dissabte, 11 de desembre del 2010

Me doy cuenta de verdad de que Joan ha muerto cuando veo por ahí, de casualidad, una foto de Germán y pienso: "Mira, Germán, la última vez que le vi fue en el tanatorio". Y mi cabeza hace: "Tanatorio-La semana pasada-Joan".
Manda narices que las cosas sean así, de efectos retardados, a veces.
Y claro, me pongo a pensar si no estarán pasando cosas ahora mismo que de aquí a unos días se me revelarán como cruciales.
Y esto sólo me lo cura Johnny Cash:


dimecres, 8 de desembre del 2010

Todas las mañanas, el diario Ara me recibe, a mí y a 35.000 personas más, en facebook pidiéndonos información. ¿Perdone? ¿No eran ellos los nacidos para informar? Pues ya ven.

En sus últimas actualizaciones de estado, Ara me ha preguntado si creo que el gobierno de Mas conseguirá el concierto económico, si me gusta Lady Gaga, si creo que la empresa en la que trabajo puede tener problemas económicos en breve o si creo que es justa la detención de Assange. Yo me pregunto cuál es el objetivo de todo esto. ¿Intentan hacerse una idea de cuál es el perfil de su lector habitual? Si se trata de esto, ¿para qué quieren saberlo?
Imagínense que el objetivo de Ara es hacer, a partir de todas las respuestas de sus amigos de facebook, un perfil piloto de su lector habitual medio y, una vez definidos con pelos y señales los rasgos de este lector, diseñar la información que dará el periódico pensando en él y sólo en él: el individuo lector universal de Ara. Imagínense que hechas las medias,los cálculos y las destilaciones pertinentes de las respuestas recibidas, se llega a la conclusión de que el individuo lector universal de Ara es un tipo que piensa que Artur Mas conseguirá el concierto económico y todo lo que se proponga porque es el mejor presidente que ha tenido Catalunya en toda su historia, que Lady Gaga le gusta pero sólo para ponérsela en el coche cuando vuelve de trabajar, que su empresa tiene problemas económicos pero que a él plin mientras le sigan pagando a fin de mes y que Assange tiene un buen par de cojones y por eso le han detenido injustamente. Abracadabra, una escaleta por aquí, unas plantillas por allá y ¡prling! Colorín del domingo diseñado con cd (adivinen de quién) de regalo incluido. Y con columnitas de colaboradores que, oh, sorpresa, piensan exactamente como usted individuo lector universal de Ara. Y si no piensan como usted, es que usted se ha confundido de periódico, pero no deje de responder a nuestras preguntas de Facebook que la semana que viene a lo mejor acertamos.

No, sinceramente no creo que se tomen tantas molestias, pero que hay un cierto "a ver qué les damos de leer a esta gente" sí que lo creo y no sólo en Ara, en todos los demás también. Y a mí en el fondo lo que me gustaría es que la gente que está para informar se deje de popularidades y populismos e informe y no se dedique a pedirme información a mí, que soy el sujeto a informar y no el informante.

Profesionalidad, creo que se llamaba la cosa ¿recuerdan?

dilluns, 6 de desembre del 2010

Quien busca encuentra. Y a veces, no hace falta ni buscar demasiado: con activar un sensorcito especialmente pendiente de un tema determinado, parece que las cosas concretas vienen solas a tu encuentro.

Ando yo últimamente, ya lo saben, fascinada por lo ruso. La culpa es de Dov vía subalillo, ya lo saben también, aunque la cosa me picaba de antes; me picó Grossman hace un añito y me había picado antes aún mi amigo Manuel, que tiene una novia con dacha cerca de San Petersburgo; y antes aún me había empezado a escocer bastante la cosa en un hotel de pasillos eternos y ascensores jadeantes de Moscú (a la derecha, la Estación de Riga y, en la bañera llena de hielo, treinta botellas de vodka de a un dólar la unidad), pero ésas son historias de veinteañeros borrachos incapaces de asimilar de dónde les venía todo ese frío y esa repentina e irracional nostalgia por un comunismo que nunca antes habían percibido más que eclipsado ya todo por la mancha en la calva de la perestroika... Me estoy yendo por las ramas.

Me pica lo ruso y como me pica, no paro de encontrar mosquitos que me ofrecen la clave de mi picor. Hoy uno me acaba de saltar encima desde La Vanguardia. Miren el fragmento concreto que me ha hecho exclamar un "¡Eso es!" como una casa:

... el ministro de Finanzas ruso, Alexei Kudrin, invita a sus compatriotas a fumar y beber como cosacos porque así pagan más impuestos. “Si fumas un paquete al día, estás ayudando a solucionar los problemas del país. Aquellos que beben y fuman hacen más por el Estado”. Alguien se lanzaría al Volga si su caudal fuese vodka. Todo por la patria.

¡Eso es! ¡Ahí está la clave! Imagínense lo dentro que tiene que llevar uno el país para querer seguir atiborrándose de él hasta el punto del no retorno, de la pérdida de perspectiva total, del estar tú ya fuera pero que el país siga tan ahí metido que tú no puedas sino explicar el país sin darte cuenta de la fuerza que tiene tu realidad fuera de plano, de lo tremendo que suena todo eso fuera de contexto -o dándote cuenta perfectamente pero no pudiendo explicarlo de otra manera porque no hay otra manera-.

Grossman y Dovlatov sólo explicaron Rusia, igual que Buñuel sólo explicó Las Hurdes igual que Delibes sólo explicó el pueblo de Los santos inocentes. Y lo hicieron de una manera que no tiene nada que ver con la denuncia, es más una descripción pura y dura, es, para que me entiendan, lo más alejado de la sensiblería que pueda uno imaginarse. No sé si tienen ustedes presente a Kertész, pues ellos serían el Kertész encontraposición a la Anna Frank de la ocupación Nazi.

Y así, tú: el gran descubrimiento del lunes.

diumenge, 5 de desembre del 2010

El día que cumplí 17 años, toda la familia estábamos en Barcelona. Yo quería celebrar mi cumpleaños en Pamplona. Mi padre me había dicho que ese fin de semana, cogíamos el coche y nos íbamos para allá todos. Llegó el viernes por la tarde, mi padre llegó tarde del trabajo y cuando llegó, entró por la puerta diciendo que no íbamos a ninguna parte, que él no cogía el coche a esas horas para volver dos días después. También me dijo que ya era hora de que empezara a aprender que en la vida no se puede tener todo. Rabié como nunca, no salí de mi habitación en todo el fin de semana.

Entendí mejor la situación cuando por fin me tranquilicé y pude mirar más allá de mi cabreo: mi padre había estado trabajando toda la semana y créanme que lo de trabajar, para mi padre, no era hacer las ocho horitas de rigor y luego repantingarse en el sofá hasta la hora del telediario: aún no ha llegado el día en que yo haya conocido a nadie que trabaje como trabajaba él. Era una cosa excesiva, y él mismo lo reconoce ahora, que está jubilado e intenta recuperar el tiempo perdido: mis hermanos y yo aún nos reímos así con un poco de tristeza adosada a la risa, cuando recordamos los sustos que nos daba hace unos años, durante los primeros meses de su jubilación, cuando veíamos en el móvil una llamada suya. Los tres pensábamos: "El papá: algo ha pasado". Y descolgábamos el teléfono. "Sí?" Y él decía: "¿Qué tal? Soy el papá. ¿Cómo estás?" "Bien..." (esperando la mala noticia). "No, que he salido a dar una vuelta y he pensado: a ver qué hace ésta. ¿Todo bien?" "Sí..." "¿Qué andas? ¿Trabajando?" "Sí..." "Ah, pues te dejo, te dejo. Hala, hasta otra". Y colgaba.
Y a veces, nada más colgar, me llamaba mi hermana y me preguntaba si a mí también me había llamado mi padre. Y nos parecía una cosa rarísima.

El caso es que aquello de los 17 y todo esto de mi padre siendo mi padre ahora que puede o que quiere y puede gestionarse el tiempo dedicándolo a cosas que, por fin, se han vuelto prioritarias, me ha hecho ser de esta manera que yo soy que me hace pasar por encima de situaciones que pueden provocar mi incomodidad inmediata para fijar la vista más allá y buscar los motivos, no de mi incomodidad sino de la situación, de la persona que la ha provocado.

Por eso ha habido momentos en mi vida en los que me he llevado verdaderos palos, en los que parecía que me estaban jodiendo de verdad y yo sólo veía lo jodido que de verdad que debía de estar el otro para actuar así. Tampoco quiero sonar demasiado dramática: estoy hablando por ejemplo de simples anulaciones de citas a última hora. Es curioso cómo hay gente que te anula una cita y por mucho que tu insistas "No pasa nada, lo entiendo" se siguen sintiendo tan mal como si te hubieran traicionado de por vida. Supongo que es gente a la que no han educado para ver más allá de sus narices.

Por eso yo ayer, cuando empezó a explotar todo esto de los aeropuertos, me puse a buscar qué les pasaba a los controladores aéreos para haber llegado a este extremo. Y fíjense que, a la que investigas y lees un poco, todos los "es que me he quedado sin puente", "es que mi hija no puede llegar a mi cumpleaños", "es que nos íbamos a casar en Cancún" suenan tan de niño malcriado que provocan vergüenza ajena. Mucha.

Mierda de gobierno "socialista" sacando el ejército para que los pobrecitos niños puedan irse dos días de vacaciones. Y mierda de sociedad tragando con esto. ¿En qué coño de parvulario nos hemos convertido?

Ya que no leen lo que tienen que decir los controladores al respecto, léanse al menos el editorial de Partal en Vilaweb, a ver si les toca un poquito la fibra ciudadana.

dissabte, 4 de desembre del 2010

No sé si ustedes han estado alguna vez en un control de televisión.

Es un sitio lleno de monitores, botones, números, ordenadores, teléfonos, sillas y gente.
En un control de televisión, cuando empieza la grabación de un programa, todo el mundo mira hacia adelante, hacia la pared de los monitores. Hay un monitor para cada cámara y otro que muestra el programa acabadito tal y como se verá en casa.

El realizador es quien decide qué se verá en casa. Pincha una cámara, pincha otra, da paso a los vídeos que se ven durante el programa... El ayudante de realización es quien controla el tiempo, el chyronita es quien controla el material gráfico que se ve durante el programa.
Este jueves pasado, en un control de televisión, además de toda esta gente, estaba yo haciendo un trabajo que no es mi trabajo habitual pero que, circunstancias obligan, me tocó hacer. Y les digo que nunca había hecho nada tan difícil. Miren: yo estaba sentada entre el realizador y el ayudante de realización, ahí, en medio de la mesa de control, mirando a la pared de los monitores, rodeada de un montón de técnicos que sabían que había tantos invitados, tantos colaboradores, tantos vídeos, tantas fichas de libros... Todo el mundo sabía eso: los cuántos y los tantos; yo sabía los qués y los cómos. Yo estaba allá en medio diciendo: "ahora hablará de tal, tenemos el libro", y el realizador le decía a la chyronita: "mete el libro". Yo decía: "Esta pregunta es para tal", y el realizador le decía al cámara cuatro: "cámara cuatro, preparado, entro contigo". Yo decía: "Tenemos imágenes del Madrid de los 50", y el realizador decía: "Pónmelas en el plasma". El realizador decía: "Cámara tres, preparada..." y yo decía: "No, no: ésta es para éste otro", y el realizador: "cámara dos, entonces". Así durante una hora: una hora mirando a unos siete monitores a la vez, sumando y restando minutos de tiempo, escuchando lo que se decía en el plató con una oreja y con la otra lo que se decía en control y, con un rinconcito de la mente, intentando hacer el link con la mente del presentador del programa que me permitiera pensar en ese momento lo mismo que él estaba pensando para ir con él hacia donde él iba y meterle las imágenes que tocaban en ese momento.

Lo que les decía: nunca había hecho nada tan difícil.

Les cuento todo esto porque he estado leyendo demasiadas cosas sobre controladores aéreos últimamente. La correlación entre una torre de control de un aeropuerto y un control de televisión es fácil de hacer: físicamente los lugares de trabajo (monitores, botones, relojes...) se parecen bastante pero claro, ahora viene lo peliagudo: cambien el material con el que se trabaja: cambien vídeos, fotos y rótulos por aviones llenos de personas que, igual que los vídeos, fotos y rótulos, tienen que entrar y salir a su hora. Imaginen que, en un control de televisión, un vídeo no entra a tiempo, una cámara enfoca a alguien que no está hablando mientras por audio se oye la voz de otra persona, un micro se queda sin batería y empieza a hacer ruidos extraños, un foco empieza a sacar humo o amenaza con caer a plomo en un rincón del plató. Ahora imagínense todo esto pero con aviones llenos de gente. No sé, igual es que estoy muy afectada y condicionada en este momento por las cosas, las causas, las consecuencias, las circunstancias y la vida en general pero ahora mismo, si por mí fuera, a los controladores aéreos hay que darles un sí a todo, pidan lo que pidan, en serio: sí.

divendres, 3 de desembre del 2010

Ay, déjenme ponerme un poco cascarrabias.



Esto de la foto es lo que queda ahora de la fábrica Pamplonica.

Ustedes no lo entenderán pero el Pamplonica era la puerta de Pamplona cuando se llegaba por la carretera de Zaragoza. Uno desde el coche veía primero, a la izquierda, la torre de control del aeropuerto de Noain y luego, a la derecha, primero el Diario de Navarra y luego el Pamplonica. Y a partir del Pamplonica, ya era Pamplona: Avenida de Zaragoza y Plaza de los Fueros; Caja Rural y Vuelta del Castillo; estación de autobuses y lo viejo. Pamplona, Pamplona.

¿Saben a partir de qué ya será Pamplona ahora entrando por la carretera de Zaragoza? A partir de esto, según el Diario de Navarra: un nuevo parque de 25.000 metros cuadrados que se construirá en este solar y que dispondrá de un lago artificial con un géiser.

¡Un géiser! Un puto géiser que tendrán que apagar (esto, en el fondo, es una esperanza que yo tengo) de diciembre a febrero porque ya me dirán ustedes hasta dónde puede subir un puto géiser congelado.

A mí, no sé, pero tamañas intervenciones en el paisaje visual y urbanístico me hacen pensar cosas como ¿qué motivos llevan a alguien a pensar que lo que falta a la entrada de Pamplona y, por extensión, en el centro de un parque cualquiera, es un géiser? Y me gustaría que el día que presenten este géiser en sociedad, antes de que la Barcina esté a punto de apretar el botón o abrir el grifo o estimular la zona (no sé cuál es el mecanismo de activación de un géiser, la verdad) que dé paso al primer gran chorretón, algún periodista le hiciera esta sencilla pregunta: ¿Y por qué un géiser? A ver qué responde. Lo he pensado mucho y una respuesta que me satisfaría bastante sería ésta: "Es una plantada de cara de toda Pamplona ante el cielo cabrón. ¿No se pega todo el año lloviendo aquí? ¡Pues toma chorro de agua que te escupimos nosotros!" Tendría un cierto lirismo el asunto: todo el mundo sabe que escupir al cielo es una soberana estupidez pero qué gran chulería de respuesta, oigan.
Esta otra también me molaría: "Es que en Donosti también han hecho uno, pero la potencia con la que sale disparada el agua del suyo no llega ni a la mitad que la del nuestro". Más chulería. Qué grande y qué Villatripas de Abajo todo:



Pero mucho me temo que la respuesta sería un bobo "es que es bonito" y todos a sonreír y La Pamplonesa venga a amenizar el acto.

Un puto géiser en vez de la fábrica del Pamplonica.
Es el fin del mundo.