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dijous, 16 de setembre del 2010

La primera edición del Dietario voluble de Vila-Matas es de septiembre de 2008. Yo lo leí por primera vez en verano de 2009; fue uno de aquellos libros que llegan a casa, y se quedan calladitos en una pila hasta que un día, repasando las pilas para reordenar la biblioteca, te pillan sentada en el suelo, se abren solos por la primera página y a ti no te queda otra que ponerte a leer hasta que te das cuenta, porque tienes que levantarte a encender la luz, de que ha pasado la tarde, te has sentado -no sabes cómo ni en qué momento- en el sofá y te has merendado ya tres cuartas partes del libro.

Las anotaciones de Dietario voluble empiezan en diciembre de 2005 y acaban en abril de 2008. Recuerdo de aquella primera lectura, llegar a la página en la que empieza 2008 y horrorizada pensar: "Un momento: ¿Hasta dónde llega esto?" Pasar páginas rápidamente hasta el final y tranquilizarme al ver que acababa 4 meses más allá, o sea, aproximadamente un año y dos meses antes del mismo momento en el que lo estaba leyendo. Entonces decidí seguir pero reconozco que estuve por un momento a punto de volver a dejarlo en un rincón y esperar a que hubieran pasado los meses suficientes para no tener la sensación de que Vila-Matas seguía escribiendo, persiguiéndome mientras yo avanzaba en la lectura, hasta llegar al mismo día en el que yo estuviera leyendo (y contara cómo nos encontrábamos y me contaba el chiste del ladrillo, por ejemplo, y yo me muriera antes del susto que de la risa). O algo peor: podría pasar también que Vila-Matas no pudiera seguirme el ritmo, que yo leyera demasiado rápido y llegara leyendo un día más allá que Vila-matas escribiendo pero que esas páginas sobre Vila-Matas ya estuvieran escritas por alguien que no fuera Vila-Matas, no sé, un lío que me llevara a encontrarme de repente en un momento que Vila-Matas aún no hubiera vivido y a descubrir que ese día, Vila-Matas moría y él no lo sabía aún. ¿Qué hacer entonces? ¿Llamarle y avisarle de que iba a morir?

Era una tontería porque, ya lo he dicho, para cuando yo cogí el libro y me puse a leer, éste ya llevaba tiempo en mi casa, así que Vila-Matas o en cualquier caso Jorge Herralde ya hacía tiempo que habían decidido que ese libro terminaba en abril de 2008, pero no me digan que la idea no da un poquito de terror.

dimecres, 15 de setembre del 2010

Día de mezcla de lecturas y acciones de alto riesgo para la mente (para la mía, en concreto).

Me paso la mañana leyendo el Dietario voluble de Vila-Matas. Creo que si sumamos la vez que me lo leí del tirón más las veces que he leído trocitos de este libro desde que lo tengo en mi poder, me lo habré leído entero unas ocho veces. Pregunten, pregunten.

El momento en el que explica cómo un día, yendo por la calle, se esconde detrás de un camión al ver a tres críticos literarios, provoca en mí cada vez que lo leo la misma carcajada que provoca en mí, cada vez que lo oigo, mi chiste favorito desde que tenía 8 años (Mira, una piedra preciosa. ¡Pero si es un ladrillo! Pues a mí me gusta...). ¿Quieren verme troncharme? Prueben a explicarme cualquiera de estas dos cosas. No fallan.

Uno (sólo uno) de mis terrores más terroríficos es encontrarme un día con Vila-Matas y que me cuente el chiste del ladrillo. Creo que entraría en un coma espasmódico del que nunca lograría volver. Lo mejor es que moriría sonriendo.

Esa ha sido la primera lectura del día.

La segunda lectura del día: "Vercoquin y el plancton", de Boris Vian, traducido por Lluís Maria Todó (¡¡¡viva!!!) y editado por Impedimenta (¡¡¡viva!!! ¡¡¡viva!!!).

Y la tercera, más que lectura, remetalectura: gente leída leyendo sobre lectura. Sobre un escritor, en concreto: Albert Camus. Piénsenlo: Boris Vian hace humor llevando al extremo sentimientos y relaciones humanas; Albert Camus hace horror llevando al extremo sentimientos y relaciones humanas. Y los dos hablan de sentimientos y reacciones humanas de verdad.

El psicópata de Vila-Matas hace humor y horror llevando al extremo sentimientos y reacciones sólo suyos; es un kamikaze el tío.

Entre medio, yo misma he intentado hacer un poco de horror llevando al extremo sentimientos y reacciones inventadas de Koldo.



Qué gran día.