Imagínense: a usted le da por hacer una película. La escribe o coge un libro y lo guioniza, busca dinero para rodarla de la manera que sea: tira de fortuna personal, de amigos ricos, de subvenciones del Ministerio... lo que sea. Contrata a un equipo, se pone ropa cómoda, como de explorador si hace falta (¿por qué coño hacen eso los equipos de rodaje? ¿por qué? ¿¡¿por qué?!? ¿Para compensar que luego, si les dan un premio, van a ir de esmoquin o con escote bañera? ¿No podrían ser un poco más coherentes? ¿eh?... Olvídenlo, no importa), se pasa tres meses rodándola, otro tanto montándola. Se la confía a una distribuidora. Ve como la distribuidora consigue colocarla en unas cuantas salas, ve como cada semana van disminuyendo primero el número de pases después el número de salas en los que se puede ver. Ve cómo los medios le hacen más o menos caso. Ve cómo Boyero pone a parir su película y, de rebote, sugiere que usted podría retirarse. Le cae un premio. Se pone el esmoquin (¡arg!) para ir a recoger el premio. Le dan dos. Se pone el mismo esmoquin pero otra corbata (ñi) para ir a recoger el segundo premio. Y entonces le llaman del Col·lectiu Gai i Lèsbic para decirle que usted es un gran tipo y que, como nunca le podrán estar lo suficientemente agradecidos por todo lo que está haciendo por su asociación, lo que han pensado es que podría pasarse el viernes a dar una charla sobre su película y la opresión que durante años ha vivido la comunidad gaylesbitrans y lo injusto que es el mundo para con ellos. ¿Cómo?, se extraña usted. Ellos le dicen que, bueno, que saben de buena tinta que usted es gay, que el secretario lo tiene en su página de contactos, que si no se acuerda de que hace unos días estuvieron "chateando" (y hacen las comillas con la voz así como quien las hace con los dedos) "alegremente" (voz de comillas otra vez) a las cuatro de la mañana. Y usted responde que vale, que sí, que le pilló un calentón aquel día y se conectó pero que ni usted ha vivido ni ha tenido que superar esa opresión de la que hablan porque sus padres eran muy progres y vivían en Ibiza ni la película toca para nada el tema este. Ellos le responden que ya, pero que usted sigue siendo gay y además catalán, como ellos, y que les ayudaría mucho que se apuntara al asunto, que no le van a poder pagar pero las cervezas en el col·lectiu le irán gratis de por vida y que pondrán una foto suya en la portada del número de su revista del mes que viene con el cartel de su película de fondo photoshopeado con una capa de los colores del arco iris.
Y usted les dice que no pero ellos tiran adelante con la portada de la revista.
Meses después, su película es nominada a los Oscar. Le llaman de todos los medios catalanes y de parte del extranjero para entrevistarle. No sabe cómo, Boris Izaguirre se camela a su secretaria, la Montse, su mariliendre desde el instituto, para que le reserve un día enterito de su agenda para hacer un reportaje que se titulará "24 horas en la vida de un director: El arco iris tras la `cámara". No puede decir no. Llega el día. Desayunan en el Schilling, comen en el restaurante Kitchen by Axel y acaban la noche en una fiesta organizada en su honor en el Col·lectiu, que ha forrado literalmente el bar con reproducciones 2x2 de su portada (de usted) de su revista (de ellos).
Se despierta al día siguiente con el secretario con quien estuvo chateando aquella vez (y con quien decidió no quedar aquella noche porque no le acababa de tal). No se acuerda de casi nada. Le duele mucho la cabeza. Se va a casa.
Una semana después, la noche antes de los Oscar, su secretaria, la Montse, le llama a la habitación de su hotel en Los Ángeles para avisarle de que están pasando por la tele el reportaje que le hizo Boris Izaguirre.
Al día siguiente, the Oscar goes for you. Usted sube al escenario, se acerca al micro y, sin saber cómo ni por qué, entre el agradecimiento a su madre y el agradecimiento a la Montse, se le cuela un gràcies al Col·lectiu. Y en ese momento piensa que ya está: ya es usted el héroe gay que todo el mundo andaba necesitando en Catalunya.
Lo mejor de todo, lo que no imagina, es que usted ha sido el último en enterarse.
(Cambien gay por catalán -o, simplemente, inviertan el orden de importancia en el texto de estos calificativos- y arco iris por senyera, y tienen de resultado lo que están haciendo aquí con Villaronga).
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