(De cuando, sin querer, me emociono)
Va V. y me regala el "Blood on the tracks" en vinilo, así, como quien no quiere la cosa: lo ha encontrado en la deixalleria de Molins, entre un lote de discos de alguna tienda que ha cerrado. Me dice: "Toma, para ti". Y yo lo cojo, lo miro, le miro a él, vuelvo a mirar el disco y le vuelvo a mirar a él. Le digo: "Pero, ¿para mí? ¿Seguro? Es un disco muy bueno...". Y me dice: "Sí". Y yo miro el disco otra vez, veo dónde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí y pienso que ese es el momento del fundido a negro final, de una película que, qui ho anava a dir, ha acabado bien.
Ay, sí, Sr. Luri. (Dije yo juntando las manos y pestañeando a alta velocidad). Jajaja!
ResponEliminaNo sea usted cruel y recuerde que esto de ser hombre nos condena a sufrir
ResponEliminaMUCHO
Ahora me deja usted así con la conciencia intranquila: el otro día un señor me preguntó la hora y yo sólo dije: las tres y cinco. Y me quedé tan ancha. No hubo mala intención por mi parte; el no saber leer entre líneas es mi único pecado. Bastante tengo yo también con mis limitaciones...
ResponEliminaHabrase visto! ¡Demontres! ¡Qué corazón tan frío!
ResponElimina¿Corazón frío? ¡Pero si todo ha empezado conmigo emocionadica perdida porque me han regalado un disco que se han encontrado en la basura! Jajaja!
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