La prueba de que no han leído nada o, si han leído algo, no han aprendido nada de la literatura (ni de la vida) es que el 11S, sabiendo que tendrán a miles de personas a lo largo de Catalunya en fila de a uno, dejarán pasar la oportunidad única de hacer la única cosa que sí valdría la pena. Ésta:
... cogí al viejo de la cintura y me solté a tararear la conga, a
hacer el vibrato con los labios, y empezamos a bailar en medio de la
calle y a dar saltitos en los compases pares. Y una señora gorda que aún
no se había metido en su portal correspondiente pasó por delante de
nosotros y dijo:
- Anda, ¡pero si están bailando la conga!
Y la señora gorda se puso detrás de mí, y antes de que nos diéramos
cuenta ya estaba bailando con nosotros. Y pasamos también por delante de
un quiosco cerrando y el quiosquero dijo:
- ¡Ostras!
Y se colocó detrás de la señora gorda, mientras gritaba:
- ¡Conga!
Y nuestra serpiente recogió a un urbano que nos juró que estaba fuera de
servicio, a un borracho que en ese momento salía de un bar y le pareció
muy bien bailar la conga, y a un grupo de chicos que se estaba fumando
un cigarro sin decirse gran cosa, y a una chica que venía con unos
folios bajo el brazo y me preguntó:
- Pero, Daniel, ¿qué haces ahí?
- Hola, Laura, pues ya ves. Aquí, bailando la conga. ¿Te apetece?
- ¡Pues claro!
El secreto de las fiestas - Francisco Casavella
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