Me llama mi madre muy asustada:
-Isabel, hay una carta certificada para ti del juzgado número nosécuántos de Barcelona.
-Oh.
Pasa ante mis ojos todo mi historial probablemente delictivo, me pregunto si no será solamente eso y no la vida entera, realmente lo que pasa ante los ojos de uno un segundo antes de morirse y le digo a mi madre: ábrela.
-Pone 'citación'.
Vuelve a pasar ante mis ojos todo mi historial blablablá.
-Pone jurado popular.
-¿Qué?
-Que tienes que pasarte tal día porque has sido elegida para formar parte del jurado popular que se encargará del caso nosécuántos con fulanito y menganito de acusados por el delito número nosécuántos y blablablá.
-¿Qué delito?
-Uno que se cometió con fecha tal.
-¿Pero qué delito es?
-No lo pone.
-Voy a comer mañana.
-Hombre, ya era hora, no vienes nunca.
-¡Pero si estuve antesdeayer!
-...
Me presento en el juzgado el día en el que me han citado. Espero en el pasillo. Me llaman. Entro.
-¿Es usted Sucunza Alfonso, Isabel?
-Sí.
-Soy el juez blablablá, estos son tal y cual de la acusación particular, tal y cual del ajuntament de Barcelona, tal y cual del hospital de la Vall d'Hebró, tal y cual de la defensa particular... Le vamos a hacer unas preguntas.
-Vale.
-Usted es de Pamplona.
-Sí.
-Le deben de gustar los sanfermines.
-Bueno, más de joven que ahora.
-¿Qué hace usted los sábados por la noche?
-Jajaja!
-...
-Perdón, no me esperaba que me preguntara eso.
-¿Qué hace usted los sábados por la noche? y apriete el botón cuando hable que si no el micro no se oye.
-Salgo por ahí, a veces, otras no.
-¿Conoce usted el caso en el que SUPUESTAMENTE un skin SUPUESTAMENTE apuñaló a un SUPUESTAMENTE okupa SUPUESTAMENTE la noche del 17 de agosto SUPUESTAMENTE en plenas fiestas de Gràcia?
Pienso que la noche del 17 de agosto no son SUPUESTAMENTE fiestas de Gràcia, son fiestas de Gràcia y punto, que le ha perdido el papel, al abogado, que probablemente ha visto demasiadas películas... Aprieto el botón y contesto:
-Algo me suena.
-Si usted pudiera elegir ahora, ¿sería antes okupa o skin?
-Ninguna de las dos cosas. (Pienso: qué asco. Pienso: uy, ¿lo he dicho en voz alta? Pienso: Bueno, no tenía apretado el botón. Sonrío para disimular).
-Puede retirarse.
Me retiro al pasillo. Sigue entrando y saliendo gente en la sala. Cuando acaban con todos, salen y dicen:
-Que vuelvan a entral tal, tal y pascual, el resto puede retirarse, gracias por venir.
Entramos tal, tal y pascual y nos dicen que somos el jurado popular que se encargará de dar el veredicto del caso del skin que se SUPUESTAMENTE se cargó al okupa la noche tal de fiestas de Gràcia. Ya no es SUPUESTA la fiesta, se han dado cuenta, menos mal.
En realidad son dos acusados: el que clavó la cosa y el que la compró, la llevaba encima y se la pasó al otro un segundo antes de que la clavara.
Se juzga si el acusado A realmente clavó la cosa, si, en el caso de haberla clavado, lo hizo a propósito y queriendo hacer pupa, y si el acusado B realmente fue quien se la pasó también con intenciones perversas.
Nos pasamos una semana entera yendo por las mañanas al juzgado a oír la misma historia desde distintos puntos de vista: los amigos de los acusados, los amigos de la víctima, la gente que la atendió en el hospital, la gente que pasaba en ese momento por la calle, la policía que llegó al lugar de los hechos y detuvo a los acusados...
Se supone que los profesionales que intervinieron en el caso (policía y médicos sobre todo) están bajo juramento y tienen que decir la verdad. El resto (los amigotes y la familia) no están obligados a decir nada que pueda perjudicar a esos dos. Es la parte más divertida, la de las declaraciones de esta gente. Es como un diálogo delirante entre abogados y testigos, en el que a preguntas como: ¿usted llevaba una cazadora tipo bomber esa noche? Se responde, sobreactuando la cara de nosédequémehabla, así: Una cazadora tipo ¿quééé? ¿Usted llevaba el pelo rapado al cero esa noche? Puede ser, pero ahora lo llevo más largo.
Pienso que los abogados de la defensa son coachers de escuela de teatro y pienso que se lo podían haber currado más, la verdad. También pienso que menudos zotes los amigos de los acusados, ahí, todos repeinados y con chapitas encima de los logos Fred Perry de los polos que me llevan.
Por fin acaban las vistas y nos retiran al jurado popular a un hotel a deliberar. Voy para allá en un coche furgón de la policía, pensando que la mitad de los que estábamos allí no habían utilizado en su vida la palabra deliberar. En una primera votación, que lo mató el acusado A está claro. El acusado B, acusado de pasarle el arma, sale inocente por dos votos. Deliberamos un rato. En una seguna votación, sale inocente por un voto. Volvemos a deliberar. La gran duda (para los que votan inocente) se plantea porque, entre todos los testigos, ninguno vio materialmente cómo le pasaba el cuchillo: todos vieron que el acusado B tenía el cuchillo en la mano y, un segundo después, lo tenía el acusado A, pero nadie vio que el acusado B dijera 'eh, toma, un cuchillo para que se lo claves' ni que se lo pasara en un gran momento dramático con una spotlight siguiendo el recorrido del cuchillo de su mano a la mano ejecutora. Los cinco que votan inocente al acusado B, apelan al 'si no lo he visto, no ha pasado' y se creen personas superíntegras (aunque con muy poca capacidad de deducción, quiero decir: el cuchillo estaba en la mano de B, luego estaba en la mano de A, el mismo cuchillo que luego estaba en la garganta del okupa...).
Pues que no, que no y que no.
Son las cinco de la mañana, dos miembros del jurado casi se pegan porque uno le ha llamado tonto a otro y yo estoy dando cabezadas a pesar de los termos de café que una funcionaria del juzgado, que no abre la boca en toda la noche, nos va poniendo delante. Por puro cansancio y viendo lo duras que son las cabezas de algunos y que nos vienen a buscar en tres horas, decidimos irnos a dormir.
Resultado: acusado A-homicida, acusado B-a la calle. ¿Por qué? Porque tenemos sueño y porque el mundo está lleno de santotomases a los que, por muchas pistas que les des, si no lo ven, no lo creen. Santotomases que piensan que son incorruptibles, firmes en sus convicciones absurdas y ciegos, ciegos, ciegos como la justicia.
Luego leí en los periódicos que el caso se había reabierto, que estos dos volvieron a ser juzgados solo por profesionales y que los dos salieron culpables. Y pensé: fíjate, la de termos de café que se podrían haber ahorrado.
El jurado popular, qué cosa más popular, sí.
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