Talk about darle la vuelta a la tortilla.
Ayer tuve un momento de lucidez en la radio: antes y después de entrar en antena (yo preferiría tener estos momentos mientras estoy en antena pero no, ya ven, ahí dentro solo consigo que me tiemble la voz y no ser capaz de escuchar nada de lo que pasa ni antes ni después de mi intervención: así no hay manera de parecer inteligente de cara a la galería, qué le vamos a hacer).
Miren, ayer estaba esperando con Marina Espasa para entrar en el estudio, las dos ahí, sentadicas, esperando a que nos llamaran para hablar de libros, cuando viene la productora del programa y nos pregunta si queremos tomar algo. Agua, digo yo; agua yo también, dice Marina. La productora se va a buscar los botellines y yo le digo a Marina: Dios mío, ella es yo hace unos meses.
Entramos, decimos la nuestra, acabamos, nos levantamos y vemos en el estudio a Eva Cuenca. Meten la canción, cierran los micros para hacer el cambio y Eva nos dice: ¡míralas, qué graciosas! Ay, nos preguntábamos qué habría sido del equipo (del equipo de L'hora del lector, que era donde trabajábamos Marina y yo hasta hace unos meses). Eva Cuenca trabaja en Random House Mondadori, la conocemos porque había venido unas cuantas veces al programa a acompañar a escritores. Nos pregunta qué hacemos ahora: Yo trabajo en una editorial, le cuento.
Zas: yo soy la chica que atiende a los invitados, yo soy la chica que recibía a Eva Cuenca cuando venía a la tele; ahora yo soy Eva Cuenca; sí, claro, ya me gustaría..., dejémoslo en que voy a la radio y trabajo en una editorial; yo soy también el escritor al que acompaña; bueeeeno, dejémoslo en que tengo una editora a quien le envío textos que, por lo visto, acabarán siendo un libro.
¿Se dan cuenta? Me he pasado al otro bando: he hecho casi sin planearlo un salto de 180 grados, estoy al otro lado de la barrera y lo fuerte es que tengo la sensación de que yo no me he movido del sitio, de que simplemente he levantado los pies y ha sido el mundo el que se ha dado la vuelta antes de que yo volviera a bajarlos.
Yo a veces tengo la sensación de que no soy yo quien se mueve sino todos los demás quienes cambian de sitio. A veces pienso que tengo mucha suerte y otras que tengo mucho morro. Otras veces también me da por pensar que debería poner orden, que debería decir: quietos todos, ahora me muevo yo.
Lo que no logro conseguir, desde hace unos meses, es borrar de mi cara esta expresión de sorpresa, así como de que todo esto que está pasando me hace muchísima gracia.