Yo oigo esta frase:
"Increíble, no de guay sino de que no se puede creer".
y me entra así como un vértigo y una sensación de que todo está pasado de rosca y que se ha dado la vuelta y se ha ido más allá y algo se me está escapando de las manos que no puedo con ello.
Eres una pusilánime, deben de estar pensando ustedes. Pues seguramente tienen razón, aunque tengo que decirles que no estoy sola: oí la frase, la comenté asustada con otra Isabel que tenía a mi izquierda y juraría que ella también estaba asustada o eso, o la Obi tiene grandes dotes para la empatía y supo en ese momento cómo hacerme sentir menos perro verde (gracias, Obi).
El caso es que esta sensación que les comento, me acompañó ayer durante toda la velada. La ocasión: la presentación del libro de Miqui Otero, "Hilo musical", que pinta muy bien, la verdad, y que tengo ganas de leer un poco movida por precisamente el querer entender qué es eso que se me está empezando a escapar de las manos, qué tipo de enzima extraña que acelera tanto mi proceso de sentirme vieja contiene el fenómeno este de las editoriales nuevas que apuestan por escritores nuevos que, aunque por todos son conocidos sus referentes, hacen que parezca que antes no había nada y que todo se acaba de inventar.
Igual me estoy dejando impresionar demasiado por las formas y no acabo de ver que el fondo sigue siendo el mismo: escribir libros, hacer literatura. Igual me chirría demasiado que, en una presentación, la editora diga del escritor cosas del tipo: "Me llegó la novela y aluciné por lo buena que era" o que todos los grupos musicales de moda (no exagero, era una especie de presentación-festival en la que actuaban cinco o seis de éstos), subieran al escenario después del momento literario en cuestión.
Fue demasiado para mí, lo reconozco. Tanto, que salí corriendo de allá hacia un sitio where everybody knows our name (hacia Las Guindas, claro) en busca de aquel "lo de siempre" que me hiciera recuperar un poco de esa seguridad y de ese sentirme en casa que estaba a punto de acabar de esfumarse en aquel sótano de la Plaça Reial.
Marina dice que algo está acabando. Mi optimismo (ubicado en mi lado del cerebro correspondiente a las patologías absurdas) quiere pensar que algo está empezando.
Ya veremos.
Excelente reflexión Swimmer. Me gustan sus análisis... Anape
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