar todo esto y que todo esto se acabará utilizando como argumento político en tertulias de radio para acallar voces independentistas, por ejemplo.
Y así: todos siempre dentro de este sistema que no funciona, incapaces de tomar una decisión global por no querer ver que todo, todo, está relacionado entre sí.