Tengo fiebre y acabo de ver el Amb filosofia dedicado al poder. Ya están ustedes en antecedentes.
Itziar González Virós viene a decir en el programa que la idea más extendida es que si tienes poder, haces lo que te da la gana y la gente está a tu servicio, cuando en realidad, el poder debería consistir en estar tú al servicio de la gente.
También dice que hay unos mecanismos que te impiden precisamente esto último; que, en realidad, estando en el poder, estás sirviendo a otra cosa más poderosa que tú y que, cuando te das cuenta de esto, no te queda otra que dimitir. Y dimites, claro, pero solo si eres una tipa íntegra como Itziar González Virós, que lo es y bien pocos hay como ella. Esto último lo digo yo.
Total, que Itziar se fue. Dejó la política porque no la dejaban estar al servicio de la gente, que era lo que ella entendía por poder y que fue el motivo por el que ella se metió en aquel sarao. Y es una mierda porque, si es cierta otra cosa que ella dice en el mismo programa, a saber, que hay dos tipos de personas que se meten en política: los que tienen vocación de servir a la gente y los que simplemente quieren figurar, ahí, en letras bien grandes, en un momento histórico determinado; y si es cierto también que los primeros son los que acaban retirándose, quemados por no poder ejercer eso que ellos entienden por poder, a mí, con mis decimitas de fiebre, me da por pensar que todos los políticos con un cierto recorrido son del segundo tipo de persona; y me da por repasar la lista de los nuevos que han entrado recientemente en la carrera electoral, y soy incapaz de ver en ninguno de ellos una cierta vocación de servicio a la comunidad, por el simple motivo de que el momento histórico actual de Catalunya es muy golosito.
Y me da mucho asco, casi me da tanto asco como el asco que me dio aquella historia que me contaron de Michael Jackson saliendo al balcón del edificio de parlamento de Bucarest y gritando I love you BUDAPEST!!! porque a él le importaba un pito estar en una ciudad o en otra: solo le importaba -a la vez que le horrorizaba, por lo visto- estar en un balcón muy grande de un edificio muy grande, con mucha gente abajo, rumanos o húngaros, daba igual, jaleándole.
A sí que ya me dirán con qué espíritu voy a ir yo a votar el próximo 25N.
Odio estar enferma. Siempre que me pasa, me siento muy miserable.
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