A ver, ¿a quién se le ha ocurrido esto?
Veo este anuncio todos los días que voy a la tele en la marquesina de una parada de autobús. Y yo le reconozco la buena intención a la Posadas. Ella seguro que está muy concienciada con los cólones de la gente en general porque es buena persona, no me cabe la menor duda (supongo, vaya.... Hitler también quería un mundo libre de enfermos). Lo que no acabo de ver es dónde está lo bueno de la idea del creativo de la campaña. ¿En qué momento pensó que la Posadas era la imagen que necesitaban? ¿Qué tipo de autoridad moral o científica tiene la Posadas para convencer a todo el mundo mayor de cincuenta años de que, periódicamente y sin preliminares, vayan a que les metan un dedo por el culo? Creo si hubieran elegido la foto de un médico anónimo con su bata y su estetoscopio (y un guante de látex y un tubito de vaselina) hubieran conseguido los mismos resultados, a saber: un aumento del 0% en el número de pacientes potenciales que se acercan al CAP cada X tiempo sólo para mirarse esto.
Igual es mi mente enferma pero a mí lo único que me provoca esta campaña es imaginarme a esta señora haciéndole un tacto rectal a alguien (o a alguien haciéndole un tacto rectal a ella).
Se me plantea incluso una pregunta ulterior: lo de aumentar las visitas de control de colon ya sabemos que no va a funcionar. ¿Disminuirán en cambio las ventas de la editorial Planeta cuando todos los potenciales compradores que cojan uno de los libros de esta señora en el Corte Inglés padezcan el acto reflejo de apretar el culillo al ver su foto en la contraportada?
dimecres, 17 de març del 2010
dilluns, 15 de març del 2010
divendres, 12 de març del 2010
dimarts, 9 de març del 2010
Par de dos, en la nieve.
Fue un gustazo.
Sobre todo el frío este que da dolor de cabeza y las manos rojas y la respiración congelada y que ese trozo de Barcelona tuviera este aspecto
que llama un poco a la malhechoría.
Anita me dice que me deje de historias y que, si quiero nieve, que vaya de una vez a verla a Minnesota pero que vaya rápido, que por fin están por encima de cero después de meses y la nieve se está empezando a derretir. Ella no entiende que parte de la gracia de esto es que pase un día, cuando menos te lo empiezas a esperar, justo después de haber visto, precisamente con estos dos de la foto, "Encuentros en el fin del mundo", de Herzog. Y parte de la gracia es también que, cuando llegues a casa, te llame tu madre desde Pamplona, preocupada porque ha visto en las noticias coches parados y gente sin poder volver a casa. Y tú le cuentas lo bien que te lo has pasado allá arriba, en una montaña que no es tan montaña de una ciudad que se supone que no debería de estar nevada. Pero eso, ni Anita de Minnesota lo puede entender ni mamá de Pamplona, que se pone en plan mamá protectora conmigo y pamplonica protectora con la gran ciudad ("Es que no estáis preparados para estas cosas..."), lo puede ver como algo divertido.
Qué gran noche.
He dormido planchada.
Fue un gustazo.
Sobre todo el frío este que da dolor de cabeza y las manos rojas y la respiración congelada y que ese trozo de Barcelona tuviera este aspecto
que llama un poco a la malhechoría.
Anita me dice que me deje de historias y que, si quiero nieve, que vaya de una vez a verla a Minnesota pero que vaya rápido, que por fin están por encima de cero después de meses y la nieve se está empezando a derretir. Ella no entiende que parte de la gracia de esto es que pase un día, cuando menos te lo empiezas a esperar, justo después de haber visto, precisamente con estos dos de la foto, "Encuentros en el fin del mundo", de Herzog. Y parte de la gracia es también que, cuando llegues a casa, te llame tu madre desde Pamplona, preocupada porque ha visto en las noticias coches parados y gente sin poder volver a casa. Y tú le cuentas lo bien que te lo has pasado allá arriba, en una montaña que no es tan montaña de una ciudad que se supone que no debería de estar nevada. Pero eso, ni Anita de Minnesota lo puede entender ni mamá de Pamplona, que se pone en plan mamá protectora conmigo y pamplonica protectora con la gran ciudad ("Es que no estáis preparados para estas cosas..."), lo puede ver como algo divertido.
Qué gran noche.
He dormido planchada.
dilluns, 8 de març del 2010
Me toca las pelotas que pasen cosas que devuelvan la rabiosa vigencia al mítico discurso que la Espasa lanzó el día que nos cerraron el chiringuito en BTV. Y esta que explico aquí abajo es una de ellas.
Yo, al O.R.I.N.A.L del (H)Original, he ido pocas veces. Pocas, relativamente, comparadas con las veces que ha ido gente con la que me he encontrado allí, que parece que siempre están y que cuento con encontrarme con ellos (con éste y con éste, por ejemplo) cada vez que voy. Que podría ir sola y no estar sola, vaya, y ésa es una cosa que me recuerda a cuando era joven y quedábamos en un sitio, en una ciudad mucho más pequeña, y daba igual llegar o no a tiempo, porque sabía que un poco más allá había un O.R.I.N.A.L. al que llegaría y no estaría sola.
Que haya un O.R.I.N.A.L. aquí, a la vuelta de la esquina, y unas Guindas aquí, a la vuelta de la otra, es lo que hace que esta ciudad sea un poco más pequeña y esto, unas veces me saca de los nervios y otras veces me salva la noche.
En el O.R.I.N.A.L., he trabajado, me he emborrachado, he querido quedar con gente que nunca llega a aparecer por allí, he saludado a alguien que no me ha reconocido pero que nunca más se olvidará de mi cara y me han pasado cosas que me han cambiado bastante la vida, a mejor.
Ahora, por lo visto, el Ajuntament ha decidido que no me pasen más cosas en el O.R.I.N.A.L. al menos durante un tiempo. Y me jode un poco porque creo recordar que, no sé si esta semana o la que viene, yo tenía que ir al O.R.I.N.A.L. a hacer algo. O alguien del trabajo iba a hacer algo y yo había pensado acompañarle. Y os juro que no recuerdo qué era ni exactamente qué día era, pero quería ir simplemente porque era en el O.R.I.N.A.L. y no en otro sitio.
Yo, al O.R.I.N.A.L del (H)Original, he ido pocas veces. Pocas, relativamente, comparadas con las veces que ha ido gente con la que me he encontrado allí, que parece que siempre están y que cuento con encontrarme con ellos (con éste y con éste, por ejemplo) cada vez que voy. Que podría ir sola y no estar sola, vaya, y ésa es una cosa que me recuerda a cuando era joven y quedábamos en un sitio, en una ciudad mucho más pequeña, y daba igual llegar o no a tiempo, porque sabía que un poco más allá había un O.R.I.N.A.L. al que llegaría y no estaría sola.
Que haya un O.R.I.N.A.L. aquí, a la vuelta de la esquina, y unas Guindas aquí, a la vuelta de la otra, es lo que hace que esta ciudad sea un poco más pequeña y esto, unas veces me saca de los nervios y otras veces me salva la noche.
En el O.R.I.N.A.L., he trabajado, me he emborrachado, he querido quedar con gente que nunca llega a aparecer por allí, he saludado a alguien que no me ha reconocido pero que nunca más se olvidará de mi cara y me han pasado cosas que me han cambiado bastante la vida, a mejor.
Ahora, por lo visto, el Ajuntament ha decidido que no me pasen más cosas en el O.R.I.N.A.L. al menos durante un tiempo. Y me jode un poco porque creo recordar que, no sé si esta semana o la que viene, yo tenía que ir al O.R.I.N.A.L. a hacer algo. O alguien del trabajo iba a hacer algo y yo había pensado acompañarle. Y os juro que no recuerdo qué era ni exactamente qué día era, pero quería ir simplemente porque era en el O.R.I.N.A.L. y no en otro sitio.
dimecres, 3 de març del 2010
dimarts, 2 de març del 2010
"Esta mañana me he despertado en un estado como no había experimentado jamás; carecía por completo de sentimientos, no quedaba nada, era como si de pronto hubiese perdido algo que me habían pedido cuidar encarecidamente durante la noche."
Conquista de lo inútil. Werner Herzog.
Es la descripción más acurada y fiel del sentimiento que a mí se me ha ido presentando en (contadas) ocasiones a lo largo de la vida, siempre como consecuencia de acabar ciertos libros o acabar ciertas relaciones.
Las bayas de goji del sábado y l'arrosset del domingo
Jaume, el sábado, había pasado por el mercat y había comprado bayas de goji. Me dijo "prueba" y me comí unas cuantas. Fui a comer más y me dijo "¡¡cuidado!! yo esta mañana me he comido un montón y luego me he enterado de que te aceleran y te ponen cachondo". Había limpiado toda la casa a fondo. Le pregunté si venía a tomar algo con Antonio y con Xavi y me dijo que no, que iba a desinfectar todo el lavabo, que ya era hora, y que luego había quedado para cenar. Y ahí le dejé, fregona en mano e hiperactividad evidente. Por lo del cachondismo, preferí no preguntarle.
Yo no note nada.
Gemma, el domingo, había hecho arroz para todos. Nos fuimos al Masnou. El Sr. Luri nos vendió tres botellas de vino y una de vermouth. Comimos, bebimos, nos pusimos zapatos de tacón y bailamos. De vuelta, esperando al tren en la estación, alguien dijo que había luna llena. Otro alguien dijo que no, que la luna llena había sido el sábado, el mismo día que las bayas de goji.
Yo no noté nada.
Ese ha sido el fin de semana que me ha dejado cantando a dúo con Frankie. Entre medio hubo alguna cosa más.
Pero yo no noté nada.
You, obviously, do not adooooooreeee meeeee...
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