Nuestra educación ha sido tan, tan retorcida que estoy harta de ver a chicas que aun poniendo ellas el piso, la decisión y hasta la organización de la cosa doméstica, trabajando además fuera de casa tantas horas o más que sus parejas, aún siguen jugando al ay, ay, ay, soy más delicada que tú con sus respectivos.
Cada dos por tres soy testigo de cómo mujeres afinan la voz hasta tonos ridículos cuando su interlocutor es su compañero, le piden por favor que les lleven el bolso -diminuto, el bolso- o le ponen morritos y arrugan la frente antes que decirles que no, que el plan que les están proponiendo no les convence y que prefieren hacer otra cosa.
También estoy bastante cansada de ver a hombres que entran en el juego: que aun siendo el piso, la decisión y la organización de la casa de sus parejas, las miran realmente como si ellas fueran más frágiles y se sienten en su papel cuando ellas les hacen sentir que son fuertes y que les necesitan casi a un nivel de supervivencia.
No hace falta que os explique tampoco que aún hay mucha gente que mira mal a una mujer que va de autosuficiente, por mucho que lo sea.
Tanto unas como otros hemos recibido una educación de mierda en este sentido.
Todos tenemos un trabajón que hacer para arreglar esto.
dimecres, 25 de novembre del 2015
dilluns, 16 de novembre del 2015
Esto es basura.
Es una redaccioncita de sexto de EGB que si se la entregabas al profe cuando ibas a sexto de EGB en un colegio de Pamplona o si se la leías a tus padres en plan mira qué he escrito, te cruzaban la cara directamente, al grito de ¿pero tú qué estás? ¿haciendo broma con esto?
Es un ejercicio de reduccionismo de TODO al imaginario más idiota de los miedos infantiles. Cualquier padre de allí en sus cabales, ante semejante aberración, cogería al pequeño plumilla por la oreja, lo llevaría al despacho y le diría ¡esto ni en broma! y le haría un repaso de toda la gente, la conociera o no el crío en cuestión, a quien sí le habían reventado el coche -y, de paso, a parte de la familia- y le espetaría un ¿no te hemos enseñado respeto, joder? que, a la edad en que la autora de este desficio ha tenido los santos huevos de enviar esto para que se lo publicaran, aún estaría resonándole en la cabeza.
¿Publicar esto: Com he dit d’entrada per centrar el tema de la peça, tenir per segur que moriràs per bomba al cotxe i no a l’escola és, en certa manera, pacificador amb la vida.? ¿Y publicarlo ahora? Apelando ¿a qué? ¿A la nostalgia infantil? ¿Para qué? ¿Para sentirnos más cercanos a la gente que vive esto con cotidianedad? La gente que vive esto con cotidianedad no tiene nada que ver con la cría que retrata la autora, que, si leyera esto, no se sentiría para nada identificada y, peor, pensaría que se están burlando de ella. ¿Dar por hecho que un coche bomba se lo iban a poner a ella y preferir, ya puestos, que mejor se lo pusieran a toda la familia?
No todo vale con tal de contarlo con voz de niño pequeño: crecemos por algo, y si lo único que nos va aportar el hecho de crecer es la capacidad de sentarnos ante el ordenador para engendrar una historia hecha a base de recuerdos manipulados con el objeto de conmover a otros adultos de la manera más salchichera, de la manera más torpe y patosa, más insolidaria y desvinculada de las víctimas de verdad, es que nunca, nunca, te has molestado, ni siquiera por aproximación, porque no hay otra manera, en ponerte en la cabeza de una víctima de verdad.
Publicar este artículo es una irresponsabilidad y una GRAN falta de respeto.
Es una redaccioncita de sexto de EGB que si se la entregabas al profe cuando ibas a sexto de EGB en un colegio de Pamplona o si se la leías a tus padres en plan mira qué he escrito, te cruzaban la cara directamente, al grito de ¿pero tú qué estás? ¿haciendo broma con esto?
Es un ejercicio de reduccionismo de TODO al imaginario más idiota de los miedos infantiles. Cualquier padre de allí en sus cabales, ante semejante aberración, cogería al pequeño plumilla por la oreja, lo llevaría al despacho y le diría ¡esto ni en broma! y le haría un repaso de toda la gente, la conociera o no el crío en cuestión, a quien sí le habían reventado el coche -y, de paso, a parte de la familia- y le espetaría un ¿no te hemos enseñado respeto, joder? que, a la edad en que la autora de este desficio ha tenido los santos huevos de enviar esto para que se lo publicaran, aún estaría resonándole en la cabeza.
¿Publicar esto: Com he dit d’entrada per centrar el tema de la peça, tenir per segur que moriràs per bomba al cotxe i no a l’escola és, en certa manera, pacificador amb la vida.? ¿Y publicarlo ahora? Apelando ¿a qué? ¿A la nostalgia infantil? ¿Para qué? ¿Para sentirnos más cercanos a la gente que vive esto con cotidianedad? La gente que vive esto con cotidianedad no tiene nada que ver con la cría que retrata la autora, que, si leyera esto, no se sentiría para nada identificada y, peor, pensaría que se están burlando de ella. ¿Dar por hecho que un coche bomba se lo iban a poner a ella y preferir, ya puestos, que mejor se lo pusieran a toda la familia?
No todo vale con tal de contarlo con voz de niño pequeño: crecemos por algo, y si lo único que nos va aportar el hecho de crecer es la capacidad de sentarnos ante el ordenador para engendrar una historia hecha a base de recuerdos manipulados con el objeto de conmover a otros adultos de la manera más salchichera, de la manera más torpe y patosa, más insolidaria y desvinculada de las víctimas de verdad, es que nunca, nunca, te has molestado, ni siquiera por aproximación, porque no hay otra manera, en ponerte en la cabeza de una víctima de verdad.
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