A ver: Uno se pone una armadura y se sube, cargado de dagas, mazas y demás cosas que hacen bastante pupa, a un caballo, dispuesto a luchar a muerte por una doncella contra otro, cargado también de dagas, mazas y demás cosas que hacen bastante pupa.
Partimos ya de la base de que estos dos individuos, tranquilos, delicados y bienintencionados, no son. Uno de los dos sanguinarios caballeros gana el duelo y, en pleno subidón de endorfinas, se acerca a la doncella en cuestión, ¿qué hará? ¿regalarle una margarita, darle besitos de amor y hacer manitas mientras juntos observan cómo se pone el sol en el horizonte? mmmm...
¿Pero qué historia nos han vendido? Suerte que ha venido Todó y ha puesto las cosas en su sitio: Si una lleva separada de su amante no sé cuánto tiempo, no suspirará y se quedará mirando a la luna -ay, esa misma luna que debe de estar mirando él, snif-, alelada por la ventana cada vez que reciba una carta suya; si uno se va de farra con los amigos, no volverá a casa en el asiento de atrás de un coche pensando qué bonitas las montañas de la sierra cuando los árboles se recortan contra el fondo del cielo que comienza a clarear; si uno llega a Barcelona en tren desde el pueblo con los colegas y dos garrafas de vino, no se pondrá a reflexionar arrebolado sobre las posibilidades que le brinda el desembarco en la urbe...
Suerte que ha venido Todó a acabar con el alelamiento victoriano este que nos vomitan encima cines, libros y canciones. Suerte que ha venido Todó a soltar un gran déjate de historias. Suerte que ha venido Todó a decir Labreu, ¿a dónde vas publicando sólo poesía?
Suerte que ha venido Todó con su "A butxacades", ese gran los reyes son los padres que algú havia de dir.
Cómprenlo: es bueno, bonito (muy bonito!) y barato. Lo encontrarán así: A butxacades. Joan Todó. Labreu, 2011, en cualquier librería.
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