divendres, 4 de juliol del 2014

Ayer nos pasamos dos horas y pico en la librería hablando de "Els nois", de Toni Sala.
Yo le decía a Eugènia Broggi, la editora, que la intención de estas sesiones que nos hemos inventado y que se llaman "Lectures de..." era hablar de libros actuales como se habla de los libros clásicos; basta ya de presentaciones publi-reportajes de tres cuartos de hora, con editor y autor cantando las maravillas de eso que ellos mismos acaban de hacer.

Se empezó hablando de "Els nois", ayer, y se acabó hablando de épica, de escuelas y de si no estaremos dejando pasar a otro Vinyoli; se hablaba de "Els nois", ayer, y se acababa hablando de arte plástico, de futuros posibles del autor y de presentes también probables de la literatura. Se acababa buscando la línea que unía a todo el elenco de autores de L'Avenç para intentar ver también todo lo que quedaba fuera de aquella línea. Y se discutía sobre si Sala encajaba o no ahí.

Se hablaba también de putas abstractas, de accidentes de carretera en el Empordà, de la crítica que se hace ahora, con nombres y sin nombres. Y había entre los participantes alguien de bibliotecas, una librera de comarcas, algún escritor, alguna editora, algún periodista. Y cuando salimos de allá, se nos cruzó alguien del teatro. Y seguimos hablando con él de la crítica de los libros y de la crítica de la cosa escénica.

Y esta de aquí se fue a dormir pensando que por fin se estaba hablando de las cosas en serio -intercesión del librero mediante (gracias, Cutillas), cuando la cosa amenazó con encallarse en el jijijí-. Y todo a partir de un libro; de "Els nois", de Toni Sala. Eso son los libros que vendemos: cosas que dan pie a todo aquello de lo que se habló ayer en la Llibreria Calders.

La semana que viene repetimos experimento con "Ànima", de Wajdi Mouawad.
Vendrá la traductora, vendrá gente que ha hablado de él en los medios y vendrá el editor.
Será el viernes, 11, a las nueve de la noche. Y si todo va como ayer, yo volveré a salir de allá convencida de que las historias importantes de un libro, de un escritor, no son tanto las que cuenta sino aquellas a las que apunta; aquellas que, de no haberlo leído, no se ven.

Cosas como las de ayer son las que yo quería que pasaran, las que están pasando, ahora mismo en la Calders.

dimarts, 3 de juny del 2014

Que es más fácil la respuesta que la ofensa no es ningún secreto. Al final, quien ofende carga también con un grado de responsabilidad mayor o menor según la magnitud del asunto con el que cuenta desde el principio y que le hace planear a priori las reacciones de quien está al otro lado de la red.

Can Vies estaba planeado desde el principio como se planean todos los desalojos de casas okupas que han acabado siendo centros más o menos cívicos, cosa de barrio. Se va, se desaloja, la gente se enfada un día, igual dos, hasta cinco a lo mejor. Conforme va creciendo enfado de la gente, la respuesta a la ofensa toma un cariz que puede requerir, incluso justificar, una demostración de fuerza por parte de la autoridad. Y la autoridad está preparada: da un golpe de efecto, algo que no se ha visto hasta ahora: un cañón de sonido, máscaras de gas colgadas del cuello (¿y el gas? Nada, cosa disuasoria), un "encapsulamiento", lo llaman, de unos centenares de manifestantes en un chaflán. ¿Qué hacen los respondedores ante ese giro inesperado? Cruces, se hacen, y todos a dormir.
Si se hubiera quedado corto esta vez en sus cálculos el ofensor, entonces sí, a darle a la espita del gas; miren si contaban con eso también. Pero no fue necesario, y eso también lo sabían: Al quinto día del desalojo de Can Vies, ya había llovido, ya había vuelto el buen tiempo, ya estaba en marcha el Primavera Sound y los enfadados respondientes hasta le habían hecho parte del trabajo al Ayuntamiento ocupándose ellos mismos de retirar los escombros de la casa derribada en cuestión. Us felicito, fills. A veces los respondedores parece que se enrocan en querer dejar claro que ellos son los buenos, que el ofensor está siendo muy injusto con ellos. Y para de contar.

Miren qué pasa en los partidos de fútbol.
Cuando un equipo sale a ofender -a atacar- desde el minuto uno, o muy malos son y acaban marcándose goles en propia puerta o el equipo contrario se las apaña para girar las tornas y pasa él a atacar. Para cuando llegó el momento de pasar a atacar en la quinta noche del desalojo de Can Vies, allí no había nadie; alguna vecina, sola, dándole a la cacerola en el balcón, que es la rabieta que nos ha quedado de cuando éramos pequeños, aquella que la autoridad, hasta la más tonta, sabe ignorar como quien oye llover.

La noche famosa del "encapsulamiento" en Gran Via/Rocafort (la quinta noche), anduve por Gran Via prácticamente sola, hasta las mismas narices de primer mosso con máscara de gas que impedía el paso hacia lo que estaba pasando una manzana más allá. Me planté delante suya y le hice una foto. Ni se movió.

Una manzana más allá, lo que estaba pasando era esto



Una manzana más acá, nadie para responder.
Fin del partido. Goleada del ofensor.

Ha pasado otra cosa estos últimos días: ha abdicado el Rey. Tienen escrito también el guión estos mismos que hace tres días eran ofensores. Y lo tienen escrito en unos términos que más que ofensores lo que parecen ahora es organizadores de fiestas: sabían que la gente iba a responder y sabían también que no iba a hacer ni falta indicarles la hora de volver a casa. Ni máscaras de gas, ni cañones de sonido ni chaflanes reservados para encapsulamientos. ¿Que de repente nos ponemos a pedir un referendum? Como si no lleváramos pidiéndolo desde hace meses ya, para otras cosas, y lo único que hemos sacado en claro es que no nos lo van a dejar hacer.

La abdicación del Rey ha sido organizada en beneficio de los de siempre, que no somos nosotros, y nosotros la hemos entendido toda mal; hemos oído lo que hemos querido oír. Cambian un rey por otro y nosotros, angelicos, sólo leemos hasta Cambian. Juntamos monarquía con cambio y nos sale república, así de idiotas somos, así de optimistas, así de cómodos estamos no tomando responsabilidades, limitándonos a responder.

¿Qué necesidad había de que abdicara el Rey para salir a pedir la República? No paramos de obedecer.
¿Qué necesidad había de desescombrar Can Vies, de limpiar lo que ellos habían destrozado? No nos salimos del guión.

Al final, mi socio va a tener razón: soy una nostálgica. Él se piensa que pienso en Pamplona, pero es mucho peor: pienso en París. Y ni siquiera estuve pero sé que allí, con los adoquines, se hacía otra cosa que no era desescombrar: que allí, el respondedor se atrevió a aceptar la responsabilidad.

divendres, 30 de maig del 2014

Se me han juntado las noticias de Can Vies con las de la eliminación del autobús 14, el que iba hasta el Poblenou pasando por el centro, me ha salido la filosofía completica del plan de usos de este nuestro Ayuntamiento y me he asustado.

Lo de Can Vies, a estas alturas, ya deben de conocerlo todos; lo del 14, igual no: han decidido quitarlo, el autobús, porque van a poner una de aquellas líneas ultrasimplistas con las que el Ayuntamiento anda redibujando ese mapa nuevo de la temebé que viene a decirnos a todos que, en Barcelona, o vas a la playa o subes al Park Güell.

Total, que el 14 era el que cogían las señoras del Poblenou para ir a comprar a la Boquería, y ahora andan ellas ofendidas perdidas reclamando el servicio, aunque de eso no se ha enterado casi nadie porque estas, por no tener, ya no tienen ni autobús que quemar.
(Ahora, después de tan flamígera afirmación, es cuando, para ir con los tiempos que nos marcan las tan demagógicas tertulias, yo tendría que decir aquí que estoy muy en contra de la violencia y tal, pero, mira: voy a pasar.)

Que se me han juntado las dos noticias, digo, en parte porque he empezado a tirar del hilo de lo que dice esta aquí. Dice que los okupas le dan mucha rabia; y explica así tan trascendental afirmación: "Tant que em costa a mi pagar les coses, em rebenta que alguns es creguin amb el dret de tenir-les de franc."; motivo que retoma para terminar: "si ningú no pagués el lloguer, la llum, l’aigua i el gas del seu habitatge o dels seus espais de lleure, no podria funcionar ni el nostre sistema, ni el seu ni cap." Y ha sido al leer esta última frase cuando he pensado que, según los parámetros que establece esta chica en su redacción, la ciudad acabaría siendo enterita para el mejor postor; que es lo que está siendo porque es eso lo que están haciendo Trias, el Ayuntamiento y hasta la Generalitat. A esto apunta la redacción, pero ella se para antes de llegar ahí. Y no sé, pero yo, que también pago las cosas, he querido pensar un poco más allá y he visto en seguida que no somos nada, ni ella ni yo, comparadas con los guiris que bajan a la Barceloneta a meterse un paellón por el que van a pagar un pastón, mientras nosotras y las señoras del Poblenou nos lo hacemos en casa con arroz bomba y los langostinos que ese día tengan de oferta en el mercat, siempre y cuando hayamos podido llegar.

Y he pensado, para terminar, que igual hay que darle un par de vueltas a esto de la rabia que dan los okupas, porque los siguientes en la escalera de la no rentabilidad somos nosotros: los que solo pagamos alquiler, luz y gas, y vamos al mercat en uno de esos autobuses que ya nos han empezando a quitar.

dijous, 22 de maig del 2014

Diu: Llegeix-te això, que entendràs coses d'aquí.




Y lo dice justo en el momento en que estoy cogiendo un tren para irme hacia el otro almendral.
Y así es imposible acabar respondiendo nunca a una llamada.


diumenge, 27 d’abril del 2014



¡Llança'ns al barranc! ¡Llança'ns al barranc! A l'altra banda del coll, al capdavall, hi ha la mar, però preferiria no veure-la mai més. No hi ha res al món que desitgi més que aquell barranc i sé que aquest desig té una estreta relació amb l'amor que sento pel meu pare.

Maria, estimada,

Recuerdo dormir una vez toda la familia en el coche porque habíamos llegado demasiado pronto o demasiado tarde, no sé, al sitio donde íbamos a pasar las vacaciones y no teníamos acceso a las habitaciones o al apartamento, no sé, que habían reservado mis padres.
Recuerdo que los tres, los hermanos, dormimos igual, como unos benditos. Recuerdo que mi madre estaba un poco disgustada. Mi padre, no me acuerdo.

Estoy leyendo Els meus pares, de Guibert. Me lo regalaste en la terraza del Calders cuando la Calders aún no estaba abierta. Estuvimos con Gonzalo Torné, ¿te acuerdas?, otro que tal contando historias sobre familias. Me lo regalaste delante suya y nos tomamos unos cafés.

Después, habiéndomelo ya regalado pero no habiéndomelo leído yo aún, viniste a la librería ya abierta, el día de la inauguración, y nos tomamos unas cervezas.

Después, sin haberlo comenzado todavía yo a leer, nos volvimos a encontrar en el Sidecar, la noche de Sant Jordi, y nos tomamos más cervezas aún.

Y tú sabías todo el rato que tenía yo esto en casa haciendo tic-tac, tic-tac. Pues ya lo he abierto. Vaya bomba, maja; si en Club Editor ya tenéis publicado el libro sobre la guerra de aquellos de entonces que todo el mundo debería leer, ahora tenéis publicado el libro sobre la guerra de todos de ahora y de siempre que todo el mundo debería leer también. Porque si la guerra de Sales es la civil, la de Guibert, la de los padres, es la guerra de la civilización.

Entonces, ahora, ¿qué hacemos?
¿Se lo hacemos leer a Gary hijo, por ejemplo, a riesgo de que se nos ponga más fatal aún de lo que está, y le invitamos luego a que venga a hablarnos de lo suyo y de esto de Guibert y de todos a la librería? ¿O hacemos como acabo de hacer yo y nos vamos corriendo todos al youtube a ponernos esto



para quitarle un poco de hierro al asunto?

Tú has vivido en París, seguro que conoces a alguien que conoce a alguien que conoce a Delerm; haz unas llamadas, anda, a ver si le viene bien venir un día. Yo pongo el piano, que mis padres me compraron uno hace tiempo y dicen que me lo dejan.

Gracias por todo.
No pares.
Isabel

dissabte, 8 de març del 2014



ENÈSIM MANIFEST PEL DIA DE LA DONA TREBALLADORA
8 de març 2014



Què poden aconseguir, què poden desencadenar les meves paraules en vosaltres, públic ja convençut? Just el contrari del que s’espera: això seria l’únic èxit possible. Perquè ara no estem demanant el dret a vot com les sufragistes el 1908, ni denunciant la matança de les obreres socialistes del 1910, ni protestant pel preu del pa a la Rússia del 1917. Ara, simplement, no volem renunciar als nostres drets. Hem d’estar alerta perquè tot el que hem aconseguit està sent assetjat per un sistema especialment virulent i anorreador. Hem de fer guàrdia i desobeir quan calgui.

I em pregunto: què vetlla o a qui desobeeix aquest acte, aquest manifest pel Dia de la Dona Treballadora? Quin sentit té el Dia de la Dona Treballadora? Quin sentit tenen les celebracions o reivindicacions puntuals d’una problemàtica concreta? Què passa quan es fragmenten totes les lluites? Hem de treballar pel comú. I només sortim al carrer per defensar allò de cadascú, no allò “nostre”. I què és el que ens defineix, el que ens fa únics? Els genitals? La renda per càpita? El deenaí? És la nostra condició humana irreductible la que hem de defensar a ultrança. Som el poble, no la massa. Som ciutadans, no consumidors. Hem de fer pinya: certes lluites sectorials –penso en algunes faccions del moviment LGTB, del feminisme, de l’ecologisme o del sindicalisme, per exemple– han estat fagocitades per un sistema que les degluteix per seguir-se afirmant i fiançant. Són la quota de rebel·lió que suporta. I no, hem d’anar més enllà: l’hem de saturar, l’hem de curtcircuitar, l’hem de desbordar. Ens hem de defensar mútuament, els uns als altres, fora guetos!, que una dona monògama defensi el poliamor, que un heterosexual immigrant defensi els homosexuals, que una discapacitada funcional lluiti pels sense sostre. Si cadascú escombra cap a casa seva l’únic que aconseguirem serà omplir-nos tots la casa de merda. No ens enganyem: la lluita és de classes i com diu el malànima del broker George Soros, «Nosaltres –ells– l’estem guanyant.»

Trenquem-los els pressupòsits, els axiomes, les lleis. Organitzem-nos d’una altra manera: no busquem l’encaix, trobem una forma nova. Res d’aturades parcials o lluites sectorials: vaga general indefinida i activisme en tots els fronts. Redirigim els nostres esforços a fer habitable el món comú i des de baix, no a cop de legislació. Fixem-nos sinó, per exemple, en què es va aconseguir el 1999 amb la Llei de Conciliació Laboral i Familiar: fer-ne un assumpte estrictament femení, fer-ne una qüestió de gènere. Divideix i guanyaràs, com sempre. O amb la Llei d’Igualtat del 2007, que tenia tantes pretensions que el garbuix burocràtic que generava en va impedir el desplegament. Per no parlar de la Llei de l’Avortament del 2013, que directament és una barrabassada que si la deixem passar ja podem plegar. Aquí volia arribar quan parlava d’estar alerta i no cedir ni un centímetre. Aquí ens hem de plantar i dir: no ho permetrem de cap manera. Com amb els maltractadors, no hi ha negociació possible: la nostra posició ha de ser inamovible.

Ara, quan anem a la comissaria a denunciar-los i hi trobem moltes treballadores policia, això ens fa contentes? Per què? Igualem-nos en el millor, no en el pitjor, feminitzem el món, no ens masculinitzem totes, no ens fem més competitives i violentes, més Tatchers i Merkels i Esperanzas Aguirres. Fem-nos més tendres i cooperatives, volem el millor de cada casa, no el pitjor: volem Annes Lizarans, Marines Garcés, Ades Colaus, Annes Veigas, Hannes Arendts i Roses Parks. La Maria Aurèlia Capmany cantava un cançó on més clar no ho podia dir:

Sóc una dona, res més que una dona:/ no seré mai un carrabiner. Sóc una dona, ben ferma i rodona./ Sóc una dona, ja ho deus haver clissat./ Sóc una dona i això és cosa bona:/ no seré un barbut magistrat.// Sóc una dona i això ja no és broma: / no seré mai capità general.// Sóc una dona i n’estic ben contenta./ Sóc una dona i no hi trobo entrebanc./ Sóc una dona i això ja m’orienta:/ no seré mai director d’un banc./ Sóc una dona i amb bona harmonia./ Sóc la mestressa del meu propi cos./ No seré bisbe ni tampoc policia,/ cosa que em posa de molt bon humor.


No volem empoderar-nos: l’empoderament és una paraula de merda, el poder l’hem de dissoldre amb salfumant, hem de polvoritzar les jerarquies, no assumir-les ni fer-ne de noves. Volem desposseir-nos perquè qui no té res no té res a perdre i tot a guanyar. Volem un món millor, canviar-lo, no dominar-lo. No volem la normalitat, no volem un país normal perquè som diferents i volem seguir sent diferentes.

L’únic sentit que té un manifest pel dia de la dona treballadora, l’únic sentit que pot tenir el dia de la dona treballadora és que atiï una revolució com la del 1917, no només per millorar les condicions laborals de la dona sinó per millorar les condicions laborals de tothom: aquesta és la millor manera de vetllar pels drets de les dones treballadores. No oblidem que l’última reforma laboral del govern del PP no fa distincions i és un cop de puny sobre la taula que diu: nosaltres, els poderosos, tallem el bacallà, i vosaltres, els miserables, cada cop tindreu menys drets perquè els qui legislem som nosaltres. Només des del desacatament ferri a les polítiques desaforades del neoliberalisme, només des de la rebel·lió i l’esperit crític ens podrem afirmar com a col·lectiu i podrem fer servir la primera persona del plural i constatar que si «jo em rebel·lo, nosaltres existim», com deia Albert Camus.

Això és una crida a la revolta i a la desobediència, no a la igualtat. A la diferència, a la germanor entre persones de totes les menes possibles. Que no haguem d’escriure més manifestos ni celebrar més dies de la dona. A l’atac, al combat, per tots els mitjans, no per aconseguir la paritat, sinó la llibertat. Per un món millor.

Martí Sales

Aquest text va encarregat per l’Observatori per la Igualtat de la UAB i el vaig llegir ahir dia 7 de març de 2014 al teatre de la UAB, en l’acte de celebració del Dia de la Dona Treballadora.

Foto: Willy Ronis. "Rose Zehner, delegada de la CGT. Vaga a les fàbriques Javel-Citroën", 1938. (via Facebook de Xavier Antich).

dissabte, 21 de desembre del 2013

La mente del monstruo.

Se le entiende mejor, que no quiere decir que sea más bonito, si uno se lo imagina un ratito antes de meterse en la cama, arrodillado, codos clavados en el edredón y frente apoyada en los nudillos; humilde pero confiado; autosugestionado de una magnitud de su obra comparable sólo a la de aquél a quien en ese momento cree su interlocutor; encarado hacia el suelo pero sin mirar abajo, que para eso está dirigiendo la oración hacia arriba. Cree que tiene línea directa con Dios, cree que los que gritan en la calle no entienden nada; se cree hasta cordero, y en sus momentos más heroicos seguro que ha llegado hasta a fantasear con su propio sacrificio.

Ayer Gallardón se debió de pegar el jesusito de mi vida de su vida.
Y debió de irse a dormir con una paz de espíritu insuperable.

Bueno. ¿Están ustedes tan horrorizados como yo?