Lo de Cercas me pilla escribiendo en
otro sitio que la democracia tiene alma mainstream; que en un país
de millones de votantes, más te vale fundar un partido que recoja y
encaje en el pensamiento común de al menos unos cuantos cientos de
miles de personas, si quieres que éste cuente con un mínimo de
visibilidad; y eso es lo que se viene haciendo últimamente en
Cataluña, no con un partido nuevo sino con la posibilidad de un
estatus nuevo: la independencia.
Pero la independencia, no se engañen, no es
una cosa que se haya inventado nadie a título personal o a título
partidista; la independencia ya estaba: no hay más que haber seguido
la literatura catalana -la buena, o sea, la que era lo
suficientemente importante como para haberse ganado la incierta
gloria de haberse visto obligada a sobrevivir fuera de su medio
ambiente ideal: un país de receptores que, estando a favor o no de
sus postulados, al menos hablaran su mismo idioma. La independencia
ya estaba: no hay más que haber seguido la historia con sus
recuentos de muertos por la causa; muertos que habiendo acabado en el
lado de los perdedores, parecían haber acabado también en el lado
de los desaparecidos; desaparecidos ellos y desaparecida su
intención, su lucha, su motivo: la independencia.
Yo, estoy harta de explicarlo, vengo de
un sitio en el que, no hace tanto, ser independentista era ser
terrorista; terrorista con sangre, con muertos. Vengo de un sitio en
el que no hace tanto el 'unanimismo', por utilizar el mismo término
que Cercas le roba a Vilar, provocaba, sí, ese mismo temor del que
habla en su artículo por expresar la disidencia, sólo que la
disidencia entonces, criminalizada además, recuerden, era todo lo
contrario a lo de ahora: era ser independentista. Y a esto último
también ha sobrevivido la independencia.
Muerta la rabia (el terrorismo), ha
vuelto a salir a flote la independencia. Que no me venga ahora Cercas
con que el derecho a decidir es instrumento de nada: el derecho a
decidir es, como mucho, oficialización, constatación de una cosa que ya está decidida; que hemos decidido
pese a la historia, pese a la dictadura, pese al terrorismo; es un
dato que solo falta poner sobre el papel, convertirlo en número. ¿Le
parece esto a Cercas poco democrático, de verdad? Porque a mí me
parece casi la última barrera de la democracia que queda por
superar; me parece casi un acto de justicia que se le debe a todo el
mundo que algún día tuvo la idea de la independencia en la cabeza y
se la tuvo que comer con patatas si no quería acabar en la cárcel o
en una cuneta.
Cercas se pregunta si existe una
mayoría que realmente quiera la independencia; bueno, no sé. Lo que
sí que existe ahora es la manera de saberlo, y lo terrible es que
hasta ahora no había existido por culpa de ese
'unanimismo' que Cercas utiliza para desacreditar justo lo que hasta
ahora había sido víctima de aquel otro 'unanimismo' que, al menos
en mi pueblo, durante muchos años nos ha tenido la boca callada a unos cuantos, a una mayoría, ésta, sí que bien silenciosa: la que no quería bombas, la que no quería muertos pero sí independencia; una mayoría a la que, en fin, no dejaban abrir la boca y, por tanto, no acababa de constar. Y creo que ya va siendo hora de que lo haga.
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